Washington Irving, camino al Generalife

Llevar el nombre de quien fuera el escritor por excelencia del Romanticismo norteamericano, neoyorquino de nacimiento y embajador en España entre 1842 y 1845, adquiere un doble compromiso en un alojamiento próximo al escenario de los famosos cuentos del autor, la Alhambra de Granada. Washington Irving, cuyos dichos y frases novelescas rotulan las paredes de este hotel, se habría sentido confortado de ver cómo la marca Eurostars rescató del abandono la vieja fonda Ortiz, originaria de 1821, en el mismísimo paseo del Generalife, a 200 metros del pabellón de acceso al palacio rojo y sus jardines.

Aunque la fonda existiera 11 años antes de que Irving publicara los Cuentos de la Alhambra, el edificio actual data de 1870, cuando los palacios nazaríes recibieron la declaración de monumento nacional. Desde entonces la lista de personajes hospedados no tiene desperdicio: Gregory Peck, Brigitte Bardot, Camilo José Cela, Andrés Segovia y un sinfín de dignatarios y diplomáticos internacionales.

Con la reforma, sus estancias han perdido ciertamente el perfume del siglo XIX y adquirido un aire funcional que lo asimilan a otros hoteles cinco estrellas de Eurostars. Camas de gran formato con sobrecolchón y sábanas de algodón multihilos. Lámparas bicónicas de pie y otras colgantes del techo. Muebles de riguroso diseño. Largos cortinajes tras sus ventanales, algunos de los cuales enmarcan unas portentosas terrazas con vistas al Carmen de los Mártires. Y, luego, la opulenta suite Andalusí, con dos dormitorios enormes. No en vano es lo que esperan muchos de sus huéspedes lectores confesos del autor de La leyenda de Sleepy Hollow, que gozan aquí de una biblioteca entera dedicada a su recuerdo.

Los espacios interiores son amplios y acristalados siempre hacia el verde, excepto en la zona atenazada donde se citan unas mesas, unas tumbonas y una piscina longitudinal que evoca los estanques nazaríes.

La mecánica del equipo profesional es tan eficiente que impide cualquier gesto de humanidad torcida. Se agradece el funcionamiento ordenado de todos los servicios, aunque no haya mucha literatura en ellos. Lo prioritario aquí es la limpieza y la pulsión geométrica de la decoración, sometida a los excesos del efectismo luminoso contemporáneo. Así que mejor será pedir la cena en la intimidad penumbrosa y al aire libre del patio interior.