Marruecos sin prisas con Álvaro Cervantes
El joven protagonista de 'El juego del ahorcado' recomienda cruzar el estrecho para descubrir, sin agobios, un país totalmente diferente
"En Marruecos el tempo es diferente. La gente se toca, habla, se relaciona. Es la mayor cualidad del país, no sólo se trata aprender viendo, también escuchando". El recuerdo que Álvaro Cervantes guarda de Marruecos es el de un viaje de amigos. Cerca de un mes desgranando el Magreb, el oriente más cercano. Tetuán, Fez, Marraquech,... una ruta por una cultura milenaria, que resiste a los embistes del progreso a base de "humildad y tradición".
Luego está su geografía, partida en dos por el Atlas, y sus ciudades, "donde aún se palpa el pasado". Nominado al Goya 2009 como mejor actor revelación por El juego del ahorcado, se resistió a alojarse en los hoteles europeos. "No tiene sentido, es más caro y, además, se disfruta mucho más en las pensiones que hay en todas las ciudades". De Tetuán, no olvidará la experiencia de dormir en una pequeña posada regentada por un curioso hombre que, con sus animadas charlas, les ilustró sobre la cultura marroquí.
La primera parada es fundamental para empaparse en otro ritual, el de la comida. "Alimentarse en Marruecos se transforma en una liturgia, con sus claves y secretos, que hacen disfrutar al máximo de un tiempo que es difícil dedicar al almuerzo en España". De la gastronomía hay que probarlo todo. "El cus-cus, que combina con cualquier plato; el tayine, un guiso de verduras y marisco; y la repostería, por supuesto, que mezcla harinas con miel y frutos secos", destacan en una dieta que surge de la influencia árabe y africana.
Otra opción para alojarse son las casas privadas. En Marruecos es muy común que las familias alquilen alguna habitación o la terraza de su vivienda a los turistas. Convivir, aunque sólo sea por unas horas, con esta gente, "tomar un té", es una buena forma de empezar a comprender a la gente de un país con una historia convulsa a sus espaldas. En Tetuán, sin embargo, Álvaro y sus amigos escogieron un hotel, La Gasela, situado junto a la medina y muy cerca del Palacio Real. "Confortable y barato", el precio de una noche ronda los cinco euros por persona.
Antes de volver a España, el joven actor lanza un consejo: "andar". "Aunque a uno no le guste, o piense que no se encuentra en forma, caminar es la única forma de conocer todo, de disfrutar de cosas que a los ojos de uno se transforman en únicas". Si Álvaro Cervantes cierra los ojos, su mente recupera una imagen de Marruecos. Se trata de las Gargantas de Todra, muy cerca de Tinerhir, una de las vistas más espectaculares de la cordillera del Atlas. "Después de pasar todo el día subiendo, sentarse y sentirse solo frente a toda aquella magnitud es un recuerdo imposible de olvidar".
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