Patios abiertos el año entero
Floridos y visitables no solo en mayo, los oasis urbanos cordobeses sorprenden por su frescor. Además, salmorejos salados y dulces, visitas nocturnas, una piscina en plena Judería y montilla frío
Las japonesas que visitaban Córdoba este verano llevaban, además de pamelas y sombrillas, una especie de mitones de algodón que les cubrían desde los nudillos hasta el hombro y que las blindaban contra el melanoma, eso seguro, pero que debían de dar un calor espantoso. Recorrer la ciudad ahora en otoño, cuando el calor no aprieta tanto, resulta de lo más apetecible.
8.30 Quien madruga, no paga
Se recomienda madrugar, no solo porque hace menos calor, sino porque hasta las 9.30, que empieza la misa, la entrada a la mezquita-catedral (1) (957 47 05 12) es gratuita. También es buena hora esta para bajar al río y contemplar la ciudad moruna desde el puente romano (2), oyendo a las avecicas cantar en los sotos de la Albolafia y a la violinista eslovena Klara Gomboc interpretar a Sarasate y a Massenet bajo la puerta del Puente.
9.30 Jeringos o supertortilla
Si aún no hemos desayunado, o no como Dios manda, podemos comernos unos jeringos en la churrería que hay en la plaza del Campo Santo de los Mártires. En Córdoba, a los churros les dicen así por la jeringa con que se echan al aceite. El Alcázar de los Reyes Cristianos (3) (957 42 01 51) y los Baños del Alcázar Califal (608 15 88 93), que están ahí mismo, también se pueden visitar sin pagar nada hasta las 10.30, de martes a viernes. Otra opción para matar el gusanillo mañanero, y dejarlo bien enterrado, son las tortillas grandes como sandías, de cinco kilos de patatas y 30 huevos, que hacen en el bar Casa Santos (Magistral González Francés, 3), frente a la mezquita.
10.30 Un patrimonio inmaterial
Mucho antes de que se inventaran los jardines verticales, aquí ya habían descubierto el frescor de los patios forrados con cientos de plantas, algunas tan altas que las vecinas tenían (y aún tienen) que regarlas con una lata de olivas atada al extremo de una caña: “Un shorrillo pa la Marquesa, otro pa la Delicá…”, Declarados en 2013 patrimonio inmaterial de la humanidad, estos oasis urbanos pueden admirarse todo el año (y no solo en mayo, cuando se celebra su festival) gracias a la Asociación de Amigos de los Patios Cordobeses, que abren todos los días a esta hora su sede, una vivienda popular en San Basilio, 50 (4), y otra propiedad que tienen, la señorial Casa de las Campanas, en Siete Revueltas, 3. Esto también es gratis.
12.00 El aire de los museos
Ahora que el sol calienta bastante, lo mejor es ponerse a cubierto, buscando el aire culto y acondicionado de los museos. En la moderna ampliación del Arqueológico (5) (957 35 55 17), inaugurada en 2011, vemos las ruinas del teatro romano. En el de Bellas Artes (6) (957 10 36 59), las esculturas hondamente humanas de Mateo Inurria. Y en el Museo Julio Romero de Torres (7) (957 47 03 56), lo mejor del pintor cordobés: La chiquita piconera, Cante jondo, El pecado… En este último sí hay que pagar, pero haber llegado al mediodía sin pasar por ninguna taquilla es ya todo un récord turístico.
14.00 Mercado Victoria: ideas para comer
Lo último para comer bien, fresquitos y sin que nos cueste un riñón es el Mercado Victoria (8), que ha abierto esta primavera en los jardines del paseo homónimo. Esta antigua caseta de feria, de esqueleto metálico y aire modernista, se ha acristalado y refrigerado para que la gente cate en democrático barullo de taburetes y mesas compartidas los platillos que preparan en 30 puestos. Sushi, ostras, pinchos de atún rojo, hamburguesitas... Los ojos se nos van para los coloridos salmorejos de La Salmoreteca: el rojo de siempre, el amarillo de maíz, el verde de aguacate, el negro de tinta de calamar, el marrón de chocolate… Kisco García, chef del laureado Restaurante Choco, también tiene su puesto y su idea: cocina de vanguardia servida en tarros de la abuela.
16.00 Café y baño
Se está de vicio en el patio mudéjar del NH Amistad Córdoba (9) (957 42 03 35), con un café con hielo y los ojos entornados. Para siestas mayores, destaca este hotel con piscina, en plena Judería, que ocupa dos mansiones del siglo XVIII. Si además de baño queremos masaje, entonces iremos a Hammam Al-Andalus (10) (957 48 47 46).
20.00 Tabernas y gastrotabernas
Muy cerca del hotel, en la calle de Judíos, abre su portón Bodega Guzmán (11), una taberna de toda la vida con tertulia de devotos de Finito de Córdoba y botas de fino montillano que, frío como un estoque, entra sin darse cuenta, hasta que los viejos carteles de toros empiezan a verse doble. Otra taberna con solera, de 1879, es Salinas (12) (Tundidores, 3), donde se cena rico, barato y, si elegimos las naranjas picás con bacalao, muy sano. Y otra, El Juramento (13) (Juramento, 6), famosa por sus pimientos rellenos. Para los que lo bueno conocido no basta y buscan la sorpresa de las tapas y las decoraciones más modernas, están Garum 2.1 (14) (San Fernando, 120) y Sojo Fusión (15) (Enrique Romero de Torres, s/n). Parafraseando al Guerrita, hay tabernas pa tós.
22.00 Cines al aire libre
Casi tan típicos como las tabernas son los cines al aire libre en pleno centro, con su ambigú para cenar y rehidratarse en el intermedio. El más apetecible quizá sea el Olimpia (16), en la calle de Zarco, por la arboleda que lo cerca y refresca. Más orientados al público forastero están los espectáculos de luz y sonido en la mezquita y en los jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos, lo mismo que los ecuestres en las Caballerizas Reales (17).
23.00 Terrazas bajo la luna
Hay mil terrazas para estarse hasta las tantas. Las más famosas, las de plaza de La Corredera (18). Pero la que se lleva el gato al agua, por sus vistas al Guadalquivir, es la de Sojo Ribera (19) (paseo de la Ribera, 1), junto al puente de Miraflores. Más tarde, el río de la noche arrastra a todo el mundo hacia La Posada de Babylonia (conciertos y copas, en Fernando de Córdoba, 8) y la disco Palazzo (Colombia, 6).
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