La ciudad con nombre de cerveza
Cebada de Bohemia y lúpulo de Zatec. De cañas por la localidad checa donde se inventó la elaboración dorada y transparente. Será capital cultural europea en 2015, y Alice Cooper va calentando motores
Un dato llamativo: los checos consumen 157 litros de cerveza por barba y año, el doble que los españoles y más que nadie en el mundo. Otro dato que ayuda a entender el anterior dato: aunque los checos no inventaron la cerveza (ya existía en el Antiguo Egipto), el arquetipo de esta bebida, la rubia perfecta, estilo Pilsen, se creó hace 172 años en esta ciudad de Bohemia Occidental, a 94 kilómetros de Praga. Y un consejo: si se es alérgico a la cerveza, mejor no ir a Pilsen, porque es la Disneylandia del asunto.
9.00 Un hotel con aroma a malta
Merece la pena venir en tren (una hora y media desde Praga) solo por ver los murales alegóricos y las estatuas colosales de trabajadores del metal y del ferrocarril que decoran el vestíbulo de la estación central (1), una reliquia de la época comunista. Además, para alojarse, al lado de la estación hay un excelente hotel, el Angelo (2), con vistas a la monumental fábrica de cerveza Pilsner Urquell y el mejor ambientador del mundo, pues basta abrir la ventana para oler a cebada recién malteada.
10.00 Visita a la fábrica
Cebada de Bohemia, aromático lúpulo de Zatec y agua blanda del acuífero de Pilsen. Con estos ingredientes óptimos de kilómetro cero y un método innovador (fermentación en la parte baja de los tanques y a temperaturas de entre 6 y 10 grados, frente a la tradicional fermentación alta, a temperatura ambiente), la fábrica de Pilsner Urquell (3) creó, nada más fundarse en 1842, una cerveza completamente diferente de las que se habían estado haciendo durante 6.000 años; una cerveza dorada y transparente, que eclipsaba con su brillo a las turbias ale y que enseguida se convirtió en un referente universal (dos de cada tres cervezas que se elaboran en el mundo son estilo Pilsen). La fábrica, como la fama de esta cerveza, creció mucho y hoy es una ciudad dentro de la ciudad, tan grande que es preciso desplazarse en autobús por ella. Hay un moderno centro de visitantes y un restaurante de platos tradicionales checos, Na Spilce. Hay arquitecturas industriales deslumbrantes (la que más, el depósito de agua), ejércitos de calderas de cobre y un tanque de latón más abollado que el Titanic en el que se preparó la primera partida de cerveza. Hay enormes naves desiertas donde máquinas robotizadas envasan 120.000 botellas a la hora. Y hay nueve kilómetros de galerías subterráneas donde se almacenan los barriles de reposo y donde se hacen las degustaciones. Para un amante de la cerveza, tomarse una Pilsner Urquell sin filtrar ni pasteurizar, tirada directamente del barril de roble, en la penumbra cavernaria de esta bodega secular, es una experiencia arrebatadora, trascendental, casi sagrada, como para un hindú refrescarse en la primera fuente del Ganges.
12.00 Veinte kilómetros de túneles
Otra visita obligada y gustosa es el Museo de la Cerveza (4), que se encuentra en una casa del siglo XV, a 200 metros de la bonita plaza Mayor, y está conectado con la taberna típica Na Parkánu, el único lugar de la ciudad, además de la fábrica, donde se sirve la Pilsner Urquell sin filtrar. Desde el museo se accede también al Pilsen Subterráneo, un laberinto de 20 kilómetros excavado desde el siglo XIV por los vecinos bajo las calles del centro que servía como bodega y despensa, además de para escabullirse en caso de asedio, pues se dice que algunos túneles secretos llevaban fuera de las murallas. Caminando por estos corredores subterráneos se ven además los numerosos pozos con los que la población se abastecía de agua potable, así como la gran noria de la Torre del Agua (5), que subía la necesaria para alimentar las fuentes de la plaza Mayor.
13.00 La torre más alta del país
Para quemar la cerveza degustada en las anteriores visitas (un litro, como mínimo) podemos trepar a la torre de la catedral gótica de San Bartolomé (6) (www.katedralaplzen.org), que es la más alta del país (103 metros y 301 peldaños), y ya que estamos en la plaza Mayor (oficialmente, de la República), seguir subiendo escaleras dentro del hermoso ayuntamiento (7) renacentista (www.pilsen.eu). También es buena idea dar un garbeo por el anillo verde, el cinturón ajardinado que rodea la ciudad antigua, visitando de paso la Sinagoga Mayor (8), que es la tercera más grande del mundo, y el Museo de Bohemia Occidental (9), un palacio decimonónico lleno de curiosas colecciones de armas, bichos y antigüedades.
14.00 Comida con ‘pivo’ artesanal
Además del restaurante de la fábrica de Pilsner Urquell y de la taberna pintoresca, reluciente de cobre y madera, que hay junto al Museo de la Cerveza, un buen lugar para comer es U Mansfelda (10), con terraza asomada al anillo verde. Y otro, Groll (11), muy apreciado por su pivo (cerveza) artesanal.
15.30 Títeres y fantasmas
Si se viaja con niños, hay tres sitios idóneos para ellos: el Museo de Títeres (12), el de los Fantasmas (13) y Techmania (14). Este último es un centro interactivo de la ciencia con flamante planetario 3D emplazado en la antigua factoría de Skoda, donde en su día se fabricaron los famosos tanques Panzer con los que la Wehrmacht apisonó media Europa. La fábrica fue bombardeada con saña proporcional por la aviación aliada, poco antes de que las tropas estadounidenses, comandadas por Patton, liberaran la ciudad el 6 de mayo de 1945, todo lo cual se recuerda en el museo Patton Memorial (15) y en las Fiestas de la Liberación, que se celebran del 2 al 6 de dicho mes con mucho desfile, mucho jazz y, claro, mucha cerveza.
19.00 El viejo rockero
También en mayo, y como parte de las actividades programadas para calentar motores con vistas a la capitalidad cultural europea 2015 (www.plzen2015.cz), se celebra Metalfest , tres días de rock duro en el Anfiteatro Lochotín (16), con Alice Cooper (el viernes 30) como gran reclamo. El público de gustos más clásicos hará bien en consultar la cartelera del Gran Teatro (17).
21.00 Un tirador en cada mesa
Pura tradición se respira y se cena en U Salzmannu (18), restaurante que abre desde 1637 en la calle Prazská. Todo lo contrario que en The Pub (19), que está enfrente: comida rápida, un grifo de cerveza en cada mesa y marcador electrónico para competir con otros clientes a ver quién es más bebedor.
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