¿Quién es nuestro dueño?
Las terrazas de estas imágenes, lo mismo que sus moradores, quizá no sean reales: podrían tratarse de réplicas especulares de las nuestras y de nuestros cuerpos
Las viviendas, durantela pandemia, revelaron su condición de zoológico humano. Nacemos en cautividad, vivimos en cautividad, nos reproducimos en cautividad y morimos en cautividad. Lo que nos gusta de las casas de fieras no es tanto ver a los elefantes o a los simios como contemplarnos en ellos. De hecho, sus habitáculos están construidos a imagen y semejanza de los nuestros, que somos una especie amansada.
FOTOGALERÍA: Un país en el balcón
He aquí la gran pregunta: ¿Quién nos domesticó? ¿Quién es en consecuencia nuestro dueño? Dios, responderán estos. El capitalismo, contestarán aquellos. La naturaleza, manifestarán los de más allá. No sé, no sé, no tengo ni idea, pero lo cierto es que en las escenas costumbristas de estas imágenes me veo a mí mismo completamente sometido ya, totalmente adaptado al cautiverio de detrás de las rejas del balcón. Me veo de pie o sentado, tomando el sol o consultando el móvil, jugando con lo que tengo a mano como mi gato corre detrás de un ratón mecánico que le compré en el híper. Y no me disgusto, mira, mejor vivir dentro de la jaula que en la calle. Me pasaría el día contemplando la vida de los otros porque no hay nada más entretenido que verse en el espejo. Las terrazas de estas imágenes, lo mismo que sus moradores, quizá no sean reales: podrían tratarse de réplicas especulares de las nuestras y de nuestros cuerpos. Tal es el secreto de las grandes urbes: proporcionar una impresión de variedad urbanística y existencial que en el fondo constituye una ilusión óptica. En eso, supongo, pensaron los fotógrafos cuando, fingiendo que disparaban a los otros, se dispararon a sí mismos. —eps
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