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Baile y camisas en Mozambique

La bailarina y coreógrafa Mari Paula recuerda su paso por Maputo y Tofo en su primer viaje a África

La bailarina y coreógrafa Mari Paula.
La bailarina y coreógrafa Mari Paula.Gorka Bravo

Mari Paula dejó su Brasil natal y se instaló en Cantabria, donde desarrolla su carrera como bailarina y coreógrafa. Sus raíces se encuentran en espectáculos como Retrópica, que se podrá ver el 7 de mayo en el teatro Pradillo dentro del ciclo Madrid en danza. Aquí nos cuenta su primer viaje a África, en 2019.

La danza la llevó a Mozambique…

Así es. Bailé en la Bienal de Maputo y tomé clases con un maestro de la Compañía Nacional de Danza. Ahí pude ver de dónde vienen muchas danzas de Brasil, como la samba. La clase fue una locura física, con percusión en directo.

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¿Se sintió como en casa?

Al comer fruta me sentía en Brasil. En Maputo, el señor que cuidaba del edificio donde me alojaba me regaló el mango más rico que he probado. Fue en agradecimiento por un café que le llevé, que para él era un lujo: los lugareños suelen beber achicoria.

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¿Salió a conocer otros lugares?

Sí, porque me quedé unos días más y así salté a Sudáfrica, donde visité con la compañía de danza el parque nacional Kruger. También estuve un tiempo sola, cuando conocí el pueblo costero de Tofo, en el sureste de Mozambique.

Comencemos por Tofo.

Para llegar cogí la “chapa”, como llaman a las furgonetas que viajan entre pueblos haciendo muchas paradas por el camino. Tofo es un pequeño pueblo pesquero, en la costa del océano Índico. Fue una experiencia estupenda porque conecté y hablé mucho con la gente, sobre todo con los jóvenes.

¿Se trajo algún recuerdo?

Compré unas camisas a mi pareja hechas con capulanas: las telas de allí, de colores vivos y diseños geométricos. Los sastres y costureros de Mozambique son sobre todo hombres y te elaboran a medida lo que les pidas.

No nos dejemos el parque Kruger.

Nos llevó un guía que era bailarín del festival, y siempre estuvimos dentro del jeep porque bajarse es peligroso. Es un juego de suerte: a veces te topas con elefantes, otras con búfalos… Yo no vi ningún león, pero sí una jirafa que llevaba un montón de pajaritos subidos en la espalda.

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