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Casas rurales

Chimenea y un buen libro

Ocho casas rurales en emplazamientos privilegiados para retirarse y disfrutar del espectáculo natural al aire libre o desde la ventana. Encanto campestre entre los Pirineos y la costa granadina

Paco Nadal
La casa rural El Rincón de Babia, en León.
La casa rural El Rincón de Babia, en León.

Aunque dicen los expertos que este otoño será más cálido (y lluvioso) de lo normal, la caída de las hojas incita a perderse en una casa rural, cerca de un bosque, con una buena chimenea y un libro (o e-book) en el regazo. Aquí van ocho casas rurales llenas de encanto... y con chimenea donde dejar pasar las horas muertas.

El Rincón de Babia, en León.
El Rincón de Babia, en León.

Montañas leonesas

El Rincón de Babia (La Cueta de Babia, León)

Situada en una comarca cuyo nombre ya incita a la curiosidad, Babia, esta posada con arquitectura tradicional leonesa depara a sus huéspedes sorpresa tras sorpresa: desde la decoración de las habitaciones a la reutilización y descontextualización de objetos etnográficos del campo leonés repartidos por paredes y estancias. Cada una de las alcobas rezuma personalidad y vistas a una de las comarcas emblemáticas de León, a la que solían retirarse sus reyes a descansar (de ahí la expresión “estar en babia”). La casa está situada en un lugar estratégico para conocer a pie este rincón de la Cordillera Cantábrica, el que atesora más picos superiores a los 2.000 metros de altitud, incluido el famoso macizo de Peña Ubiña (con 2.411 metros). Vamos, que excusas para caminar no faltan.

La Era, en Sieste (Huesca).
La Era, en Sieste (Huesca).

Mirando al valle

La Era (Sieste, Huesca)

Existen pocas dudas sobre dónde reside el encanto de esta coqueta casa: en su ubicación. En lo alto de un cerro que domina el valle del río Ara y Sieste, un pequeño pueblo apartado de las rutas clásicas del Pirineo, La Era ofrece una de esas vistas que reconfortan al ser humano con su existencia. La vieja era se ha transformado en un gran jardín con césped. A un lado queda la casa; en el porche-solárium (donde está la chimenea) la luz entra a través de un ventanal; es aquí donde se sirve el desayuno a los huéspedes. Al otro lado hay un cenador de madera con sillones desde donde contemplar recortada la silueta de Sieste y, más abajo, el ajetreo del valle y su capital, Boltaña. Las dos habitaciones con que cuenta la casa están separadas de la vivienda principal, cuentan con muebles de tipo provenzal y de entrada independiente.

Habitación de la casa rural Graña de Acea, en Monfero (A Coruña).
Habitación de la casa rural Graña de Acea, en Monfero (A Coruña).

En casa de los Graña

Graña de Acea (Monfero, A Coruña)

Uno de los grandes atractivos de esta estupenda casa de labranza, perteneciente a la familia Graña desde el siglo XVII, es su emplazamiento. Un entorno deliciosamente verde en las cercanías del parque natural de las Fragas do Eume. La antiguas estancias fueron reinterpretadas con una sabia utilización de colores vivos. Se alteró la estructura del primer piso para darle más altura y volumen al salón, muy confortable y ecléctico, donde se encuentran los elementos más clásicos, como la chimenea, el piano o una mesa de velador. Contiguo se encuentra el comedor, que ocupa la antigua cuadra. Ofrece nueve habitaciones que alternan las paredes de piedra con otras de yeso en colores alegres. La mejor es la Balcón, abierta a la galería abalconada que rodea la casa y con vistas al jardín y al bosque sin levantarse de la cama.

Cortijo de La Luna, en Almuñécar (Granada).
Cortijo de La Luna, en Almuñécar (Granada).

Azul mediterráneo

Cortijo de La Luna (Almuñécar, Granada)

Pocos emplazamientos resultan tan singulares como el de este chalé del litoral granadino. En lo alto de una montaña, desde el cortijo bien podrían tocarse la luna (o el sol) si los clientes se lo propusieran. Se trata de una casa de planta baja con paredes encaladas, dotada de cuatro habitaciones dobles y amplias, un bungaló y un apartamento de dos dormitorios, todos con salida independiente al porche y al delicioso jardín de césped. Por su ubicación es un alojamiento para ir a quedarse, a descansar, a leer y a disfrutar de las maravillosas vistas. Una piscina, un cenador con barbacoa y unas tumbonas orientadas al azul del Mediterráneo invitan a pasar el mayor tiempo posible al aire libre.

Sala de Casa Iketxe, en Hondarribia (Guipúzcoa).
Sala de Casa Iketxe, en Hondarribia (Guipúzcoa).

Caserío vasco

Casa Iketxe (Hondarribia, Guipúzcoa)

Iketxe es una referencia de calidad y buen gusto en medio de los bucólicos y almohadillados prados hondarribitarras. El genuino caserío vasco, impecable en sus formas tradicionales, fue levantado palmo a palmo por Patxi Arroyo y Fátima Iruretagoiena, sus amabilísimos dueños. Una vez dentro, conviene olvidarse del tiempo en el salón-comedor acristalado en el que se sirven los desayunos y donde es fácil pasar las horas muertas contemplando un paisaje vasco en esencia de colinas y caseríos. Las tres habitaciones de la planta baja son generosas de espacio y con una terraza propia. En el piso de arriba se han preparado otros tres dormitorios, destacando el 6, por sus techos abuhardillados y su enorme superficie, que lo hace apto para cuatro plazas. Un primor de casa en la que se siente la impronta hogareña de sus propietarios.

Una habitación de Casa Antolina, en San Martín de Trevejo (Cáceres).
Una habitación de Casa Antolina, en San Martín de Trevejo (Cáceres).

En la sierra de Gata

Casa Antolina (San Martín de Trevejo, Cáceres)

En esta casa solariega extremeña cada elemento tiene una justificación, aseguran los dueños del sólido edificio de tres plantas y jardín interior en el casco urbano de San Martín de Trevejo. Ocho habitaciones en total para disfrutar en primera fila de la más pura vida noble cacereña. La vivienda —construida en 1856— tiene muchos elementos de los que encapricharse, pero uno destaca sobre todos: la embriagadora galería del primer piso, llena de luz y tonos caoba, compartimentada en varios ambientes mediante sofás y otras muchas piezas de anticuario. A ella da la mejor estancia de la casa, la suite Los Naranjos, que ocupa el antiguo comedor y el dormitorio principal, desde cuyos balcones se ve la iglesia de San Martín y el lento transitar de la vida social en este rincón de la sierra de Gata.

Casa rural La Josa, en en Ávila.
Casa rural La Josa, en en Ávila.

Terraza herbácea

La Josa (Candeleda, Ávila)

En torno a un sequero (secadero de pimientos) de más de 140 años de antigüedad, los propietarios de La Josa han creado un establecimiento rural que destaca por sus excepcionales vistas sobre el valle del Tiétar y su privilegiada situación, al pie de la sierra de Gredos. No es de extrañar por tanto que, con buen tiempo, la vida se haga en el exterior, en la gran terraza herbácea y abalconada, bajo el emparrado, donde se paladean los desayunos entre aromas de naturaleza. Lo que fue cuadra es ahora sala de estar. Y el almacén de aperos agrícolas, comedor. En un edificio de nueva construcción, separado de estas zonas comunes para que los ruidos no interfieran el descanso, están las seis habitaciones, todas iguales y recién redecoradas. Un cuidado jardín donde crecen higueras, ciruelos y robles envuelve la vivienda.

Exterior de La Posada del Río Carbó, en Villahermosa del Río (Castellón).
Exterior de La Posada del Río Carbó, en Villahermosa del Río (Castellón).

Rural total

La Posada del Río Carbó (Villahermosa del Río, Castellón)

A pocos alojamientos les está tan bien aplicado el calificativo de rural. Al final de una pista de tierra de 1,3 kilómetros aparece esta vieja masía aislada y rehabilitada donde Pedro y Teresa llevan más de 20 años viviendo una vida comprometida con la naturaleza. No hay nada más alrededor, si exceptuamos un paisaje increíble de pinar y roquedo, ni más ruidos que el de los pájaros y el de la acequia cercana. Toda la casa y su peculiar decoración con formas redondeadas es obra de Pedro. Merece la pena quedarse a cenar, relajarse luego en la terraza o disfrutar de un rato de televisión o lectura frente a la chimenea, que está siempre encendida. Hay cocina vegetariana bajo pedido. La mejor habitación es la Pájaro Rey, con un gran ventanal al valle.

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