Cuando el ‘rock and roll’ es la musa
Referente español del streetwear de autor, Paco Pintón reinterpreta las prendas más simbólicas de la cultura juvenil callejera.
Apoltronado en una butaca de terciopelo, Paco Pintón cabecea al ritmo de Talking Heads. Headbanging, se dice en el argot de la cultura de club. El movimiento es contagioso. De repente, todos los presentes en el taller del polifacético diseñador comienzan a sacudir sus cabezas, un arriba y abajo mecánico y absurdo.
—¿Siempre hay música en el local?
—Siempre. No concibo trabajar sin música.
Paco Pintón (Murcia, 1978) responde al arquetipo del creador eléctrico. Aburrido de su ocupación en una editorial de libros de fotografía y arte contemporáneo (TF Editores), a finales de 2012 decidió profesionalizar su vieja afición de pintar camisetas, el soporte favorito de la moda para hacer explícitos sus mensajes. No es que las suyas los tengan —desde luego, ni políticos ni sociales—, pero como vehículo de expresión propia han calado en ese tipo de buscadores de la distinción y la rareza en la moda gráfica. “El diseño era algo que siempre había tenido en mente desde muy pequeño. Un día, sin pensarlo demasiado, decidí seguir mi instinto y dar un cambio a mi vida”, cuenta. En términos de branding, Pintón es, desde luego, un éxito. “Había hecho camisetas y sudaderas para mis colegas. Y así es como el hobby se fue transformando en negocio. Desde luego que he cambiado desde mis primeras creaciones pintadas a mano alzada por mí mismo hasta las chaquetas de esmoquin, pero ha sido un crecimiento muy natural y orgánico”, cuenta.
Estrena estos días un nuevo espacio comercial en la plaza de Cascorro, 13, en el barrio madrileño de La Latina. Al cambio de taller se le suma además que desde ahora atenderá a sus clientes bajo cita previa, pero la esencia se mantiene intacta. La enorme mesa que preside su rincón de trabajo está llena de folios, tazas, revistas y libros de arte. “Siempre está así. Me gusta trabajar entre el desorden”, dice. En las estanterías, junto a bolsos vintage y piezas de diseñadores afines, descansan sus celebradas camisetas y sudaderas de corte perfecto y producción respetuosa, ordenadas por colores y estampados. Uno de los principales méritos de Pintón ha sido el posicionarse en un mercado, el del streetwear de autor, apenas explorado por estos pagos. “No solo en España, sino en todo el sur de Europa, faltan ese tipo de firmas y diseñadores que apuesten por la moda urbana como un reflejo de cierto estilo de vida mediterráneo. Algo parecido a lo que hacen, por ejemplo, las marcas escandinavas con el diseño nórdico”, concede el creador. “Hueco hay, desde luego. Y además se trata de un producto muy vendible. Solo nos falta más apoyo y mayor visibilidad”.
Homenajes a Virginia Woolf y Oscar Wilde, guiños a la electrónica de baile vía Daft Punk; referencias cinematográficas de culto como Hotel Chevalier, de Wes Anderson, y alusiones a deidades punk del alcance de Siouxsie (aunque sin The Banshees) forman parte de ese pintonverso pop que, amén de sudaderas y camisetas, ahora también contagia jerséis de punto, camisas de chorreras y blusas con lazada de impronta retro. “El streetwear define no solo la ropa que se utiliza para la calle, sino también el modo de usarla y combinarla, que está intrínsecamente relacionada con una cultura joven y aquellas tribus urbanas de los años setenta que iban en contra de lo establecido por el sistema”, relata el diseñador, al que la moda solo le interesa “cuando es la expresión de la individualidad de cada uno”. Lo dice él, que ha creado una impronta que no puede ser más entendible y reconocible: “Puede sonar un poco pretencioso, pero yo diría que sí. Alguna vez he escuchado lo de ‘esto es muy Paco Pintón’. Aunque podría expresarlo de otro modo: mi estilo es fácilmente identificable por esa legión de amigos y conocidos que han apostado fuertemente por llevar mis prendas”.
El imaginario particular de Pintón está regido por sus musas. Sensibilidades artísticas afines como las de Jaime Barcaiztegui, cantante del combo indie gallego White Bats; Willem Loriga, vástago de Christina Rosenvinge y Ray Loriga, o la fotógrafa Inés Ybarra. No solo encarnan el espíritu de la marca, sino que además lo definen. “Mi idea siempre ha sido crear algo que se adaptara a la gente que me rodea y me influye: sus historias, sus vidas…”, explica. Aunque por encima de todo está la música: “No puedo negar la relación entre mis colecciones y el arte, pero lo que ilumina realmente mi proceso artístico es el rock and roll y la estética de los clubes como templos dedicados a la adoración de los audaces y creativos: Grace Jones, David Bowie y Mick Jagger, Donna Summer y el disco, el dance y el techno”. En One More Time, su última colección, colisionan música de baile con toque francés y literatura con acento británico (y subtexto queer), superando por fin ese tropicalismo minimal reconocido como seña de identidad de la firma casi desde sus inicios, igual que el talante fluido por lo que respecta al género. “Concibo mis prendas imaginando cómo le quedarían a hombres y mujeres por igual. Mi idea de la mujer Pintón es muy masculina: me gusta adaptar el armario del hombre para ellas, por eso necesito que sienten bien tanto a unos como a otras”, confirma. Las cazadoras tipo bomber de terciopelo, los trajes de lino y el esmoquin han encontrado su camino en el catálogo Pintón, con vocación de perdurar en el tiempo.
“La moda es algo efímero. Las estaciones se suceden, las tendencias se transmutan y lo que hoy se lleva, mañana estará out. Sin embargo, la individualidad y lo que llamamos estilo, con ese espacio místico y oculto precisamente porque no sabemos de dónde viene, es lo que más me interesa”, reflexiona el diseñador. “Hay personas que lo poseen y otras que no, y no existe base racional para sostenerlo. Y es precisamente este tipo de público el que quiero”.
La expansión de horizontes de Paco Pintón también incluye, claro, otros mercados. El vecino Portugal ya lo tiene ganado, ha colocado una pica en Suecia y quiere conquistar Dinamarca, Francia, Italia y el Reino Unido, no solo online (a través de Pacopinton.com). “No podemos olvidar que existe una convergencia real entre el mundo físico y el digital. Todavía quedan muchas personas, como yo, que necesitan tocar, ver y sentir el producto antes de comprarlo. Creo que hoy día la experiencia de compra por Internet aún está muy lejos de la física”, opina el creador, que se refugia de las veleidades —y no pocos sinsabores— de la industria en, claro, la música, ejerciendo de pinchadiscos. “Lo de DJ no lo concibo como algo separado de mi trabajo de diseñador, sino que forma parte de lo mismo, de mi manera de ser y de expresarme”, afirma. Lástima que la escena de club madrileña no esté en su mejor momento: “Casi no hay nuevos promotores musicales, lo que ha hecho que la ciudad haya desaparecido del mapa clubbing internacional”. Al menos él ha conseguido que la moda baile a su son. Ahora, que su ritmo no pare.
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