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Columna
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Gobierno de amateurs

Este Ejecutivo, además de su debilidad objetiva tiene otro problema: su bisoñez, descoordinación y amateurismo

Francesc de Carreras
Pablo Iglesias y Pedro Sánchez junto al rey Felipe VI durante el Consejo de Ministros del pasado 18 de febrero.
Pablo Iglesias y Pedro Sánchez junto al rey Felipe VI durante el Consejo de Ministros del pasado 18 de febrero.

Desde sus inicios sabíamos que el Ejecutivo de Pedro Sánchez nacía con algunas debilidades congénitas que propiciarían su inestabilidad. Primera, una conflictiva coalición de gobierno entre un partido socialista (PSOE) y otro populista (UP); segunda, la mayoría simple reducida a su más exigua expresión (167 a favor y 165 en contra, con 18 abstenciones repartidas, nada menos, que entre ERC y EH Bildu); tercera, los partidos abstencionistas, sobre todo ERC, pueden cambiar súbitamente de criterio porque piden llegar a acuerdos inaceptables para el PSOE, por ejemplo, la autodeterminación de Cataluña y la amnistía de los condenados por el TS.

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Todo esto lo sabíamos. Ahora bien, no eran de prever otras cuestiones: que el Gobierno se desgastaría tan pronto debido a errores propios de principiante y que algunos de estos errores afectarían, entre otras, a una materia tan sensible y de tan alto riesgo como es la política exterior.

La torpeza de hacer público, al cabo de unas horas de su cese como ministra, el nombre de la titular de Justicia para ser designada Fiscal General del Estado es una muestra de sectarismo y pronostica el uso gubernamental de un órgano que debe ser independiente. Entre la espada y la pared, Dolores Delgado lo pasará mal. La mesa de negociación con el Gobierno de la Generalitat estaba anunciada y su fracaso es más que probable una vez se aprueben los Presupuestos. El traspaso de nuevas competencias al País Vasco es un clásico de toda negociación de este tipo —con la derecha o con la izquierda— en la que participe el PNV.

Pero lo de política internacional es nuevo y solo podía preverse por la influencia de Podemos en el Gobierno aunque también podíamos pensar que esa influencia no se dejaría sentir tan pronto.

En efecto, la increíble metedura de pata del ministro Ábalos que, además, es secretario de organización del PSOE y probablemente la persona más cercana a Sánchez en el Gabinete, tendrá consecuencias graves porque ha transgredido la política sobre Venezuela de la UE y, de paso, se ha enfrentado a EE UU. ¿Por qué Ábalos, con alevosía y nocturnidad, sin ser materia de su competencia, se entrevistó con una ministra que tenía prohibido volar sobre suelo europeo? Misterio. De momento. Por otro lado, que Nacho Álvarez, segundo de Pablo Iglesias, recibiera a una “ministra” saharaui ya ha tenido consecuencias: la protesta diplomática de Marruecos y la represalia de Argelia que ha aplazado, sin excusa creíble, la visita de la ministra española de Exteriores. En un mes, dos errores de manual con los Estados más cercanos.

Quizás debamos concluir que este Gobierno, además de su debilidad objetiva por su composición y apoyos parlamentarios, tiene otro problema añadido: su bisoñez, descoordinación y amateurismo.

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