La ética de la irresponsabilidad
Es una historia de éxito. Pero llega un momento melancólico en el que debes aceptar que te has convertido en algo distinto a lo que esperabas ser y que también has dejado de ser quien eras
Soy partidario de guardar la tarta y comérmela”, dijo Boris Johnson, y la expresión ha generado la teoría del cakeism. Es un malabarismo que te permite salir del paso: el problema es que, como otras formas de engaño, no puedes mantenerlo indefinidamente. Y corres el peligro de creer tu propia propaganda.
Unidas Podemos se está mostrando llamativamente dócil en las acciones más controvertidas del Gobierno, aunque las diferencias sobre la política migratoria han generado un malestar comprensible. El uso partidista de las instituciones no debería escandalizarlos, porque forma parte de su planteamiento originario: Pablo Iglesias podría decir, como Margaret Thatcher de Tony Blair, que su mejor legado es Pedro Sánchez. Pero sorprende la escasez de críticas ante decisiones como el nombramiento de la exministra de Justicia como fiscal general del Estado.
En lo central se acepta todo, en lo marginal y simbólico se gesticula con vehemencia. A la manera de Quim Torra, Iglesias animó a los agricultores a “seguir apretando” en sus protestas. Estás en el Gobierno y a la vez estás del lado de quienes se manifiestan contra él: es una ética de la irresponsabilidad. Eso significa que no eres partícipe de las decisiones del Ejecutivo y entonces no está claro cuál es tu papel, que eres un socio desleal o que no eres sincero cuando te solidarizas. Los afectados buscan gestión, no una palmada en el hombro. La ambivalencia muestra ante todo tu disonancia cognitiva.
Estas contradicciones se suelen disimular con un chivo expiatorio: lo hacen los Gobiernos europeos con Bruselas, el nacionalismo catalán con Madrid, el secretario de Estado con Hacienda. Pero es un curioso destino para un movimiento que empezó defendiendo la capacidad casi ilimitada de la voluntad política. El PSOE se adueña de las causas y el discurso del progresismo, el ministro de Consumo anuncia que se prohibirá la publicidad de las casas de apuestas, salvo cuando pueda llegar a mucha gente, y quienes vinieron a terminar con el régimen de 1978, más cómodos en el sistema de lo que ellos mismos habrían imaginado, hacen continuaciones amateurs de Al salir de clase en el ministerio. Es una historia de éxito. Pero llega un momento melancólico en el que debes aceptar que te has convertido en algo distinto a lo que esperabas ser y que también has dejado de ser quien eras. @gascondaniel
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