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Asperger, entre la genialidad y los mitos: la realidad del síndrome de Greta

La ciencia dice que las personas con este trastorno pueden mostrarse "inusualmente creativas" a algunos problemas, pero los especialistas sostienen que no es la norma general

Greta Thunberg, activista medioambiental con síndrome de Asperger. En vídeo, las personas con Asperger luchan por el reconocimiento de la discapacidad social.Foto: atlas

Sheldon Cooper, uno de los protagonistas The Big Bang Theory, es una persona de rutinas: va al baño a la misma hora cada día, se sienta siempre en el mismo sitio del sofá —donde la temperatura es perfecta tanto en verano como en invierno, y donde se puede ver la televisión sin reflejos y mantener una conversación sin distracciones—, y tiene una dinámica concreta para cada noche. Es una eminencia en Física Teórica, posee una inteligencia única y no se detiene hasta encontrar la solución ante un nuevo problema. A cambio, no entiende el sarcasmo y tiene serios problemas para relacionarse con otras personas. Muchos son los que han especulado con que el personaje tiene Asperger, un síndrome al que se le atribuyen capacidades excepcionales.

Incluido dentro de los trastornos del espectro autista —que afectan a alrededor de uno de cada cien niños y niñas, según Autism Europe y la Estrategia Española en Trastornos del Espectro del Autismo—, el Asperger afecta principalmente a dos aspectos de las personas. El primero, la comunicación social: desde cómo nos relacionamos con otras personas hasta qué fórmulas utilizamos para hacerlo (la lectura entre líneas o el entendimiento de las sutilezas sociales). El segundo está relacionado con la flexibilidad del pensamiento y el comportamiento, y se manifiesta en patrones repetitivos, rigidez en la conducta, dificultad para afrontar cambios e incluso obsesión sobre aspectos muy concretos. "No es una enfermedad ni una discapacidad intelectual. Al contrario, el funcionamiento cognitivo está en la media o por encima de ella", explica Ruth Vidriales, directora técnica de la Confederación Autismo España, quien subraya que, por todo ello, estas personas pasan, a menudo, desapercibidas para la sociedad. Tampoco tiene rasgos físicos que lo distingan. "Se les puede ver como personas distintas, pero no se sabe explicar por qué. Y se les llega a juzgar como egoístas o poco empáticas", añade la especialista.

Lo contaba en primera persona Greta Thunberg, la joven líder del movimiento contra el cambio climático, en su cuenta de Twitter: "Tengo Asperger y eso significa que a veces soy un poco diferente de la norma". El diagnóstico, continuaba, le había limitado antes de comenzar su huelga escolar para sensibilizar sobre la importancia de cuidar el planeta. "No tenía energía, no tenía amigos y no hablaba con nadie. Solo me sentaba en casa con un trastorno alimentario. Todo eso se ha ido ahora, que he encontrado un significado en un mundo que a veces parece superficial y sin sentido para tanta gente", subrayaba para remachar que, dadas las circunstancias, "ser diferente es una superpotencia". ¿Son en realidad las personas con Asperger extraordinarias?

Del dominio de los idiomas a la acumulación de datos

"Sus cerebros funcionan de forma distinta y eso hace que, en algunos casos, se produzcan modos diferentes de entender la realidad", cuenta Vidriales. Lo demostraron, en 2015, cuatro investigadores británicos en un estudio que buscaba relacionar autismo y pensamiento divergente: sus conclusiones reflejan cómo personas con rasgos autistas destacan por presentar ideas "inusualmente creativas". Ese punto de vista original puede dar la sensación de que son personas que aportan soluciones como solo lo pueden hacer los genios. Y, aunque a veces ocurra, no es la norma. "La realidad es que la creatividad es una de las grandes limitaciones que suele aparecer en el autismo: les cuesta mucho imaginar", destaca Ricardo Canal, profesor de la Universidad de Salamanca y director de su Centro de Atención Integral al Autismo. Eso sí, matiza que algunas personas con Asperger pueden desarrollar actividades imaginativas en el contexto de sus intereses específicos.

Para explicarlo fácilmente, el docente pone ejemplos. El más claro está relacionado con el concepto de suspensión de la incredulidad, acuñado por el filósofo inglés Samuel Taylor en el siglo XIX y que se basa en cómo aceptamos, en nuestro rol de espectadores, las premisas de la ficción. Es decir, que por mucho que sepamos que no existen los dragones, vemos Juego de tronos con total normalidad. "Pero ellos son realistas, parten de hechos, por eso no les atrae la ficción", comenta Canal. De niños tampoco se sienten cómodos en juegos que supongan simbolismo o imaginación. Siempre preferirán un mecano a un juego de representación con una cocinita donde se sirven verduras horneadas a supuestos clientes interpretados por los padres o amigos. "Ahí se sienten ausentes, les afecta mucho", subraya el experto, que destaca cómo las personas con Asperger son literales, no engañan y les cuesta mucho entender la falsedad en la que se sostienen muchas relaciones personales.

Todas estas características —dificultad para representar mentalmente aspectos de carácter simbólicos, literalidad, rigidez, apego a las rutinas, obsesión sobre determinados temas, complicaciones para ver tener una visión global de las cosas o la dificultad ante el cambio— generan un perfil cognitivo especial que les hace ser muy buenos en algunos aspectos. Pueden acumular cantidades ingentes de datos, hablar numerosos idiomas, resolver problemas o conseguir una increíble concentración en los temas que les atraen. Así, hay quien se convierte en un estupendo profesor de matemáticas capaz de trasladar a sus estudiantes la pasión por la materia, y también a quienes elevamos a la figura de genios por ser especialmente buenos en un área concreta, como a Thomas Edison, Albert Einstein, Alan Turing, Isaac Newton y otros grandes nombres de la historia a los que se les relaciona con el Asperger. Pero los mitos son solo eso, mitos. "Hay personajes históricos que podrían estar dentro del espectro, pero solo son especulaciones", aclara José Antonio Peral, director técnico de la Confederación Asperger España (CONFAE). Y, probablemente, nunca lo sabremos. "No se pueden hacer diagnósticos a personas que ya no están", añade.

Habilidades distintas que hay que cultivar desde la infancia

Quienes sí están diagnosticadas, como Greta, pueden servir de ejemplo de cómo las personas con Asperger tienen la capacidad de destacar en algún aspecto y encontrar en él su camino. La joven activista, por ejemplo, ha hallado en la crisis climática un marco en el que volcar todas sus competencias intelectuales y expresarlas con unos recursos sociales que son suficientes. Su labor para visibilizar el trastorno del espectro autista es muy valiosa. "Ayuda a sensibilizar, a darnos cuenta de que hay cosas que no entendemos y de las que conviene no anticipar un juicio previo", destaca Peral, quien insiste en que la condición de Asperger debe estar homologada por un experto. Y advierte de que la supuesta genialidad no siempre es positiva: igual que deslumbran en un tema concreto pueden tener problemas de motivación o concentración en otras áreas de conocimiento o una mayor dificultad en sus relaciones con otras personas.

"Es importante contemplar que en la sociedad tiene que haber diversidad y también debe existir espacio para todo tipo de talentos", añade Ruth Vidriales, y destaca la importancia de una detección precoz para apoyar a estas personas en su aprendizaje en el colegio —donde son víctimas propicias para el acoso escolar— y, más tarde, en la búsqueda de un empleo que, a veces, les cuesta mantener. "Tienen las capacidades para hacerlo, pero aún hay muchos prejuicios, por eso es importante poner en marcha medidas para que las barreras se superen y la igualdad sea efectiva", añade la especialista de la Confederación Autismo España, que agrupa y representa a casi un centenar de entidades que trabajan con individuos con este tipo de trastornos. "Las personas con autismo pueden tener muchas capacidades, talentos muy variados y habilidades de gran utilidad para la sociedad. Hay que cultivarlos desde la infancia y hacer que adquieran valor para la vida de la persona", concluye Ricardo Canal.

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