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Delicioso Lavapiés

Coquetos cafés, pastelerías de autor y los mejores 'brunchs'. Pistas gastronómicas en el barrio madrileño perfectas para una pausa

Interior de Plántate Café, en el barrio madrileño de Lavapiés.
Interior de Plántate Café, en el barrio madrileño de Lavapiés.nicko baills
ENRIQUE ALPAÑÉS

De un tiempo a esta parte, Lavapiés se ha dado un lavado de cara. Con la noche en suspenso en tiempos de pandemia, muchos han cambiado las cañas y copas por el capuchino. Y aquí han encontrado una interesante oferta de cafeterías de especialidad, pastelería de autor y brunch. El barrio más multicultural de Madrid ha dejado su espíritu nocturno en stand by. Y mientras recupera su pulso, endulza la espera con una amplia oferta diurna. El cambio no responde a la situación actual, lleva años produciéndose. No tanto por la decadencia de la noche como por el relevo generacional. El nuevo vecino de Lavapiés suele tener una profesión liberal que le permite trabajar desde un café o interrumpir su jornada para darse un homenaje. Tome nota, estos son los mejores cafés del barrio.

El local Pum Pum Café (Madrid).
El local Pum Pum Café (Madrid).

Pum Pum Café y Pum Pum Bakery

Calle de Tribulete, 6. pumpumcafe.com

Es normal ver una fila de gente esperando para tomar el brunch ante este local anónimo. Ningún cartel lo indica, pero se llama Pum Pum Café. “Queríamos crear una cafetería un poco clandestina, sin nombre ni cartelería”, explica Papo Kling, dueño de este coqueto café junto a su hermano Dam. Kling viene del mundo de la moda (su apellido da bastantes pistas al respecto) y cuando trabajaba en ese sector viajaba mucho a Asia. “Allí, en ciudades como Hong Kong, Seúl o Taipéi, es normal ir a locales de los que solo conoces su ubicación. Queríamos replicar ese espíritu como de speakeasy, de lugar secreto”. Viendo las colas, se puede concluir que Kling es bueno con los negocios, pero malo con los secretos. Por eso abrieron un segundo local en la zona norte de Lavapiés.

Una de las propuestas de La Barra Dulce.
Una de las propuestas de La Barra Dulce.

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La Barra Dulce

Calle del Mesón de Paredes, 22.

Ana Blanco es vecina del barrio de toda la vida. Y muy de desayunar fuera. Pero como no encontraba un local de su agrado decidió montarlo ella misma. Con ayuda de su socio, Samuel Serrano, abrió una cafetería con una pastelería artesanal que fusiona la tradición española con experimentación y pastelería francesa. Aquí se encuentran piezas únicas, como sus torrijas de té chai con chocolate blanco (premio a la mejor torrija de innovación de la Comunidad de Madrid en 2019) o su roscón de Reyes relleno de crema quemada. Su pieza estrella son las palmeras con coberturas innovadoras, como el chocolate blanco con pistachos o el chocolate a la frambuesa.

Surtido de alfajores de Adorado Bar.
Surtido de alfajores de Adorado Bar.Luciano Tinti

Adorado Bar

adoradobar.es

“Comé lo que quieras, cuando quieras. Como en casa” (leer con acento argentino). Ese es el emblema de esta cadena con una veintena de locales en Argentina y uno, este, en Madrid. No lo han castellanizado, como tampoco lo han hecho con su bollería, donde el dulce de leche es casi omnipresente y los alfajores son grandes como puños. La idea, explica su encargado, Emilio Cruz, es “que puedas pedirte una hamburguesa a las diez de la mañana o un desayuno a las ocho de la tarde”. Su carta bascula entre lo dulce y lo salado, lo argentino y lo español. El brunch es la estrella, pero para evitar las esperas que se dan los fines de semana a primera hora lo mejor es aprovechar su horario flexible y tomárselo como una merienda-cena. La terraza techada de Adorado Bar es un extra en estos tiempos. Y su estética instagrameable lo ha convertido en meca de las hordas de modernos de la ciudad.

Plántate Café

Calle del Mesón de Paredes, 28.

Plántate es un lugar chiquitito y con encanto, tiene las paredes vistas y las vigas de madera, de las que cuelgan frondosos potos. Tiene aspecto de vergel, un ambiente cálido que transmite eso que los nórdicos llaman hygge. Kevin Nasir, canadiense de nacimiento y viajero de vocación, había visto muchos cafés de especialidad por el mundo. Así que decidió crear uno en Madrid. Aquí se puede pedir un Pumpkin Spice, que mezcla el café con sirope de calabaza, o un Keto, que se combina con mantequilla y aceite de coco. “Pero los que saben de verdad”, confiesa Víctor Gutiérrez Pancorbo, su encargado, piden un expreso. Estos sibaritas de la cafeína también pueden llevarse el producto a su casa. “Trabajamos con Square Mile Coffee, una cooperativa de Londres que colabora con pequeños productores de todo el mundo. Eso nos permite tener una gran variedad de cafés”.

Interior del local Hola Coffee.
Interior del local Hola Coffee.

Hola Coffee

Calle del Doctor Fourquet, 33. hola.coffee

El suyo está considerado como uno de los mejores cafés de España. Y no por cualquiera, sino por la competición Spanish Barista, que le concedió el primer puesto en 2016 y 2018, y el de mejor Roaster en 2017. Se puede tomar aquí o hacer pedidos por internet. Incluso comprar el material y hacer un curso de barista. “Tostamos nuestro propio café”, explica Pablo Caballero, copropietario junto a Nolo Botana. La carta del local es sencilla. Nada de smoothies, frapuchinos ni bebidas historiadas. El café es el protagonista, así que se le desnuda de aditivos: se toma solo, cortado, con leche, americano o de filtro. Basta. Disponen también de una cuidada selección de cafés para llevar. Además de cafeteros, Caballero y Botana son estetas. “Para la imagen de nuestra marca, packaging y logo trabajamos con la ilustradora Miriam Persand”, explica Caballero, “y los arquitectos Carbajo Hermanos nos diseñaron el local y el mobiliario”, continúa. La estética nórdica se completa con cuadros de la Delimbo Galería e incluso las tazas son obra de la artesana coreana Laon Pottery.

La barra exterior para llevar de Cafelito.
La barra exterior para llevar de Cafelito.

Cafelito

Calle del Sombrerete, 20. cafelito.es

El veterano del barrio (más de una década abierto) ha visto cómo cambiaba la cultura cafetera de la zona. “Antes era difícil encontrar un buen café”, reconoce Julio Grisales, su dueño. Así que decidió abrir este lugar con su socio. “La idea era hacer un espacio castizo, de barrio. Un sitio donde hacer cotidiano el buen consumo de café sin caer en el esnobismo”, comenta Grisales, que habla con pasión del café. “Es un producto que tarda dos años en llegar hasta ti y que puedes destrozar en 20 segundos”, sentencia. Aquí se puede optar por un café tradicional o por los brebajes que crea Julio en su “laboratorio sensorial”, como él lo llama. De entre todos sus experimentos destaca el campesino. “Es el café de puchero que preparaba mi papá. Tiene una base de miel y canela, se le coloca una rama de canela salvaje y por ahí echamos el café en el momento de infusionar”.

Detalle del Café del Art.
Detalle del Café del Art.Yessenia Quinteros

Café del Art

Plaza de Cascorro, 9.

Dice la portuguesa Sandra Almeida que creía saber lo que era un buen jamón. Hasta que probó los ibéricos y descubrió que había un mundo más allá del presunto. “Lo mismo les pasa a muchos españoles con el café”, asegura con la autoridad que da más de una década tras la barra. Su café de origen se combina con leche de vacas criadas en libertad en las Azores. Se acompaña de unos tradicionales pastéis de nata (receta casera). O se toma solo y fuerte, que es la mejor manera de degustarlo y apreciarlo. “Muchos de nuestros clientes los van probando todos: más afrutados, más amargos, chocolateados…, hasta descubrir cuál es su café”, explica.

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