_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Esto solo da para un pacto minimalista

Si hay oportunidad para un acuerdo, se requiere como condición previa insoslayable un cambio radical de actitudes

Xavier Vidal-Folch
El líder del PP, Pablo Casado durante una intervención en el Congreso.
El líder del PP, Pablo Casado durante una intervención en el Congreso.Ballesteros (EFE)

Pedro Sánchez y Pablo Casado se verán hoy las caras con objeto de explorar si hay espacio para un gran acuerdo de Estado, unos nuevos pactos de la Moncloa. La razón dice que eso es necesario, porque si ahora, cuando nos jugamos tantísimo, es imposible, ¿cuándo? Y además, el grueso de la ciudadanía lo reclama. La experiencia contradice la razón: hasta ahora ha sido imposible. Hasta hoy ha ocurrido en política casi todo lo peor, y ya nos advierte el adagio romano de que quien no puede lo menos, difícilmente podrá lo más.

Pero si razón y experiencia no conjugan, igual la esperanza de muchos obliga. En realidad, ya ha habido acuerdos durante este largo periodo pandémico. Elementales, sobre el estado de alarma, menos es nada. Y envueltos en la retórica de la confrontación y la gestualidad de la inquina. Pero también algo, como una mejorable conferencia de presidentes, es mejor que nada.

Si hay oportunidad para un pacto, se requiere como condición previa insoslayable un cambio radical de actitudes. En un caso, de método; en el otro, de prioridad.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

El líder del poder debería cambiar de método: ser más propositivo que impositivo, convencer más que vencer, nunca convocar públicamente antes de seducir en privado, atraer en vez de responder. El líder del contrapoder, que la oposición es también una suerte de poder —y su pasarela—, tendría que modificar su prioridad: la obsesión de los españoles no consiste en echar ya al Gobierno, mejor o peor, pero legítimo, sino salir del terrible entuerto generado por la pandemia, con cesiones, pactos, renuncias y ententes, como sucede en los países normales.

Constatados los empecinamientos y desencuentros —que no es momento de detallar y atribuir—, solo parece viable un pacto, aunque ambicioso en su número de firmantes, minimalista en sus objetivos. A recorrer en distintas velocidades, según las capacidades de cada uno, y pactando el diapasón de los desacuerdos.

Hay cinco ámbitos urgentes en los que fraguar complicidades transversales: el refuerzo de la salud pública a través de la regeneración del sistema sanitario; la estrategia de reactivación económica en conjunción con Europa; la conjura social para evitar que los vulnerables devengan marginados; una nueva sintonía territorial, y una cierta recomposición institucional.

Quizá solo puedan alcanzarse, y toquemos madera, en algunos: ¿salud?, ¿economía? Pero sería dilapidar la expectativa ciudadana si fuese imposible en todos. Empiecen con un índice.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_