El futuro incierto de los comedores escolares en la era del coronavirus
Más allá de asegurar que los niños y niñas reciben una alimentación correcta y saludable, tiene que ofrecer un espacio educativo, protector y de bienestar
Hace algunos meses, caminar al lado de un colegio a la hora de la comida despertaba algunos de nuestros sentidos. El olfato recibía los aromas que se escapaban de sus cocinas y podíamos descubrir que las lentejas eran las protagonistas del plato del día e incluso el gusto parecía saborearlas. El oído escuchaba el “guirigay” de las voces agudas y festivas de niños y niñas de distintas edades, procedencia social, cultural y económica, que provenían de sus comedores. Y nuestros ojos, se distraían viendo el trasiego de los estudiantes dentro de las instalaciones. Todas estas experiencias dejaron de producirse el 14 de marzo con el cierre de los colegios por el coronavirus.
En España, según datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional, en el curso 2018-2019 (últimos datos disponibles), 2.220.177 estudiantes acudieron a los comedores escolares, de los cuales el 88,6% correspondía a alumnos de Infantil y Primaria. En la prestación de este servicio hay importantes diferencias entre comunidades autónomas, siendo País Vasco, Madrid, La Rioja, Andalucía, Cantabria, Navarra, Asturias, Galicia, Baleares y Castilla y León, las que tienen un mayor número de comedores escolares. Estos espacios desempeñan, entre otros, una función nutricional y educativa importante, contribuyen en la adquisición de hábitos alimentarios y son marco de socialización y convivencia.
La directora de Educo España, Macarena Céspedes, explica que “el comedor escolar es un instrumento para garantizar la equidad educativa. Eso quiere decir que, más allá de asegurar que los niños y niñas reciben una alimentación correcta y saludable, tiene que ofrecer un espacio educativo, protector y de bienestar para los niños y niñas”. Macarena Céspedes también habla de otros elementos que los denominados “espacios no formales” procuran a los niños y niñas de las distintas etapas educativas que acuden a ellos. Entre otras cosas, “que puedan participar en las actividades educativas que se hacen durante esa franja horaria, que puedan aprender sobre educación nutricional, que tengan un espacio en el que desarrollar sus habilidades sociales, que puedan relacionarse con otros compañeros o que se establezcan vínculos más fuertes entre las familias y la escuela, entre otros”.
Antes de la crisis de salud provocada por el coronavirus, el 6,5% de la población menor de 18 años estaba en situación de pobreza infantil en España con privación material severa, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). En este concepto, uno de los puntos que se incluye es que “no puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días”. Nacho Guadix, responsable de Educación de UNICEF España, declara que, en nuestro país, aunque todavía no se conoce el impacto que ha podido tener la clausura de los comedores escolares en este curso escolar por el coronavirus, sí se han observado “algunas consecuencias, como la pérdida de hábitos y la sustitución por menús no saludables”. Además, Nacho Guadix manifiesta que, “en España, “la principal contribución energética de la dieta es la comida del mediodía, que tiene lugar en el comedor escolar”.
Desde las organizaciones son conscientes de que una posible “no apertura” de los comedores escolares de los colegios podría afectar a los niños y niñas más vulnerables cuyas familias están pasando serias dificultades económicas y no pueden afrontar los gastos de alimentación y manutención. En ese sentido, la directora de Educo España apunta que “en el comedor escolar se les asegura una comida saludable y completa al día. Si no pueden acudir al comedor escolar, esa comida ya no está asegurada”. Además, continúa Macarena Céspedes, “el comedor escolar es un espacio seguro, donde niñas y niños están protegidos, aprenden, se relacionan y acceden a actividades extraescolares. Si no hay comedor esto también desaparece y muchos niños y niñas se verán abocados a quedarse en casa, probablemente solos, mientras sus padres y madres trabajan”.
Hoy en día, las previsiones sobre qué pasará con el servicio de comedores son una incógnita. Antonio Llorens Tubau, presidente patronal Food Service España y presidente de Serunion, señala que “hay una gran incertidumbre sobre cómo y cuándo se iniciará la actividad en los comedores escolares de todo el país, ya que todo está pendiente de la evolución de la pandemia y de las normativas que se establezcan de cara al próximo mes de septiembre. Nuestra estimación actual es que los comensales podrían bajar entre un 30% a un 50%, unos porcentajes verdaderamente preocupantes para nosotros”. Desde la patronal se dice que la posibilidad de que el próximo curso no hubiera servicios de comedor en los colegios “sería catastrófico para todo el sector de Restauración Colectiva y para la conciliación de las familias”. Por ello, apunta Antonio Llorens Tubau, “no contemplamos esa posibilidad. Confiamos en la responsabilidad de todos/as para contener la pandemia, a la espera de una vacuna y/o tratamiento adecuado, lo que de buen seguro ayudará a retomar poco a poco la normalidad y volveremos a tener a niños y niñas alimentándose durante la semana en los comedores escolares; eso sí, en unas circunstancias distintas para garantizar al máximo su salud y seguridad”.
Unicef España realiza algunas recomendaciones específicas ante la posible apertura de los comedores escolares de los centros educativos:
- Los centros educativos deben poder garantizar la higiene y seguridad en la preparación de los alimentos y/o en su distribución al alumnado y personal del centro.
- Todas las personas que manipulan o sirven alimentos para el consumo en el centro deben lavarse las manos con frecuencia, usar equipos de protección adecuados y conocer las normas de manipulación de alimentos.
- Los utensilios de cocina, los platos, los vasos y los cubiertos deben ser desinfectados regularmente y su almacenamiento y distribución debe planificarse de manera que haya la mínima manipulación posible
- Los horarios de las comidas tienen que escalonarse para evitar las aglomeraciones. Hay que dejar tiempo entre los distintos turnos para limpiar y desinfectar.
Ante la necesidad de que los colegios tengan que volver, durante el próximo curso, a cerrar sus puertas, Macarena Céspedes añade que habría que tener en cuenta otras medidas extraordinarias, “como el funcionamiento de los comedores para elaboración y reparto de la comida a los alumnos de forma segura”.
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