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“Cuando uno es cantante, más le vale cerrar el pico. No hay artista que me haga cambiar mi voto”

Conocido por no callarse sus opiniones políticas, Benjamin Biolay ha sido calificado en alguna ocasión como "un artista tan poético como político". En pleno confinamiento ha lanzado el primer tema de 'Grand Prix', su noveno álbum

A Benjamin Biolay le fascina la Fórmula 1 desde que de niño la veía “los domingos mientras los viejos se echaban la siesta".
A Benjamin Biolay le fascina la Fórmula 1 desde que de niño la veía “los domingos mientras los viejos se echaban la siesta".Foto: Mathieu Cesar

Benjamin Biolay (Villefranche-sur-Saône, 1973) se ha pasado el confinamiento cantando. Canciones de otros, de algunos de los superhéroes que acumula el país vecino -Gainsbourg, Barbara, Trenet o Daho-, para colgarlas en su activísima cuenta de Instagram. “Ha sido una experiencia muy conmovedora de la cual ha resultado algo muy inesperado y emocionante: lograr una relación directa con el público. Sin intermediarios. Probablemente, lo único positivo de este período”, reconoce el cantante.

Y también ha sido en pleno confinamiento cuando ha lanzado el primer single de Grand Prix (Polydor), su nuevo y noveno álbum disponible desde el 26 de junio y que retoma un poco ese Biolay en estado de gracia de À l’origine (2005), Trash Yeyé (2007) o La Superbe (2009) tras el paréntesis de su díptico argentino Palermo Hollywood (2016) y Volver (2017). Comment est ta peine? [¿Cómo es tu pena?] se titula este sencillo que a un ritmo más que bailable lanza el premonitorio mensaje de “Il va falloir qu’on apprenne à vivre avec ça” ["Tendremos que aprender a vivir con ello"]. “Esta canción fue compuesta antes de todo esto pero es cierto que habla de un cierto confinamiento amoroso, sentimental, amistoso… En realidad, la inspiración viene de este último año en Buenos Aires que es donde estaba viviendo, de ver la inflación, la pobreza, cómo las certezas se derrumbaban, el dolor inmenso, el tener que aprender a vivir con perspectivas que ya no existen y esperando que en el próximo paso no hubiera un precipicio”.

"A los políticos ya no se les respeta, lo cual no significa que necesariamente se les deteste, pero no se les respeta. Y más vale tener un presidente al que se detesta pero al que se respeta, que a la inversa”

La Fórmula 1 como telón de fondo para un álbum que es casi un acto de fe: “Han querido posponer el lanzamiento y me he negado. Si todo el mundo retrasa todo, teniendo en cuenta que los poderes públicos están no sé sabe dónde y haciendo no se sabe qué, nos quedamos todos parados. Si no se puede tomar el riesgo de vivir, ¿qué sentido tiene?”. Un deporte en el que “está todo lo formidable y lo horroroso de la vida” y que, desde pequeño, le fascinó cuando veía las carreras “los domingos después de comer mientras los viejos se echaban la siesta. Lo dejé un poco de lado cuando murió Senna. Pero, como toda pasión, volvió tiempo después. La muerte de Jules Bianchi [en 2015] me impresionó tanto que se convirtió en el tema principal del disco”.

El álbum se desenvuelve como es costumbre en Biolay entre la melancolía de las letras y esa invitación permanente al baile. “Soy muy nostálgico, pero también me gusta bailar, reírme, la luz, el sur, el mar. No soy alguien que viva en la penumbra aunque eso no me impide ser ese autor que de vez en cuando escribe cosas tristes”. Y cuando se le pregunta por esa cosa de gran letrista, herencia casi obligada de la tradición francesa de genios como Aznavour, Nougaro o Brassens, responde que, por supuesto, venera todos esos nombres, pero que su ídolo absoluto es John Lennon. Y, añade, Morrissey.

Y es que Biolay, al que en demasiadas ocasiones, sobre todo en sus inicios, le colgaron el sambenito de nuevo representante de la chanson francesa, reconoce sin tapujos su inclinación por los sonidos de Nueva York, Manchester y aledaños (no es casualidad que Grand Prix sea el título de uno de los mejores álbumes de Teenage Fanclub) revelándose en este disco como un verdadero crooner. “Que se oiga mi voz tan presente es debido a la elección de la orquestación, con las guitarras eléctricas hay que cantar muy delante o no funciona. En todos los grupos ingleses o norteamericanos que me gustan como Arctic Monkeys o The Strokes, el cantante es una especie de crooner de voz grave”.

"Mi responsabilidad como artista o como personaje público es cero. No ha llegado el día en que un artista, por mucho que le adore, me haga cambiar de opinión a la hora de ir a votar”

Conocido por no callarse sus opiniones políticas, Biolay ha sido calificado en alguna ocasión como ‘un artista tan poético como político’. “Cualquier cosa que diga es un desastre. Cuando uno es cantante, más le vale cerrar el pico. Pero es algo que va conmigo, soy muy político por mucho que no sea algo que necesariamente se refleje en mis letras. Ahora bien, mi responsabilidad como artista o como personaje público es cero. No ha llegado el día en que un artista, por mucho que le adore, me haga cambiar de opinión a la hora de ir a votar”.

A pesar de su inmensa popularidad en el país vecino, Biolay ha conseguido mantener su vida privada, precisamente eso, privada. “¡Es perfectamente posible! ¡Lo que no hay que hacer es postearlo todo en Instagram! No hay que hacer de su vida un folletín. Es que la gente se toma fotos dando a luz... ¡Les falta salir haciendo el amor! Así, es un poco inevitable que tu vida privada sea tirada a los perros”.

Con un par de rodajes parados (Biolay también tiene una sólida carrera cinematográfica), el artista se queja del poco interés de los políticos en la tocante a la cultura. Y no puede evitar una última y tajante reflexión sobre la que se nos viene. “Sólo veo dos salidas: el caos absoluto o una reestructuración moral, ideológica y política. A los políticos ya no se les respeta, lo cual no significa que necesariamente se les deteste, pero no se les respeta. Y más vale tener un presidente al que se detesta pero al que se respeta, que a la inversa”. Por su parte, él, que ha trabajado con Henri Salvador, Juliette Gréco, Françoise Hardy o Vanessa Paradis, le pide al caótico futuro una colaboración con Julian Casablancas o con Mala Rodríguez. “La adoro”.

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