NH Córdoba Guadalquivir, azotea para admirar la Mezquita

Tan solo un puente, el único que tuvo Córdoba durante 20 siglos, separa este hotel del casco histórico de la ciudad, patrimonio mundial. Es el conocido puente romano, tendido a través de 16 arcos sobre el Guadalquivir, entre la torre defensiva de la Calahorra y la puerta del Puente, conjunto declarado bien de interés cultural. ¿Cómo aguanta una construcción que inau­guró como hotel la antigua cadena Hesperia antes de la Expo 92 de Sevilla sin que ninguna reforma de consideración la haya devuelto a la modernidad? Especialmente en una ciudad que ha visto crecer en los últimos años tantos nuevos y encantadores alojamientos turísticos. Pues porque, como en la película, la tentación vive arriba.

Esa tentación es la vasta terraza que cubre el edificio y que dispone de una hilera de mesas donde se puede tomar el aperitivo o cenar con una panorámica inigualable de la ciudad. A esta sacudida de endorfinas acuden no solamente viajeros, sino los residentes que buscan pasar una tarde amable antes de que el verano derrita hasta los forjados de las pérgolas y las barandillas. Atraviesan un vestíbulo ancho, voluminoso, que invita a perderse escalones abajo, donde se localiza el comedor. Mejor esto que elegir el ascensor, tan añejo como los zócalos o lienzos de pared que flanquean las habitaciones.

Limpias, cómodas, abiertas al arbolado ribereño, las habitaciones invitan a holgazanear, o a pasar un tiempo frente al ordenador en una mesa de trabajo corrida bajo sus ventanales. Una pena que la wifi sea tan lenta. Los baños pecan de oscuros, aunque la ducha cae de gloria y los sanitarios funcionan a la perfección.

Amable y eficaz, el equipo del hotel acude rápidamente a cualquier llamada desde la habitación, cumpliendo siempre con una sonrisa en la recepción, en el comedor, en la azotea o en la gobernanza de pisos. Con estos regalos, uno deja de prestar atención a las imperfecciones constructivas o a las carencias decorativas.

Al relente de la noche, en la terraza, sobran los adjetivos. Los comensales disponen de una mantita para no pasar frío. Enfrente, iluminada como un sol en la luna del Guadalquivir, la panorámica, Mezquita incluida, acompaña la cena. Es tiempo de salmorejo y salves a Córdoba.