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A la felicidad por la escoria: la historia de Divine, la estrella más soez del mundo y el modelo real de Úrsula, la bruja de 'La sirenita'

Recordamos la deslumbrante vida de la protagonista de 'Pink Flamingos', cuyo legado protagoniza una exposición virtual y una colección cápsula y solidaria de Loewe

Divine (1945-1988) en uno de los retratos que forman parte de la exposición virtual que inaugura Loewe el 25 de junio de 2020.
Divine (1945-1988) en uno de los retratos que forman parte de la exposición virtual que inaugura Loewe el 25 de junio de 2020.Foto: Greg Gorman
Carlos Primo

“Divine era, sencillamente, más grande que la propia vida en todos los sentidos: como persona, artista, personalidad y cuerpo. A mi manera de ver, encarna la autodeterminación”. El diseñador Jonathan Anderson define así la fascinación turbulenta y casi prohibida que sigue despertando hoy la figura de Divine, el personaje creado por el estadounidense Harris Glenn Milstead (1945-1988) que, en los años sesenta, alcanzó la fama junto a su amigo John Waters y puso las bases para una fructífera trayectoria escénica y musical que se interrumpió bruscamente con su fallecimiento repentino en 1988. Desde entonces han pasado más de tres décadas, pero su figura ha seguido creciendo hasta alcanzar una categoría, la de artista de culto e icono underground, que es la que reivindica Anderson a través de Loewe, la firma de lujo en la que ejerce como director creativo desde 2015. Este jueves se inaugura un homenaje por partida doble. Por un lado, una exposición digital de fotografías de memorabilia de Divine tomadas por su amigo, el retratista Greg Gorman, en la que hay desde sus vestidos hasta su baúl de maquillaje. Por otro, una colección cápsula de tres camisetas y un bolso Tote que ya están a la venta con fines solidarios.

Estuche de maquillaje personal de Divine repleto de cosméticos vintage y utilizado durante la gira de su espectáculo de música disco en los ochenta.
Estuche de maquillaje personal de Divine repleto de cosméticos vintage y utilizado durante la gira de su espectáculo de música disco en los ochenta.Foto: Greg Gorman

“Is this ‘woman’ the filthiest person alive?” (¿Es esta ‘mujer’ la persona más soez del mundo?) es la frase que aparece en una de las camisetas del proyecto, y también todo un manifiesto que acompañó a Divine desde sus primeras apariciones en las películas amateur que dirigía su amigo John Waters. En Pink Flamingos (1972), todo un clásico de los cines de sesión golfa de Estados Unidos y Europa, Divine protagonizaba situaciones en las que lo escatológico alcanzaba el nivel de la náusea. Pero en un mundo en el que estaban a punto de eclosionar las subculturas –“ "No soy punk ni lo he sido nunca, entre otras razones porque cuando yo hacía esas cosas el movimiento punk aún no existía", declaraba a este periódico en 1984–, su irrupción en la cultura pop adquirió tintes mesiánicos.

Divine no se parecía a nadie. Había comenzado en los circuitos drag alternativos, pero pronto se dio cuenta de que la obsesión de las drag queens por la elegancia y el glamur hollywoodiense se le quedaba corto. Su corpulencia –llegó a pesar 150 kilos–, su maquillaje disfuncional –obra del estilista Van Smith– y, sobre todo, su sentido del humor y de la provocación iban más allá del travestismo clásico. Cuando el personaje Divine se subía al escenario –y protagonizó varias obras teatrales y espectáculos a su medida–, lo primero que hacía era insultar al público. Y el público, de manera aparentemente paradójica, aullaba de placer. Muchos de los códigos heterodoxos que conforman la cultura queer contemporánea, desde la Movida madrileña (por cierto, Alaska lleva el rostro de Divine tatuado en el brazo) hasta Rupaul Drag Race no serían iguales sin la influencia liberadora, catártica e incorrectísima de Divine.

Cubierta del disco de 12" 'I'm so beautiful' con autógrafo.
Cubierta del disco de 12" 'I'm so beautiful' con autógrafo.Foto: Greg Gorman © Divine Official Enterprises LLC

Igual que sucede con el cine gore, sus nauseabundos –y, ojo, eso en el mundo de Divine era un elogio– sketches tenían algo de magnético y de sofisticado. “Divine anticipó la glorificación de la escoria; la fusión de exquisitez y miseria; la maravillosa supresión de las barreras de género”, apunta Jonathan Anderson. Divine era un actor que se quitaba el maquillaje nada más bajar del escenario y un hombre gay al que sus conocidos siguen refiriéndose en masculino, pero también una muestra de que la división binaria del género estaba dejando de ser útil. Tal vez por eso, el homenaje que ahora le rinde Loewe tiene utilidad extra. El 15% de las ventas irá destinado a la organización Visual AIDS, que lucha contra la estigmatización del VIH a través de la cultura. Y otra cuantía se ha donado a Baltimore Pride, “por dos razones que consideramos importantes”, explica el diseñador. “En primer lugar, se trata de la ciudad natal de Divine y el escenario de la película Hairspray. Pero, además –y esto es aún más importante– Baltimore Pride es una organización y celebración LGBTQ+ liderada por afroamericanos”.

El bolso con estampado de Divine que forma parte de la colección limitada de Loewe.
El bolso con estampado de Divine que forma parte de la colección limitada de Loewe.Foto: Loewe

Divine, que deseaba ser actor ante todo y que pudo protagonizar personajes más poliédricos en Hairspray o Lust in Dust, vivió una inusitada edad de plenitud en los ochenta gracias a pegadizos temas disco que le llevaban a giras interminables por clubes de todo el mundo, aunque había fijado su residencia en Los Ángeles. Su fallecimiento en 1988 por un ataque al corazón mientras dormía llegó como una amarguísima mueca del destino; sucedió la noche antes de comenzar a rodar su primer episodio en Matrimonio con hijos, la famosísima sitcom en la que había logrado su objetivo de un papel como actor desligado de sus personajes underground. Posiblemente tampoco tenía ni idea de que no muy lejos de allí, en los estudios de Disney, los responsables del próximo gran éxito de la casa, La sirenita (1989), estaban utilizando su inspiración, su maquillaje, su ropa y hasta sus gestos para dar forma a Ursula, la bruja del mar. Un salto intertextual épico: de los antros de la contracultura al VHS de millones de niños en todo el mundo.

Una de las camisetas pertenecientes a la colección limitada de Loewe en homenaje a Divine.
Una de las camisetas pertenecientes a la colección limitada de Loewe en homenaje a Divine.Foto: Loewe

El documental I am divine, estrenado en 2013 con numerosos testimonios de amigos, colegas de trabajo y familiares, narra los últimos años de un artista intuitivo y exigente que, tal vez sin pretenderlo, encarnó las ansias de cambio de su época. “No iba por ahí dándoselas de político”, afirma su amigo y mentor, el cineasta John Waters. “Divine encarnaba la apariencia. Alguien que no encajaba, que exageró lo que todos odiaban, lo convirtió en un estilo y ganó”. Que más de tres décadas después de su desaparición sigamos hablando de su talento da buena muestra de ello.

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Sobre la firma

Carlos Primo
Redactor de ICON y ICON Design, donde coordina la redacción de moda, belleza y diseño. Escribe sobre cultura y estilo en EL PAÍS. Es Licenciado y Doctor en Periodismo por la UCM

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