La tribu ‘online’
El brasileño Alex Atala, chef del restaurante D.O.M. de São Paolo, viajó a la desembocadura del Amazonas para comprar una parcela
Alex Atala tiene un vínculo con el Amazonas. Además de inspirarse para sus recetas, el chef brasileño —uno de los mejores del mundo desde los fogones del restaurante D.O.M. en São Paulo— no se olvida de un viaje muy especial a la desembocadura del río sudamericano. “Quería comprarme una parcela”, recuerda.
¿Dónde quería el terruño?
En la zona de Amapá, al norte de Brasil, casi en la frontera con la Guayana Francesa, donde desemboca el Amazonas. Cerré los trámites con el dueño, pero al llegar descubrí que había un problema: una tribu de indígenas reclamaba parte de la tierra. A la vez, el dueño insistía en la legitimidad de su propiedad. Una pelea terrible.
¿Qué hizo?
Fui a visitar a los indios y les pedí que delimitaran la zona que consideraban suya. Les invite a que se quedaran con lo que estimaran que les pertenecía y el resto formaría parte de mi tierra. El problema se resolvió muy rápido.
¿Qué tal la convivencia?
Muy bien. Se trata de una treintena de familias y, aunque al principio hubo algún malentendido, nos llevamos muy bien. Tras el acuerdo, decidí enviarles comida todos los meses. Medio año después volví y descubrí que tenían todo lleno de basura: latas, bricks…
¿Estaban enfadados con usted?
Eso pensaba yo. Les pregunté y entonces sí que se enfadaron. “Alex, la culpa es tuya por mandarnos todos esos productos embalados”, me dijeron. “El embalaje del pescado es la raspa; el de la fruta, la piel… y nosotros eso lo devolvemos a la tierra”, me aclararon.
¿Qué hizo?
Pensar en que si quería tener un vínculo con la zona, tenía que comprender su cultura. Así empecé a interesarme por sus costumbres. Primero, por su gastronomía; descubrí un tucupí excelente [caldo que se hace a partir de la raíz de la yuca], que ahora servimos en el restaurante. Por otro lado, organicé un laboratorio cultural con ellos a través de Internet.
¿Tienen Red?
Sí, algunos tienen hasta Facebook. Instalamos wifi en la finca y me envían mails. El encuentro cultural consistió en unas jornadas en las que jóvenes urbanitas hablaran con ellos por la webcam. Quería que vieran que los más modernos llevaban piercings y tatuajes como ellos, y que ellos eran motivo de inspiración. Quería que estuvieran más orgullosos de su cultura.
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