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La felicidad en redes sociales, ¿es felicidad?

Estos sitios nos bombardean constantemente con una perfección que no existe, lo que obliga a muchas personas a fingirla

Rubén Montenegro

Hoy no has tenido un buen día ni un momento de felicidad. ¡No pasa nada, es algo normal! Parece que estamos obligados a ser felices, como si la vida fuese una continua fiesta. Redes sociales como Instagram o Facebook han creado una falsa línea de felicidad que podría ser perjudicial para afrontar los malos momentos. Debemos empezar a reconocer que la foto de una persona con cara alegre o que una frase bonita como "todo saldrá bien" sobre la imagen de un amanecer no harán que todo vaya bien. No es bueno creerlo así, sobre todo en el contexto que vivimos.

Si pudiésemos preguntar a todas las personas que ven caras alegres o frases alentadoras cada día en Instagram si el hecho de verlas les ha ayudado a conseguir la felicidad, te dirían que no. Al menos, así lo demuestra el estudio Global Happiness 2020, que expone que solo el 38% de los españoles afirma ser feliz. Se trata de un estudio anual, pero este año adquiere aún más relevancia por el impacto de la pandemia.

Vemos cómo muchas personas muestran felicidad en las redes sociales, pero en realidad no se sienten felices y eso sí que es algo normal. La felicidad está sobrevalorada. Las redes sociales la han convertido en un commodity, además de una constante obsesión para las personas, que la buscan como si fuese un producto que se puede comprar. Por otro lado, las redes sociales nos bombardean constantemente con una perfección que no existe: debes ser feliz y por eso debes tener este cuerpo, este peso, este aspecto, debes ser el mejor padre, la mejor profesional, y así sucesivamente. Esta sensación obliga a muchas personas a buscar esa felicidad perfecta o, peor aún, a fingirla en las redes sociales.

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Esta aparente felicidad, este postureo sin sentido, nos presiona socialmente. A muchas personas les hace pensar que tienen como misión en la vida ser felices cada día y en cada momento, obligándolas a aparentar que todo va bien. Y lo cierto es que, como humanos que hemos evolucionado, nos manejamos mejor en situaciones negativas. Los aprendizajes adquiridos nos permiten adaptarnos a las nuevas situaciones desagradables que van surgiendo y nos ayudan a autoprotegernos de los peligros que puedan surgir a nuestro alrededor. Es decir, las situaciones desagradables nos impulsan a adaptarnos mejor que los momentos de felicidad.

Sí, tenemos derecho a ser felices, pero también tenemos derecho a pasar un mal rato, a aprender de eso que ha pasado y a asumir la realidad tal cual es. Por muy cruda que sea la realidad, ese derecho nos pertenece y no es necesario ni saludable esconderlo. Si la felicidad es libertad, entonces, cada día muchas personas son menos libres intentando parecer felices. Como las personas que encuentras en Instagram, que irónicamente no son tan felices porque son esclavas de la obligación de aparentar que lo son. ¿Por qué es irónico? Porque muchas de ellas terminan estando más tristes buscando la felicidad que ve en los demás.

Intentar obviar la tristeza y forzarnos a expresar felicidad es dejar de ser lo que somos. Estar triste también forma parte de nosotros. Lo importante es mantener nuestras emociones en equilibrio para poder avanzar y superar las situaciones o los cambios que vamos encontrando en nuestras vidas. Si uno de tus seres queridos se va de este mundo, tienes todo el derecho de sentirte triste el tiempo que quieras, sin dejarte llevar por lo que hagan los demás. No tienes que sonreír siempre, al contrario, debes atender a tus emociones.

Así que, si has tenido un mal día, no te dejes secuestrar por la obligación de tener que sentirte feliz que te imponen las redes sociales… ¡sobre todo si no lo estás!

Pedro Rojas es consultor y autor de seis libros sobre la materia. Su último trabajo es Monetizagram (LID, 2020)

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