Catorce sorpresas asturianas
Ser minero por un día en el Pozo Sotón, la mágica cascada de Xurbeo y un hotel con vistas a la sierra del Sueve. Planes para una escapada otoñal por el interior del Principado
El turismo de interior en Asturias es sinónimo de experiencias intensas, novedosas o desconocidas para el gran público, no solo porque un tercio del Principado está declarado espacio protegido, también por el sinfín de alojamientos rurales, rica gastronomía, buen trato y mejores precios que allí se disfrutan. Lo que alienta estas 14 originales propuestas que invitan a una excursión otoñal por carreterinas hermosamente arrugadas, y que nos alejan de los grandes núcleos de población, de afamados destinos turísticos, y casi del mar, buscando lo grande en las cosas pequeñas.
1. Jornada minera
Pozo Sotón, San Martín del Rey Aurelio
Pocas experiencias pueden calar tan hondo como adentrarse en el subsuelo y realizar las tareas cotidianas de la minería. Ello es posible en el histórico Pozo Sotón, donde uno accede equipado al completo, rescatador incluido, y acompañado por mineros o mineras. Una experiencia para la que se requiere haber cumplido 16 años y mantenerse ágil, puesto que durante cuatro horas se caminan 3,5 kilómetros de galerías, se pica hulla y se desciende una chimenea de ventilación y un plano (con alternativas para quien titubee), sin contar el trayecto en trenecillo. Tras la ducha, el sentimiento es exultante, de sintonía con estas cuencas mineras en trance de desaparición. El turismo aún no ha proliferado a 570 metros bajo tierra, con lo que conviene apuntarse lo antes posible (entrada, 48 euros; visitapozosoton.es).
Una feria. Quien se acerque al Pozo Sotón el 7 y 8 de noviembre se encontrará con la 4ª edición de la Feria de Turismo Minero e Industrial.
2. Ante un salto de agua
Cascada de Xurbeo, Aller
Guardaban el secreto los vecinos de Murias, hasta que se abrió en 2015 la pista de tierra hacia la cascada. Gracias al proyecto Leader descubrimos este mágico rincón, declarado Red Natura 2000, que dota de rasgos extraordinarios a la cascada por la que se precipita desde unos 20 metros el arroyo Xurbeo. Rodeada de un manto verde, un poco más abajo ruge con más fuerza el río Negro, oculto tras el bosque de galería. Los 1,1 kilómetros de paseo hasta la cascada hay que tomárselos con parsimonia, puesto que se trata de una subida en pendiente y una bajada no menos pronunciada.
Para comer y dormir. Antes de la excursión, reservar una paella en el asador El Corral, en Murias (985 48 52 32). Y para pasar la noche, La Casona de El Castañíu, en Aller, se remonta al siglo XVIII (desde 90 euros, la doble con desayuno.
3. Qué maravillosa ocurrencia
Museo Prerrománico de San Martín, Salas
Su exposición es producto del desaguisado perpetrado en el siglo XV, cuando a la nueva iglesia de San Martín se le adhirieron aleatoriamente fragmentos del primitivo templo del año 951. En 1980 se extrajeron las lápidas epigráficas, cruces y cuatro ventanas tríforas que, desde hace tres meses, se exponen en el palacio de Valdés Salas. La Cruz de Salas dispone de sala propia. Después del museo se impone desplazarse hasta la cercana iglesia de San Martín, dos veces interesante: por las réplicas fijadas en sus emplazamientos originales y por su tejo de 800 años. Hay visitas guiadas y gratuitas al museo (prerromanicosanmartin.com).
Un alojamiento. El flamante hotel, albergue y restaurante Casa Sueño de Salas fue construido con materiales reciclables y es bioclimático (desde 59 euros, habitación doble con desayuno).
4. Visita a ‘Belmon’ y ‘Tino’
Cercado de los Lobos, Belmonte de Miranda
Pese a la fama que arrastra, el lobo ibérico es símbolo de la fauna asturiana. El centro de interpretación La Casa del Lobo ofrece un recorrido de tres kilómetros, guiado desde una perspectiva medioambiental, hasta el recinto donde viven, orgullosos de concitar la atención, Belmon y Tino, recogidos tras una batida de control, y Aullador, abandonado con cinco meses de vida. Infunde respeto, en silencio, ver cómo ejercitan su conducta territorial. Cierran de diciembre a febrero (entrada 6 euros).
Dos pistas. El pan dulce de escanda y, por encargo, la empanada de morcilla con compota de manzana de la panadería Hermanos Marrón. En Belmonte de Miranda también se encuentra el Gran Hotel Cela y su restaurante (desde 55 euros, la doble con desayuno).
5. Delicias dulces
Pastelería Cabo Busto, Valdés-Luarca
El pastelero Jhonatan González (Oviedo, 32 años) vende solo a quienes se acercan a la casa con aire de cuento donde nació su madre, Joaquina Ovalle, propietaria del Hotel Cabo Busto. Allí está el obrador, envuelto en una atmósfera joven y desenfadada. Entre las 40 variedades de pasteles encontramos desde mousse de queso Afuega’l pitu hasta versiones de tiramisú, strudel y tarta Sacher, que podremos degustar en el mirador del faro de uno de los cabos mejor preservados del Cantábrico. Para viaje, envuelven la tarta Asturias: suculenta, también en formato pastel (635 59 01 94; instagram.com/pasteleriacabobusto).
Un paseo. Rodear a pie el cabo Busto. Existe una ruta circular de 7,9 kilómetros con siete miradores sobre el Cantábrico.
6. Pura adrenalina
Vidosa Multiaventura, Ponga
Siete vías ferratas trepan por el desfiladero de los Beyos, junto a la belleza de los Picos de Europa, en el punto donde el río Sella y la cascada de Aguasaliu prestan su perfil fragoroso. A partir de cinco años se puede ascender por los peldaños fijados a la pared, equipados con casco, arnés, cable de acero de seguridad y disipador. Y novatos y avezados van por distintas trayectorias. El aire fresco y limpio se ve atravesado a cada momento por los vuelos en zigzag de siete tirolinas —una mide 500 metros—, ante el estupor de los curiosos sentados en el bar, delante de donde se hace puenting. A la aventura súmense ocho puentes tibetanos, un rocódromo y el cabrito asado del restaurante (vidosamultiaventura.com).
Una excursión. Incomparable paseo otoñal por el hayedo de Peloño (a unos 10 kilómetros), desde el mirador de Les Bedules.
7. Reposo en la aldeína
Hotel El Gran Sueño, Piloña
Praderío. Un cliente sestea, otro hojea revistas y una pintora se abstrae frente al caballete. Donde cualquier hotelero hubiera instalado una piscina o una barbacoa, la pareja formada por el gijonés Javier García y el inglés Dave Haxby dejó que la sierra del Sueve chocase contra su casa, buscando el efecto de naturaleza salvaje tan propio de la jardinería británica. Visitaron 70 casas en Asturias antes de decidirse por rehabilitar esta de Pintueles. Hoy es un hotel boutique de cinco habitaciones, solo para adultos, tres nuevos apartamentos y decoración ecléctica con toques retro (155 euros, habitación doble con desayuno; elgransueno.es).
Una exposición. En la cercana villa de Infiesto está la muestra Los 13 del Sidrón, un recorrido por el yacimiento piloñés de la Cueva del Sidrón y los restos neandertales encontrados en él.
8. De setas y tartares
Restaurante Gunea, Cruz de Illas
¿Demasiada fabada y cachopo? El Gunea, además de su ubicación junto a la autovía del Cantábrico a su paso por la comarca de Avilés, ofrece una carta breve y de autor a cargo del mierense Pablo Montero, sin perder los sabores reconocibles de la tradición. Su pareja, la bilbaína Begoña Martínez, administra con elegancia la sala. Nadie se equivoca si marida los vinos de Cangas con el tartar de vaca casina o el escabeche de setas, codorniz royal y piñones. Sirven medias raciones (precio medio: 50 euros.
Un desvío. En el Centro Niemeyer de Avilés se exponen fotografías de Rafael Navarro y una retrospectiva de la familia Genovés.
9. Una navaja gigante
Museo de la Cuchillería, Taramundi
Esta visita al artesano navalleiro Juan Carlos Quintana (Taramundi, 45 años) es de las que ayudan a consolidar un oficio, y acontece en una aldea de nueve habitantes, Pardiñas, al final de una carretera. Tras conocer el oficio de la familia Quintana y su exposición de 300 navajas, queda la demostración con las técnicas previas a la llegada de la electricidad. ¿Quién no se hace un selfi junto a la navaja de más de siete metros? Entrada, 3 euros (cqtaramundi.com).
Para saborear. Tras la visita, comer un wok otoñal con setas, calabaza y castañas en el restaurante Los Arándanos de Taramundi (665 83 62 23).
10. De cosecha
Finca El Romano, Poo de Llanes
Este 2019 es año de vecería, o sea, los manzanares darán más fruto. De ahí el interés por acudir a esta finca de 200 árboles y cuatro variedades de la denominación de origen Sidra de Asturias. El merendero se convierte en improvisado lagar circunscrito al autoconsumo donde se exprime la manzana y almacena el espeso mosto que se da a probar al visitante. La I Jornada de la Sidra, el 2 de noviembre, es lo más para conocer la pomarada y degustar un menú temático por 30 euros (elromano.org).
De paso. Cercana a la finca está la sierra del Cuera, que se puede descubrir, por ejemplo, haciendo la Ruta de los Maquis (guiasdelcuera.com), un recorrido corto ideal para familias y con vistas inmejorables de la costa llanisca.
11. Aprendiendo un oficio
Artesanamente, Santa Eulalia de Oscos
En la comarca de los Oscos, por su vida ralentizada, los conocimientos se interiorizan de maravilla. Tal certeza llevó a Iker Nogales y a Olga Busom a organizar cursos de uno o dos días junto a la casa natal del marqués de Sargadelos. Elaboración de pan, mermelada, jabón, miel, forja y cuchillería, a los que se añaden reconocimiento de setas y masaje shiatsu (artesanamente.es).
Una idea. Equusfera organiza varias salidas a caballo, entre ellas la ruta de los Oscos.
En la visita a la central hidráulica de La Malva, en Somiedo, deslumbran los grupos de turbinas y los paneles de control
12. Un siglo de kilovatios
Central hidráulica de La Malva, Somiedo
El aprovechamiento hidroeléctrico de este paisaje asturiano obtiene carta de naturaleza en esta central de 1917 enclavada en un hermoso desfiladero labrado por el río Somiedo. Nada como comprobar en la maqueta la manera en que afluyen, entubadas, las aguas de los lagos del Valle y Saliencia. En la visita guiada y gratuita, inaugurada este verano, deslumbran los cuatro grupos de turbinas, de fuerte sonoridad, así como los paneles de control con un toque vintage (espana.edp.com/es/la-malva).
A comer. Estamos en Asturias, y, tras la visita, se impone escanciar sidra y departir sobre osos en el restaurante D’Iban de Somiedo, en el pueblo vaqueiro de La Peral.
13. La gruta inesperada
Cueva de San Pedrín, Sariego
Es curioso realizar una ruta rodeada de quietud rural, a solo dos kilómetros de una autovía e invirtiendo apenas 15 minutos. La bajada desde la carretera conduce a la ermita de San Pedrín de la Cueva, en medio de un prado muy jugoso. Desandamos el camino y enfilamos hacia la gruta. Por su boca, alta, longilínea, asoma un regato canalizado. En cuanto se anda unos pasos a ciegas se manifiesta su forma curva y lo fácil que es encontrar la salida, a un prado en el que se entiende por qué a este enclave se le apoda El Valle Feliz. Salida 12 de la A-64, dirección Vega de Sariego y, después, hacia Castañera.
Turismo rural. Asturias Con Vivencias organiza microexperiencias para descubrir la cultura y vida rutal asturianas.
14. Otoño de viñas
Bodegas Señorío de Ibias, Ibias
Adrián Fernández (Oviedo, 20 años) es el heroico emprendedor de la primera bodega en Ibias adscrita a la denominación de origen Vino de Cangas. Heroico porque así se denominan a los viticultores de este terruño pedregoso y de fuertes declives —en Señorío de Ibias alcanzan 60 grados de inclinación—, vestidos por estas fechas de rojos y amarillos intensos. Con las variedades autóctonas albarín blanco y tinto, carrasquín y verdejo negro, elabora una producción corta de tinto y blanco. Visita con degustación, 5 euros (638 09 31 12).
Entre vides. En los cercanos pueblos emparrados de Riodeporcos y Uría algunas calles se techan con vides en altura.
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