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Uno de cada cuatro niños padece ansiedad por el confinamiento

Save the Children alerta de que los menores podrían sufrir trastornos psicológicos permanentes como depresión

Adultos pasean a niños en el Parque Santander de Madrid.
Adultos pasean a niños en el Parque Santander de Madrid. Kiko Huesca
Carolina García
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Uno de cada cuatro niños padece ansiedad por el confinamiento. Esta es la conclusión a la que ha llegado Save The Children tras realizar 6.000 encuestas a menores de distintos países afectados como España, Alemania, Finlandia, Reino Unido y Estados Unidos. Los resultados arrojan también que “muchos de ellos podrían padecer trastornos psicológicos permanentes, como depresión". "Las personas que están al aire libre de manera habitual tienen una actividad más baja en la parte del cerebro que se enfoca en las emociones negativas repetitivas. Esta es una de las razones por las que la infancia puede desarrollar sentimientos negativos o incluso depresión durante el confinamiento dentro del hogar", ha avisado la experta en Protección Infantil y Salud Mental de Save the Children, Anne-Sophie Dybdal, se explica en un comunicado de la ONG.

Las cifras “preocupantes” sobre la salud mental en niños

Según sus resultados, en Finlandia siete de cada 10 menores participantes en el estudio tenían ansiedad y el 55% sentía fatiga. En Reino Unido, casi el 60% de ellos temía que un pariente pudiera enfermar, y en Alemania tres de cada 10 estaban preocupados por no poder terminar el curso escolar. Asimismo, en Estados Unidos el 25% de los entrevistados sentía ansiedad.

En España, donde Save the Children entrevistó en el inicio de la crisis a casi 2.000 familias con pocos recursos, en cuatro de cada 10 hogares los niveles de estrés y problemas de convivencia habían aumentado, en buena medida por las malas condiciones de habitabilidad y el tamaño reducido de las viviendas. "No podemos subestimar el impacto que la pandemia está teniendo en la salud física y mental de los niños. Están sufriendo muchos cambios, de alto impacto, en un periodo de tiempo muy pequeño. Debemos actuar ahora si queremos evitar problemas mentales a largo plazo", ha añadido la experta.

La ansiedad no es estar nervioso

La ansiedad conlleva conductas, según revela el Centro de Prevención de Enfermedades de EE UU (CDC, por sus siglas en inglés), que pueden presentarse en forma de miedo o preocupación, pero también que puede hacer que los menores estén más irritables y enfadados, y estos comportamientos se mantienen en el tiempo. Los síntomas de la ansiedad también pueden incluir problemas para dormir, además de síntomas físicos como fatiga, dolores de cabeza, o dolores de estómago. Por lo que es una patología que afecta directamente a cómo vive el menor y la calidad de vida no solo del pequeño, sino de toda la familia.

Eva Millet, periodista y autora del libro Hiperpaternidad, explicaba hace unos días en una entrevista a este medio que "hay que tener en cuenta que a los niños les cuesta aún más explicar la ansiedad, así que hemos de estar alerta los padres cuando detectemos cosas como: síntomas reiterados de pequeñas enfermedades (dolor de barriga, de cabeza); preocupaciones constantes (por contagiarse virus, porque mueran seres queridos); miedo a salir a la calle; alteraciones de patrones de sueño y hambre; más irascibilidad y, también, mutismo. Ya sé que ahora no estamos haciendo una vida “normal”, pero cuando algunos de estos síntomas sean continuados y disruptivos, hay que pedir ayuda profesional".

Es cierto, como explica la ONG, que “a pesar de que los sentimiento de impotencia, soledad y miedo a la exclusión, el estigma o la separación de los seres queridos son comunes en cualquier epidemia”, la organización advierte de que “la falta de juego al aire libre -los niños solo pueden salir una vez al día con un adulto y no pueden jugar o conversar con otros menores-, así como el estrés prolongado, el aburrimiento y el distanciamiento social pueden provocar en los niños y niñas problemas de salud mental como es la ansiedad".

José Antonio Luengo Latorre, psicólogo educativo y de la Salud, dice que "el dato de Save The Children tiene su lógica y muy parecido a la prevalencia de la ansiedad en la población general. También habría que diferenciar entre los niños más vulnerables, aquellos que viven en la pobreza, y aquellos a los que denominamos población normalizada. A lo mejor el alivio, prosigue, no es mucho, pero hay tiempo suficiente para que niños y adolescentes se desahoguen, vean la luz o jueguen un poco. No le veo problema desde el punto de vista que debemos equilibrar la salud pública con las necesidades de las personas, en este caso, menores", matiza Luengo.

Por su parte. Heike Freire, pedagoga y docente, explica que “los mamíferos somos seres para vivir en el exterior, cualquier mamífero encerrado va a sufrir ansiedad. Yo creo que la ansiedad que sufren los niños y las niñas es el resultado de la ansiedad y miedo que viven sus padres, que vive toda la sociedad. Estamos todos asustados, estamos todos estresados, estamos todas con miedo, con un miedo enorme, en ningún momento se ha llevado desde los medios o Gobierno con tranquilidad, sino que se ha gestionado como una guerra”.

"Los niños y niñas que son emocionalmente abiertos", prosigue, "piensan con su cuerpo y emociones, pues ellos con sus antenitas lo que detectan en el ambiente es una enorme locura". Freire mantiene que "este miedo a la situación se agrava en familias en las que se están perdiendo los empleos, viendo sus ingresos mermados, etcétera".

Es evidente que "aquellos niños y niñas que tienen a disposición un jardín y la posibilidad de relacionarse con animales y plantas, seguramente tengan menos ansiedad". La naturaleza ayuda a superar este tipo de estrés traumático o postraumático, por lo que sería interesante conocer las condiciones del estudio en las que viven los niños para buscar soluciones", añade la experta. "Y el hecho de que en muchas ciudades no hayan abierto los parques públicos no ayuda, hay muchas personas que es su única manera de tener contacto con la naturaleza. Esto es muy grave", concluye.

A pesar de que las medidas de alivio del confinamiento para los niños son una realidad en algunos países, entre ellos España, aunque los niños estuvieron más de seis semanas totalmente encerrados, no poder ver a sus amigos o acudir a las aulas también les afecta. Save The Children recuerda que casi 1.300 millones de estudiantes en todo el mundo no pueden ir a los centros educativos. Por todo ello, la ONG añade que este distanciamiento social, y la imposibilidad de ir al colegio, deja a los niños que sufren violencia o pobreza en una situación "especialmente vulnerable".

En cuanto a la socialización, "me gustaría despatologizar esto", retoma Luengo. "Me genera más preocupación que un chico pueda generar más ansiedad poco a poco, de manera progresiva, por los miedos o inseguridades de la zozobra al posible contagio", añade. "Me preocupa más eso, que que puedan vivir un tiempo sin socializarse con otros", concluye este experto.

Un llamamiento a los Gobiernos

Save the Children hace un llamamiento a todos los Gobiernos para que en la respuesta a la crisis por la covid-19 prioricen e inviertan en la educación y en la salud física y mental de todos los niños y las niñas, especialmente en la de aquellos menores que viven en países en vías de desarrollo y/o afectados por conflictos.

Y solicita que las escuelas, los servicios sociales y las autoridades supervisen a la infancia durante los periodos de aislamiento, lo que incluye garantizar que la educación online y a distancia sea accesible para todos los niños y niñas, y que contenga mensajes sobre salud, higiene y seguridad. "Las familias y los profesores deben recibir apoyo para mantener la estructura y la rutina de los niños, para mantenerles involucrados en las actividades de juego y aprendizaje", ha destacado Save the Children, para instar a que se establezcan mecanismos para la detección temprana de posibles problemas de salud.

En España Save the Children ha puesto en marcha desde el inicio de la emergencia el plan urgente #ATuLado para mitigar la vulnerabilidad de todas estas familias en la pandemia del coronavirus. La ONG también ha abierto una línea de atención psicoterapéutica on line para atender el bienestar emocional de los menores a través de pautas a sus padres y madres sobre crianza positiva.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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