_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Organizar la resistencia

Hay que hacer de golpe, a la fuerza y pagando un precio insoportable, lo que no se supo o no se quiso hacer cuando estábamos a tiempo

Lluís Bassets
Fundación Jiménez Díaz, 20 de Marzo, 2020.
Fundación Jiménez Díaz, 20 de Marzo, 2020. José Ramón Hernando (Europa Press)

No es una metáfora. Es una guerra. Con la salvedad de que no tenemos propiamente un adversario. Las epidemias surgen de nuestra forma de vida. Primero, del contacto y domesticación de los animales: caballos, patos o cerdos, como vectores de su entrada en nuestro organismo. Luego, de una globalización tumultuaria, desgobernada.

Más información
Después del diluvio
Editorial | Más medios

La guerra es contra nosotros mismos. Nosotros somos el enemigo. Si no queremos caer derrotados tendremos que paralizar cuanto habíamos hecho hasta ahora. Todos en casa. Es la medicina amarga de la distancia social. No cabe el turismo ni siquiera por los espacios comunes del edificio. Aislados, venceremos. Cuanto antes y cuantos más aislados, más rápidamente evitaremos imágenes trágicas como los desfiles de ataúdes en Bérgamo.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Si efectivamente es la guerra contra una ocupación vírica, nosotros somos también la resistencia. Pedro Sánchez cuenta con un buen relato. Encabezó su libro (Manual de resistencia), lo repitió en su discurso sobre el estado de alerta y lo ha adornado con la canción del Dúo Dinámico. Resistiremos.

Pero vencer requiere algo más que un relato. La victoria no llegará ni siquiera el día, probablemente lejano, en que se dé el alta al último contagiado. Hay que hacer ahora, de golpe, a la fuerza y pagando un precio insoportable en vidas humanas, lo que no se supo o no se quiso hacer cuando contábamos con todos los elementos para saber que esto no podía seguir así. Todos podríamos entonar el inútil e hipócrita “yo ya lo dije”.

Gracias a la distancia social impuesta como terapia de guerra vamos a convertirnos en sociedades enteramente digitales. Ahorraremos en transporte y en oficinas. Trabajamos y estudiamos en casa. Se acabó la reunionitis. Baja la contaminación. También la circulación de monedas y billetes, sucio repositorio microbiano. La renta básica universal está más cerca. No habrá salud de nadie sin salud para todos. Regresa el Estado protector.

Apenas acaba de empezar y ya valoramos mejor lo que queda del trabajo manual, imprescindible para los suministros, la seguridad, la salud o la limpieza. Habrá que pagarles mejor también. Una nueva cortesía nos acerca a los otros sin necesidad de tocarnos. La distancia social es física, pero no comunicativa. La hiperconexión digital nos hace más amables y solidarios.

Si este cambio forzado por el coronavirus, después de vencer a la epidemia, nos hace mejores, como personas y como sociedad, entonces podremos cantar victoria. Caeremos derrotados si regresamos a las andadas.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_