"¡Un lobo, un lobo!"

Tras atravesar en coche La Pampa y media Argentina, Alberto Ammann llegó a la Patagonia. El actor de Celda 211, que la semana que viene estrena Invasor, de Daniel Calparsoro, acabó un mes acampado en la reserva de Península Valdés.

¿Cómo llegó allí?

Conducía Mario Tardetti. El Gordo Marzo y yo, sentados en el capó, vimos cómo Península Valdés aparecía ante nuestros ojos. Sonaba música celta y parecía que estábamos deslizándonos en una alfombra mágica. Luego montamos la tienda en un cámping.

¿Con qué especies se cruzaron?

Una tarde pasó un niño gritando: “¡Un lobo, un lobo!”. Fuimos a la orilla del mar y vimos plantado un enorme lobo marino, de unos seis metros. Estaba muy cerca. Nos dijeron que cuidaba de su hembra que nadaba aguas adentro. Fue un contacto maravilloso.

¿Salieron de la arena?

Nos movíamos poco. Había una playa central donde iba todo el mundo y, un poco más separada, otra donde acudía menos gente. Allí fuimos los tres colegas, nos desnudamos y nos pusimos a tomar el sol. Cuando nos metimos en el agua, se levantó viento y los bañadores comenzaron a volar por la playa.

Y ustedes…

¡Corriendo en pelotas tras ellos sin parar de reír! Había una familia muy cerca, que nos miró un poco escandalizada. En esa época, desnudarse en la playa implicaba cierto escándalo. Nos contaron que nadie hacía nudismo allí, pero al poco la gente empezó a practicarlo. Al parecer, inauguramos una playa nudista.