Sabores sedosos en Barcelona
El Cercle, arte y gastronomía en el histórico Reial Cercle Artístic
No es habitual que un restaurante recién inaugurado suscite tantas noticias contradictorias como las generadas por esta casa a partir de su apertura en la primavera del pasado año. Enclave relevante desde un punto artístico, el Reial Cercle Artístic de Barcelona, situado en el epicentro de las rutas turísticas de la ciudad, cuya meticulosa rehabilitación —barra, biblioteca y sala Les Quatre Estacions— da sentido a las pretensiones de armonizar arte, gastronomía y cultura.
Puntuación: 6,5 | |
Pan | 6,5 |
Café | 6 |
Bodega | 6,5 |
Aseos | 6 |
Ambiente | 7 |
Servicio | 6 |
Cocina | 6,5 |
Postres | 7 |
Transcurrido el verano, el gran cocinero Albert Ventura (que había abandonado su restaurante Coure para liderar las cocinas de El Cercle), se desvincularía del proyecto que dirige Julià Cribero, a su vez propietario del restaurante La Clara. Aun así, su huella profesional todavía se aprecia en las especialidades de una casa de largos horarios y vistosa terraza que atiende a decenas de clientes y parece predispuesta a evolucionar al socaire de los flujos turísticos.
Tres aspectos definen lo mejor de su oferta. Por un lado, la barra japonesa, que atiende Mitsutaka Kawata, artífice de buenos surtidos de makis y sashimis y platos calientes como las gyozas de bogavante o el bacalao negro con miso. En paralelo, una cocina de alma mediterránea, todavía balbuceante, que se fundamenta en especialidades españolas, italianas y francesas. Y, por supuesto, los postres, hito del lugar, que corren a cargo de Marco Leone.
Aunque el pan de mesa es bueno, no hay que olvidarse de la coca de pan de cristal con tomate, ideal para acompañar las raciones de jamón ibérico, las croquetas de rabo o la tortilla de butifarra de perol y judías del Ganxet, algo seca. Es impecable la sopa de cebolla, que se adorna con un ravioli de queso Comté y huevo a baja temperatura, y correcta la caballa marinada con ensalada de escarola. Recomendable la bullabesa de pescados de roca, de fondo intensamente yodado, abreviatura de la provenzal, y correctos los rigantoni rellenos de pollo.
En suma, una cocina de sabores apacibles que alcanza niveles importantes en especialidades concretas. Presenta un punto de cocción acertado el bacalao con col, pasa sin pena ni gloria la lubina con zanahorias y es acertada la molleja de ternera con salsa de ternera. El punto final lo aportan los postres. Conseguida la macedonia de cítricos, delicado el babá al ron e irresistible el lingote de chocolate con helado de toffee. La sala, que dirige Anna Calpe, esposa de Cribero, se redondea con tres sumilleres que aconsejan con acierto y realzan las posibilidades de una lista de vinos cuidada.
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