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Covid-19

Siria: el dilema de evitar una pandemia en medio de una guerra

Idlib ya era una emergencia humanitaria. Lo sigue siendo. La pandemia de Covid-19 añade otra capa de complejidad a una situación ya catastrófica. Un relato de cómo tomar medidas médicas para evitar su propagación

Un niño observa cómo un grupo de voluntarios hacen máscaras faciales protectoras en un taller en la ciudad de Idlib, en el noreste de Siria.
Un niño observa cómo un grupo de voluntarios hacen máscaras faciales protectoras en un taller en la ciudad de Idlib, en el noreste de Siria. AAREF WATAD (AFP)

No hace mucho tiempo, la Covid-19 no aparecía en los titulares de medio mundo. En las noticias había información sobre temas no relacionados con la pandemia. Uno de los más recurrentes era la situación humanitaria en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria.

La guerra acaba de entrar en su décimo año y, actualmente, esta es el área más afectada por el conflicto. Bombardeos y ataques de artillería diarios han desplazado de sus hogares a casi un millón de personas en unos pocos meses. Más de 80 hospitales no están operativos por los combates desde comienzos del año. No hace mucho tiempo, Idlib ya era una emergencia humanitaria. Hoy lo sigue siendo. La pandemia de Covid-19 añade otra capa de complejidad a una situación que ya era catastrófica.

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La semana pasada, Siria confirmó su primer caso. Desde entonces, el número ha aumentado ligeramente, pero hasta ahora no se han identificado positivos en Idlib. Sin embargo, nuestros equipos no quieren esperar a que esto suceda para prepararse porque ya sabemos lo preocupante que puede ser la propagación de la enfermedad.

En países desarrollados como Italia, España o Estados Unidos, vemos hospitales públicos a punto de colapsarse por la propagación del coronavirus. ¿Cómo entonces puede el sistema sanitario de Idlib hacer frente a esto? La atención médica en el noreste de Siria se ha visto gravemente afectada por el conflicto y ya estaba al límite antes de que se declarara la pandemia.

Aunque la Covid-19 todavía no se haya extendido en el noreste del país, la población ya se hace una serie de preguntas sin respuesta o que llevan a elecciones imposibles. De hecho, la mayoría de las recomendaciones para protegerse contra el virus o para ralentizarlo no se pueden implementar aquí. ¿Cómo podemos pedir a la gente que se quede en sus casas para evitar el contagio? ¿Dónde están sus casas? Estamos hablando de casi un millón de personas desplazadas –como mínimo, un tercio de la población de Idlib– la mayoría viviendo en tiendas de campaña en campos. Ya no tienen un hogar.

¿Cómo podemos pedir a la gente de Idlib que se quede en casa para evitar el contagio? ¿Dónde están sus casas?

Cuando una persona muestra síntomas, se le pide que se aísle. ¿Dónde hacer esto en Idlib? Muchas familias comparten tienda con otras familias. También se les pide que tengan una buena higiene, que se laven las manos a menudo, pero ¿cómo van a mantener una higiene básica cuando viven en el barro? Los que muestran síntomas graves deben ser trasladados a un hospital, pero con solo unos pocos centros ya sobrecargados y sin equipo médico necesario para afrontar una emergencia de salud pública, ¿adónde pueden ir?

Preparándose para la posible propagación de la Covid-19 en el noroeste de Siria, los médicos también se enfrentan a elecciones imposibles. Deben priorizar constantemente, elegir entre formarse y prepararse por si acaso la pandemia llega o atender al flujo constante de pacientes que esperan ser tratados. El personal médico lo está haciendo lo mejor posible con los pocos medios de los que dispone. Nunca dejará de impresionarme su capacidad de resistir a pesar de las dificultades a las que se enfrentan, su capacidad de resiliencia y su compromiso de seguir trabajando en estas condiciones.

Las organizaciones humanitarias también tienen que afrontar elecciones imposibles en estas circunstancias. ¿Qué medidas podemos tomar para prevenir la potencial propagación del virus? ¿Debemos detener nuestro trabajo en los campos para evitar que la gente se agrupe delante de nuestras clínicas móviles o durante la distribución de artículos esenciales? ¿Protegemos así a la población o estamos privándoles de los servicios esenciales y arriesgando aún más su salud? Últimamente, nos enfrentamos a este tipo de dilemas constantemente.

La decisión que ha tomado Médicos sin Fronteras es la de mantener las actividades. Sabemos que la asistencia que podemos proporcionar, incluso si no cubre todas las necesidades, es vital para miles de personas en Idlib. Más del 35% de los pacientes que atendemos en nuestras clínicas móviles ya padecen afecciones respiratorias, y un posible contagio del virus podría ocasionar complicaciones rápidamente. La gente necesita nuestra ayuda y no queremos dejar de dársela, pero a la vez estamos adaptando nuestras actividades y tratando de actuar de forma responsable ante una posible propagación de la Covid-19.

Como el virus no tiene fronteras, espero que la solidaridad tampoco las tenga

En los campos de desplazados hemos comenzado a implementar medidas de distanciamiento social en el momento de dar nuestros servicios. En las clínicas móviles, solo dejamos que espere un grupo reducido de personas. Durante la distribución de artículos de primera necesidad, pedimos que guarden una distancia entre ellos. De esta manera, seguimos ayudando a las personas desplazadas, pero a la vez estamos disminuyendo el riesgo de contagio cuando vienen a recibir asistencia. También queremos proteger a nuestros compañeros, por lo que los hemos equipado con material de protección para que puedan seguir trabajando.

Al mismo tiempo, estamos trabajando para preparar los hospitales. Las estructuras médicas que siguen abiertas son vitales para la población de Idlib y debemos apoyarlas para que estén preparadas. Hemos organizado comités de higiene en tres hospitales que reciben el apoyo de MSF. También hemos establecido nuevos protocolos de triaje en estas estructuras para identificar y aislar mejor a los pacientes sospechosos de estar contagiados. También estamos haciendo formaciones de cómo manejar el flujo de los pacientes, en coordinación con las autoridades locales sanitarias y la Organización Mundial de la Salud.

Estamos haciendo todo lo que está en nuestra mano, pero siendo pragmáticos es posible que no sea suficiente si la Covid-19 se comienza a propagar mañana en Idlib. Lo que está pasando en el noroeste de Siria hoy es una emergencia humanitaria. Una emergencia de salud pública en medio de todo esto puede ser catastrófica. A menos…

A menos de que haya una movilización internacional inmediata. A menos que organizaciones médicas y humanitarias reciban los medios para abordar adecuadamente la catástrofe antes de que suceda. A menos de que los hospitales reciban los suministros y el equipamiento que necesitan para enfrentar esta crisis dentro de otra crisis.

Pero la respuesta de esta situación no puede ser solo médica. La atención sanitaria es clave, pero no es todo lo que necesita Idlib. La población sigue necesitando comida, refugio y un sistema de saneamiento. Todas estas cosas son también esenciales para afrontar una pandemia.

La Covid-19 está afectando a todo el mundo. Da igual si las personas están en Siria o en Italia, todos están conectados. Este virus afecta a todos sin importar nacionalidad o el color de la piel. Y como el virus no tiene fronteras, espero que la solidaridad tampoco las tenga.

Cristian Reynders es coordinador de Médicos Sin Fronteras en el noroeste de Siria.

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