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Columna
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Pacto de Adviento

El acuerdo entre PSOE, ERC y Unidas Podemos podría actuar como un punto de inflexión y desbloqueo, susceptible de abrir una nueva dinámica transformadora

Enrique Gil Calvo
Desde la izquierda: Marta Vilalta, Gabriel Rufián, Josep Jové, Salvador Illa, Adriana Lastra y José Luis Ábalos, el pasado 10 de diciembre en Barcelona.
Desde la izquierda: Marta Vilalta, Gabriel Rufián, Josep Jové, Salvador Illa, Adriana Lastra y José Luis Ábalos, el pasado 10 de diciembre en Barcelona.M.Minocri

En esta semana podremos empezar a saber con mayor certeza si hay esperanzas de que llegue a consumarse el que bien podríamos llamar “Pacto de Adviento” entre Junqueras, Sánchez e Iglesias, que si llegase a buen puerto podría cerrar el actual bloqueo político abriendo un nuevo tiempo para nuestro país, lleno de incertidumbre pero también de esperanza. Esa posibilidad depende de dos factores: del dictamen del Tribunal de Justicia de la UE, que se dictará el jueves, y de la valentía política con que la cúpula de ERC afronte sus consecuencias, para decidirse por la abstención o por la negativa a la investidura de Sánchez. Éste sí está demostrando tener la temeridad necesaria para enfrentarse al coro de críticas y ataques que se lanzarán contra él por atreverse a pactar con el anticristo separatista. Pero en cambio no parece que Junqueras tenga la misma capacidad de liderazgo para apostar por el pacto contra la oposición de sus militantes y rivales.

Es verdad que, de celebrarse, ese Pacto de Adviento supondría un gran riesgo para sus firmantes, tanto tirios constitucionales como troyanos insurgentes. Pero también representa ciertamente una oportunidad. Pues no se trata sólo de la única posibilidad de investir a Sánchez poniendo punto final al impasse de estas dos legislaturas, lo que ya de por sí significaría un mal menor frente a la indeseable alternativa israelí de acudir a terceras elecciones. Sino que además permite hacer de necesidad virtud, aprovechando la ocasión para intentar superar el bloqueo político que viene sufriendo nuestro sistema político a lo largo del actual decenio que concluye al final del año. Pues ese Pacto de Adviento podría actuar como un punto de inflexión y desbloqueo, susceptible de abrir una nueva dinámica transformadora que suponga un cambio de rumbo alternativo al estéril y agotador procés seguido hasta aquí. Un cambio dotado del suficiente momentum (en su sentido genuino de impulso sostenido, no del usado por Torra como simple ventana de oportunidad) cuyo efecto de arrastre potencie la voluntad reformista capaz de regenerar el régimen de la transición.

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Algo así como un nuevo Tripartito, pero que no sirva de repetición del anterior de 2003 (origen remoto del malhadado procés), pues esperemos que los mismos actores entonces concernidos, PSOE, ERC y ECP (heredero de ICV), hayan aprendido la lección y sepan rectificar o al menos evitar los errores entonces cometidos. Sobre todo, hay que evitar por todos los medios el caer en otro nuevo Pacto del Tinell, que al tratar de excluir al PP de nuestra escena política abrió la caja de Pandora de este ciclo de deriva destructiva abierto hasta aquí. Pues hoy se precisa integrar al PP no en este Pacto de Adviento que ahora se anuncia pero sí en la futura reforma de nuestro sistema democrático, que sin su participación abortará cayendo en el fracaso.

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