Duelo: cómo abordar con los niños la pérdida de un ser querido
Sinceridad, cariño, comunicación y un ritual para cuando se acabe el confinamiento, las claves para ayudarles a pasar por este triste momento
Uno de los puntos más crueles de la Covid-19 es que se está cebando con las personas mayores. “Su incidencia y gravedad aumentan de manera exponencial con la edad. Cada década a partir de los 60 años supone mayor riesgo, como demuestra el hecho de que los pacientes graves que fallecen tienen una edad media más avanzada”, comenta José María Molero, experto en enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFYC).
Confirmado esto, es evidente que a lo largo de esta crisis muchos abuelos están falleciendo y van a fallecer. Y no solo eso, además van a hacerlo solos y sin posibilidad de que ni hijos ni nietos se despidan. Ni tan siquiera de acompañarse unos familiares a otros en el tanatorio, en los momentos más difíciles. Aunque solemos pensar en lo mucho que esto nos puede afectar a los adultos a la hora de hacer el duelo, es evidente que a los niños también. El trance, de por sí duro y complejo, lo va a ser aún más por la situación de confinamiento y alejamiento físico que estamos viviendo.
Valeria Moriconi, coordinadora de Psicooncología de la Fundación Aladina y miembro del Colegio de Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid: “Evidentemente, el hecho de no poder despedir a un ser querido es un impedimento para expresar las emociones que despierta la pérdida. Los profesionales hablamos de la importancia de incluir a los niños en los ritos de despedida, en este momento imposibles de hacer. Es el momento de facilitar ritos simbólicos que permitan la despedida y el consuelo en familia: fotos, diarios, cartas, velas, canciones, y todo lo que nos conecta con el ser querido que ya no está”.
Javier Barbero Gutiérrez, psicólogo especializado en cuidados paliativos y bioética del Colegio de Oficial de Psicólogos de Madrid, propone “algún rito de despedida con algún aspecto simbólico. Una carta que le llevaremos al cementerio cuando podamos salir; recoger algún pequeño regalo del abuelo o abuela para guardarlo en una cajita como recuerdo permanente de su presencia amorosa y generosa…”.
En cualquier caso, la tristeza e impotencia de los pequeños ante el fallecimiento durante estas semanas va a ser inevitable. Como lo sería en cualquier otra época. Por eso, los expertos en duelo infantil y juvenil aconsejan, en la medida de lo posible, comportarse de la misma manera que si no hubiera confinamiento.
Decir siempre la verdad es una de las claves. Moriconi lo explica así: “Tanto los Niños como los adolescentes necesitan saber la verdad lo antes posible. Si no, podrían desconfiar de los adultos cuidadores” Y continúa: “Cuando eludimos hablar de un asunto que evidentemente nos afecta, los niños pueden recibir mensajes como "si mamá y papá no pueden hablar sobre esto, seguramente sea algo malo". O "No puedo hablar de esto porque mamá y papá se pondrán aún más tristes". El temor del niño a lo desconocido es peor que enfrentarse a la realidad, puesto que puede fantasear y crear en su mente la peor situación imaginable o una realidad incorrecta”.
Un buen modo de empezar es explicarles en qué consiste esta enfermedad: “decirles qué está pasando, facilitándoles herramientas para poder expresar las emociones que siente respecto a esta situación”, comenta Moriconi. Para Barbero es importante que los niños sepan que se trata de “un virus que afecta a personas mayores y con enfermedades previas...”.
Asegura que “con esta crisis les va a sorprender lo rápido que ha ido todo. Y habrá que explicarles, en el caso del fallecimiento del abuelo o la abuela que tenemos que seguir cuidando a los mayores que nos quedan”. Dejando siempre que planteen sus dudas, sus miedos: “Por ejemplo, ‘y ahora quién me va a llevar al colegio cuando ya no esté el virus, ¿si el abuelo ya no está?; ¿te vas a morir también tú?’... Si nota que hay bloqueo comunicativo, se va a tragar solo las preguntas y la angustia que le pueda acompañar”. Al mismo tiempo, el niño tiene que sentirse libre de expresas sus sentimientos y emociones: “Precisamente porque amamos al abuelo, precisamente porque es muy importante para nosotros, estamos tristes y expresamos esa tristeza. Nuestra tristeza, se exprese como se exprese, es la traducción de nuestro amor. Porque ni vamos a ni queremos olvidarnos del abuelo o la abuela”.
Otra de las particularidades de esta situación de confinamiento tiene que ver con la falta de un velatorio, una reunión con los allegados que ayuda a superar el vacío y la despedida. “Un elemento importante para la elaboración del duelo es poder contar con una red de apoyo que te de la posibilidad de expresar y ventilar las emociones que día a día van surgiendo”, comenta la psicóloga de la Fundación Aladina. La solución, para niños y adolescentes pasa por la tecnología: “En estos momentos de aislamiento nos ayuda a tejer esta red, aunque sea de otra manera. Los adolescentes en este ámbito saben muy bien cómo poder hacer de las redes un recurso de escucha y apoyo”. Los padres deben animarlos a que se conecten con sus amigos o primos y se desahoguen.
Valeria Morinoni concluye: “Lo más importante a tener en cuenta es transmitir apoyo y seguridad; que el adulto pueda escuchar sin juicio ni mentiras, aceptando sus emociones y sus preguntas, evitar ocultar información, favorecer o mejorar la comunicación intrafamiliar”.
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