Restaurante Voro, un dos estrellas Michelin con auténtico ‘finger food’ en Mallorca
Los cocineros Álvaro Salazar y María Cano suman a su envergadura técnica una enorme capacidad para innovar y reinterpretar recetas populares de la isla balear

Puntuación: 8 | |
Pan | 6,5 |
Bodega | 8,5 |
Café | 8 |
Ambiente | 9 |
Aseos | 8,5 |
Servicio | 9 |
Cocina | 8 |
Postres | 7 |
Por sorprendente que resulte, los cocineros Álvaro Salazar y María Cano trabajan alejados de cualquier eco mediático a pesar de que Voro, el restaurante que regentan en Mallorca, ostenta reconocimientos de peso. Entre otros, la dos estrellas que Michelin les otorgó en la última edición de su guía. A su envergadura técnica suman una enorme capacidad para innovar y reinterpretar recetas alojadas en su memoria y en el acervo popular de la isla balear. Dos únicos menús (Voro y Devoro), generosos en esfuerzo y contenidos, abren las puertas a degustaciones largas que realza un equipo de sala modélico. Profesionales que de la mano de Diego Prado y el sumiller Aritz Alfageme realizan su trabajo con hechuras académicas, aunque desenfadadas.
Tan puntillistas resultan algunos de sus entrantes que parecen el resultado de la mejor pastelería salada. De las plantas umbelíferas (zanahoria, chirivía y apio) obtienen un consomé en el que flotan esferificaciones de queso de Menorca. Las brasicáceas (col, coliflor y mostaza) les inspiran una sutil minigalleta y las liliáceas, una tartaleta de ajo negro con cebolla y romesco al pimentón de Mallorca. Filigranas de tres familias vegetales que prosiguen con las secuencias marinas.

Del frágil merengue seco de algas con ventresca de atún a un coral marino con caballa y un obulato de tomate con tropezones de sardinas y queso. Auténtico finger food en territorios de la alta cocina. Los entrantes concluyen con una minitrilogía carnívora en la que figuran una galleta de maíz con carnes de pato; un bollito al vapor relleno de guiso de porc negre mallorquín, y una miniensalada de perdiz en escabeche, homenaje de Salazar a Jaén, su tierra de origen. Con el ajoblanco seco, etéreo, en tres texturas, cubierto por una fina capa de caviar, finaliza el turno de aperitivos.

Boletín
La degustación prosigue ahondando en las raíces del Mediterráneo. El tradicional guiso de sepia con tomate lo condensan en un helado sobre su tinta, y el de sepia a la bruta a modo de relleno de un buñuelo.
Ninguno de los panes de Voro, esponjosos, templados, que se elaboran en la casa, se encuentran entre lo mejor de su oferta. Sin embargo, armonizan con acierto con sus platos.

La ensalada de mariscos al palo cortado propone un viaje de Mallorca a Andalucía; los huevos rotos con bogavante (no con langosta, tan típicos de las islas Baleares) concentran los sabores en un solo bocado; la cola de bogavante la acompañan con una demiglas de cerdo y tocino ibérico; el pez San Pedro, con dos salsas untuosas del propio pescado, mientras que el cordero lechal mallorquín se sirve con espinacas a la crema y lentejas.
Una auténtica exhibición que deja al descubierto la relevancia de estos dos jóvenes cocineros. Los postres, obra de Sela Priego (gachas de mi infancia; pastel de hibiscos a la pimienta rosa), demuestran semejantes aspiraciones pero no alcanzan todavía el nivel de lo salado.
Voro
- Dirección: hotel Cap Vermell. Urbanización Atalaya de Canyamel, Vial A 2. Canyamel, Capdepera (Mallorca).
- Teléfono: 871 81 13 50.
- Web: vororestaurant.com.
- Cierra: domingos y lunes.
- Precio: entre 150 y 200 euros por persona. Menús: Voro, 125 euros, y Devoro, 165 euros.
Sobre la firma

Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.