Sueños de un Berlín industrial
El Catalonia Berlin Mitte, un hotel español experimental, auténtico, comunitario y artístico en el centro de la capital alemana
Hasta el corazón histórico de la capital alemana llegan los tentáculos de la industria hotelera española. En la médula divisoria del antiguo Berlín Este, donde el río Spree dibuja su doble curva junto a la parada del metro Heinrich Heine, la cadena Catalonia ha abierto un hotel esencial para comprender el espíritu de la ciudad.
Experimental, auténtico, comunitario, artístico… Un pasadizo comunica su fachada racionalista, inadvertida en ese tramo de la Köpenicker Strasse, con unos interiores de marcado carácter industrial, garabateados de tuberías, hormigón a destajo y grafitos por las paredes, oscuras como lo fue el Berlín de la posguerra. Construido en 1911, el edificio albergó una fábrica de sombreros y corbatas, hasta que la policía de la ex República Democrática de Alemania lo convirtió en su comisaría de barrio.
Hotel Catalonia Berlin Mitte
- Dirección: Köpenicker Strasse, 80-82. Berlín.
- Teléfono: +49 302 408 4770.
- Internet: www.hoteles-catalonia.com.
- Precio: habitación doble, desde 59 euros.
El equipo de interiorismo Denys & Von Arend, con sede en Barcelona, firma su remodelación sin perderse en los vericuetos ornamentales a los que la capital alemana es reluctante. Los arquitectos han optado aquí por dejar el edificio en ruinas, con todas sus tripas a la vista: las cañerías, las conducciones eléctricas, las toberas y respiraderos del aire acondicionado. Su propuesta convence de inmediato por su sinceridad máxima, acorde con los precios que luego se pagarán por la estancia, menos de lo esperado.
Esa autenticidad brutalista impregna el vestíbulo abierto, de uso polivalente, con salón de estar, zona de wifi, bar y comedor expandido hacia una terraza exterior resguardada por el cierre del patio y servida por un equipo profesional de origen mayoritariamente español. Con buen tiempo, nada más delicioso que saborear en una de sus mesillas un plato de jamón ibérico con pa amb tomaquet, entre los muros escaqueados de la antigua dependencia policial. Hay que bajar por las escaleras huecas para sentir lo que es una ruina, un rescate histórico.
Quizá las habitaciones resulten algo pequeñas, pero los adeptos a este tipo de establecimientos no necesitan más que echarse a pasar la noche. Berlín se cura de sus heridas y cada año ofrece a sus visitantes nuevas restauraciones monumentales, nuevos museos que redescubrir a la sombra del tiempo. Mejor en bicicleta como las que alquila el propio hotel por 12 euros al día.
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