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Las bromas pesadas en YouTube y TikTok: una preocupante tendencia que puede tener consecuencias

La red social se ha llenado de bromistas que obtienen seguidores y rendimientos económicos a costa de humillar a sus víctimas, pero tanto el público como los juristas prestan cada vez más atención a estas situaciones, que pueden rozar el acoso

Kristen Hanby es un 'youtuber' británico que a comienzos de septiembre recibió duras críticas en Internet tras una broma pesada a su novia en la que tiñó su cuerpo de azul echando productos químicos en la bañera, como se puede ver en la sucesión de imágenes.
Kristen Hanby es un 'youtuber' británico que a comienzos de septiembre recibió duras críticas en Internet tras una broma pesada a su novia en la que tiñó su cuerpo de azul echando productos químicos en la bañera, como se puede ver en la sucesión de imágenes.

En mayo de 2020, Josh Popkin entró en un vagón del metro de Nueva York con una gran caja de plástico llena de cereales mezclados con leche. A continuación, fingió que se le resbalaba de las manos y, ante la sorpresa de los pasajeros, vertió todo el contenido en el suelo del vagón. La escena fue rodada y, posteriormente, subida a la cuenta de Tik-Tok de Popkin, que consideró que la acción podría divertir a sus seguidores e incluso captar alguno más. No ha sido el único que lo ha pensado. En agosto de este año, una mujer se grabó gastándole una broma pesada a su empleada doméstica, a la que reprochaba no haber comprado todo aquello que le había encargado cuando, en realidad, no le había hecho dichos encargos. Mientras que la trabajadora aguantaba el fingido enfado de su empleadora, esta disfrutaba pensando en la repercusión que su ocurrencia tendría en Tik-Tok. Pocos días después, el joven youtuber inglés Kristen Hanby le preparó a su novia un baño de espuma al que, además de jabón, añadió colorante azul. Cuando la chica salió del baño completamente tintada, Hanby registró la reacción y tanto los preparativos como el resultado fueron subidos a la cuenta de TikTok del británico.

"Lo que cambia son los límites. Llega un momento en que la broma está tan cerca de la crueldad o es tan intensa, sostenida en el tiempo o de consecuencias tan graves, que se cruza la línea de lo gracioso y pasa a ser un abuso, porque se cosifica a la persona que sufre la broma" Violeta Alcocer, psicóloga

Ante la frecuencia de semejantes comportamientos es inevitable preguntarse: ¿qué interés puede tener ver a una persona hacer bromas a otras? ¿Aumenta ese interés cuando son bromas pesadas? Y a todo esto, ¿qué diferencia unas de otras? Para la psicóloga Violeta Alcocer, las bromas o el humor se pueden abordar desde diferentes perspectivas. Desde el punto de vista neuropsicológico, el atractivo de la broma estaría en la incongruencia de una situación o en su desenlace inesperado. Cuando eso sucede, el cerebro se autorrecompensa generando dopamina y estalla la risa. Desde una perspectiva emocional, sin embargo, “el humor y las bromas cumplen la función de romper tabús, transgredir límites sociales y personales y, en definitiva, poder hablar o decir aquello que se supone que queremos pero no debemos, de una manera ambigua, indirecta”.

Pesadas o amables, las bromas son bromas. Para Violeta Alcocer, “la definición entre una y otra no cambia. Lo que cambia son los límites. Llega un momento en que la broma está tan cerca de la crueldad o es tan intensa, sostenida en el tiempo o de consecuencias tan graves, que se cruza la línea de lo gracioso y pasa a ser un abuso, porque se cosifica a la persona que sufre la broma”. Es ahí donde radicaría parte del éxito de estos contenidos en redes sociales. No solo se rompen tabúes y genera en el espectador “una ‘risa fácil’, totalmente alejada de lo que podría ser una risa ‘inteligente’, que requiere un proceso mental más complejo y reflexivo”, sino que, concluye Alcocer, tiene el añadido de “la protección moral que supone mirar en la distancia sin haber sido parte activa en provocar el daño”.

Escena del célebre vídeo en el que un 'youtuber' llamado MrGranBomba en llamó “caranchoa” a un repartidor de mensajería.
Escena del célebre vídeo en el que un 'youtuber' llamado MrGranBomba en llamó “caranchoa” a un repartidor de mensajería.

Los límites al humor

Mientras los espectadores disfrutan de esa transgresión de la norma viendo las bromas sin exponerse –más allá de algún reproche por compartir en sus redes un contenido que roza lo ofensivo–, los autores de las mismas sí que han tenido que enfrentarse en más de una ocasión a las responsabilidades derivadas de su comportamiento. En el caso de España, aún están recientes los juicios contra Sergio Soler, alias MrGranBomba en Youtube, que llamó “caranchoa” a un repartidor de mensajería, el cual reaccionó propinándole una sonora bofetada, y el de Kanghua Ren, alias ReSet en Youtube, que dio galletas con pasta de dientes a un indigente. Ambos grabaron su ocurrencia y ambos tuvieron que comparecer ante el juez.

Como explica Santiago Calvo, abogado de CalvoLegal.com, las bromas pesadas no necesitan generar daños físicos para tener consecuencias jurídicas contempladas el Código Penal. Según la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, también pueden ser objeto de denuncia las acciones que afecten al honor o la intimidad de una persona. De hecho, esa misma ley contempla en su artículo 7 una agravante por “la utilización del nombre, de la voz o de la imagen de una persona para fines publicitarios, comerciales o de naturaleza análoga”.

El problema, sin embargo, es determinar hasta qué punto una de esas bromas afecta al honor del individuo. En el caso de MrGranBomba, la denuncia fue archivada porque el juez consideró que, al no estar incluido el término caranchoa en el Diccionario de la Academia de la Lengua, no podía considerarse un insulto. De hecho, fue el mensajero quien acabó siendo condenado a una multa de 30 euros por la bofetada, lo que abre el debate de si cabe o no defenderse de las bromas pesadas cuando se producen.

“Si te llaman 'caranchoa', darle una bofetada al que te lo dice no se puede considerar legítima defensa porque el daño de llamarte 'caranchoa' ya se ha producido. La bofetada, por tanto, no va dirigida a impedir la agresión verbal"

Santiago Calvo, abogado

Para Santiago Calvo, los límites de la legítima defensa están claramente definidos por la Sentencia del Tribunal Supremo 1766/1999 de 9 de diciembre. Dicha disposición establece que, para que se considere una de las eximentes contempladas en los artículos 20 y 21 del Código Penal, es necesario “una agresión ilegítima previa, inminente, real, directa, e injusta, inmotivada e imprevista”. Por eso, explica Calvo, “si te llaman caranchoa, darle una bofetada al que te lo dice no se puede considerar legítima defensa porque el daño de llamarte caranchoa ya se ha producido. La bofetada, por tanto, no va dirigida a impedir la agresión verbal. Fue por esa razón por la que se solicitó condena al repartidor aunque, eso sí, se tuvieron en cuenta las circunstancias que causaron dicha reacción”.

Cuando este tipo de bromas pesadas acaban llegando a los tribunales, los jueces pueden, además de “restablecer el pleno disfrute de los derechos vulnerados” u obligar a que se indemnice a la víctima, “tomar medidas para prevenir intromisiones inminentes o ulteriores”. Eso, señala Calvo, “permite al juez exigir la eliminación del contenido de Internet e incluso impedir al bromista o agresor acceder a sus redes sociales”.

Esa fue la solución que encontró el tribunal para el caso de Kanghua Ren, condenado a abonar una multa de 20.000 euros y a no utilizar su canal de Youtube durante cinco años. Otros bromistas como Kristen Hanby, sin embargo, han hecho de las bromas pesadas su forma de vida. El youtuber que pintó de azul a su novia tiene más de siete millones de seguidores en Instagram y posee un patrimonio de 1,2 millones de dólares (alrededor de un millón de euros). Una forma de vida que, en cierta manera, normaliza el abuso bajo la excusa de que no son más que bromas y recuerda a ese monólogo de Gila que decía: “para broma buena, la que le gastamos al boticario, que en paz descanse desde entonces. Tenía la botica de guardia, y despachaba por un ventanuco. Le pusimos la receta un poco lejos, sacó la cabeza para leerla y con un cepo de cazar lobos, ¡clack! Su mujer se enfadó, la tía asquerosa. Como le dijo mi madre: ‘si no sabe aguantar una broma, márchese del pueblo”.

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