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¿Cuántas formas de hacer el mal conoces? Seguro que muchas más que de hacer el bien

El catedrático Nil Santiáñez escribió antes de la pandemia 'Del mal y sus signaturas', un ensayo sobre una de las pocas cosas que jamás pasan de moda

Marlon Brando, en el papel del coronel Kurtz, ejemplo claro de cómo la maldad puede apoderarse del ser humano.
Marlon Brando, en el papel del coronel Kurtz, ejemplo claro de cómo la maldad puede apoderarse del ser humano.Getty Images

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Ya lo decía Aristóteles, “se puede errar de muchas maneras, pero acertar sólo es posible de una”. Esa multiplicidad del mal es precisamente la que inspira el libro Del mal y sus signaturas (Alpha Decay), un ensayo en el que el catedrático de Saint Louis University Nil Santiáñez se lanza a las entrañas de esa cosa tan ubicua y multiforme que es el mal. Santiáñez ataca esa indefinición trazando una rigurosa taxonomía en la que distingue resentimiento de abyección, terror, horror o mal absoluto apoyándose, cómo no, en Nietzsche, Hannah Arendt, Susan Sontag o Kant.

"Al principio se asumió, incorrectamente, que la covid-19 era mortal solo para los ancianos. El racismo y el darwinismo social están muy arraigados"

Pero, en ese viaje al corazón de las tinieblas, el autor no se olvida de las representaciones culturales de todas esas malvadas modalidades con nombres como los de Unamuno, Pasolini, Conrad, Coppola o Sade. Curiosamente, el libro, escrito antes de la crisis del coronavirus y que se detiene en episodios tan terroríficos de nuestra historia como el Holocausto, arroja no poca luz sobre todo lo que está sucediendo ahora. El horror y el terror, claro, pero también esa compasión selectiva que se hace patente cuando las víctimas –ya sean de atentados terroristas o de catástrofes naturales, como este caso– son otras.

“Si los primeros brotes de la pandemia hubieran surgido en Canadá y no en China, la mayoría de los países de la Unión Europea seguramente hubiera tomado medidas inmediatas. Pero como el virus se expandió inicialmente en un país lejano, y tan distinto, por decirlo rápidamente, de los 'nuestros', los gobiernos occidentales y sus ciudadanos pensaron que se trataba de algo ajeno. Luego, se siguió desviando la mirada mientras se asumió, incorrectamente, que la covid-19 era mortal solo para los ancianos. El racismo y el darwinismo social están muy arraigados”.

Y es que la finalidad de este libro no es otra que invitar al lector a que dirija una mirada ética al mal contemporáneo. “Hacinar a trabajadores en una fábrica, pagar sueldos infames, imponer políticas económicas que hunden a países enteros, desplegar medidas que aumentan las desigualdades económicas o contaminar el medio ambiente son actos desaprensivos y moralmente injustos que perjudican de manera escandalosa el bienestar y la salud de las personas, el futuro de las nuevas generaciones y la vida del planeta en general”.

Cuenta Santiáñez que mirar de frente al mal es peligroso. Lo fue para Capote mientras escribía su A sangre fría o para Carrère en su proceso de escritura de El adversario. “No lo voy a ocultar, me he sentido poderosamente atraído por ese abismo. Hablo de una fascinación puramente estética, no de una tentación moral. Sé, sin embargo, que eso no me exime de cierta culpa; a fin de cuentas, la fascinación estética es un umbral que, si se cruza, puede llevar a la adopción de posturas inmorales”.

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