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Lotería de Navidad: milagros y desgracias que ocurrieron un 22 de diciembre

Del mago que predijo el Gordo al marinero que rechazó un décimo premiado pasando por la sorprendente aventura de El Triste. Una veintena de historias de una jornada que paraliza España

Montaje con imágenes del bombo donde salen los números, la Diosa de la Fortuna y los niños de San Ildefonso.
Montaje con imágenes del bombo donde salen los números, la Diosa de la Fortuna y los niños de San Ildefonso.Montaje: Blanca López-Solorzano

Desde su instauración en 1892, el sorteo más popular de la Lotería Nacional, cuya facturación supone el 30% de lo recaudado por esa organización anualmente, ha dado lugar a infinidad de anécdotas como las que recordamos a continuación.

– Los marineros que prefirieron coñac a un décimo (que luego fue el Gordo)

Es habitual que las tripulaciones de los barcos compren lotería en los puertos donde recalan a lo largo de su travesía. En 1967, una tripulación de Barbate (Cádiz) ganó el Gordo de la Lotería de Navidad gracias al décimo que habían comprado durante su estancia en Málaga, según informó en su día el diario ABC. En otros casos, sin embargo, los marineros le han lado la espalda a la fortuna. Así sucedió en 1957 con El Castillo de Butrón, un barco que, antes de poner rumbo a Dakar (Senegal) para realizar tareas de pesca, solía comprar las provisiones para el viaje en una tienda de Bermeo (Vizcaya). La propietaria, Ramona Barrena, repartió gratuitamente participaciones del 53.414 entre sus clientes habituales. Sin embargo, los marineros del citado barco, en lugar de lotería, prefirieron dos botellas de coñac que Ramona les regaló gustosamente. Como comentaba la prensa tras el sorteo en el que el 53.414 fue afortunado con los treinta millones de pesetas del Gordo, “esas dos botellas les han costado 675.000 pesetas”.

– El primer sorteo televisado

1957 fue el primer año que se retransmitió el Sorteo Extraordinario de Navidad por televisión, medio que había iniciado sus emisiones en octubre de 1956, según cuenta Francisco José Montes Fernández en Historia de televisión española. El Salón de Loterías de la calle Guzmán El Bueno de Madrid acogió por primera vez las cámaras, los focos, el voluminoso equipo de edición y todo el personal necesario. La televisión ocupó tanto espacio, que los reporteros de medios escritos se quedaron sin su sala de prensa y tuvieron que seguir el sorteo desde las redacciones, principalmente a través de la radio, habida cuenta de que, a finales de 1957, el número estimado de televisores en España no superaba las 12.000 unidades.

– Sobrevivió a la guera, al campo de exterminio, se exilió... y viajó todos los años a presenciar el sorteo

El día del sorteo de Navidad, el espectáculo no solo está en el escenario con los bombos y los niños de San Ildefonso. En el patio de butacas del Salón de Loterías, en origen, y del Teatro Real en la actualidad suceden cosas curiosas. Por ejemplo, el desfile de personas que acuden disfrazadas. De entre todas ellas, destacó Salvador Benítez que, durante más de dos décadas, se desplazó a Madrid desde su casa en Francia para lucir sus llamativas levitas repletas de botones, como recogió La Vanguardia en 1993. A Benítez nunca le tocó la lotería y tampoco se puede decir que hubiera tenido demasiada suerte en la vida. Exiliado tras la Guerra Civil, se refugió en Francia donde colaboró con la Resistencia hasta que fue detenido y enviado al campo de exterminio de Mauthausen. A diferencia de otros prisioneros, Benítez sobrevivió y rehizo su vida en Francia. En 2001 anunció que ya no regresaría más al sorteo, no por falta de ganas sino de fuerzas. Tres años después, falleció en su domicilio francés a la edad de 86 años.

– La chiripa de la chirigota

Son muchos los que esperan que el Gordo les permita hacer realidad sus sueños. Si se repasan los testimonios de los afortunados con ese u otros premios menores a lo largo de los años, la compra de una casa es el deseo más extendido entre los españoles, seguido por ese de “tapar unos agujerillos”. Sin embargo, también hay sueños que resultan, si no más extravagantes, sí más originales. Por ejemplo, el de la chirigota Los Caperucitos Enrollaos, que como informó EL PAÍS en 1982 emplearon el premio obtenido en el sorteo de Navidad de 1982 en costearse los disfraces con los que actuar en el carnaval. Querían ir de toreros y lo consiguieron.

– Reivindicaciones laborales y espontáneos efusivos

Además de para lucir disfraces y palmito, el Salón Nacional de Loterías ha servido como escenario para actos efusivos y reivindicaciones laborales. Entre los primeros destaca un espontáneo que, en 1983, subió al escenario con intención de saludar al respetable que llenaba el lugar y regalar una ensaimada a los niños que estaban en ese momento cantando los números, según contó el ABC. Entre los segundos, un grupo de trabajadores de Chrysler que, en 1979, desplegaron una pancarta con intención de que fuera captada por las cámaras de televisión e informar así a toda España del conflicto laboral en el que estaban inmersos. En cuanto vieron la pancarta, las cámaras enfocaron a otro lado y, tras los silbidos y abucheos de un público más preocupado por el azar que por la lucha de clases, los trabajadores abandonaron pacíficamente el lugar.

– Se encerraron para protestar por la precariedad laboral y salieron de allí siendo millonarios

Aunque a los empleados de Chrysler no les sirvió de mucho, en ocasiones la Lotería de Navidad ha solucionado algún que otro conflicto laboral o, al menos, ha aliviado la situación agónica que vivían algunos trabajadores. Según narraba una noticia del diario ABC del 23 de diciembre de 1978, los empleados de la fábrica de muebles Malia, en la madrileña carretera de Fuenlabrada a Pinto, acudieron a su puesto de trabajo la mañana del 22 de diciembre, con la intención de iniciar un encierro para demandar a la empresa que abonase la extra de Navidad. A media mañana, el encierro se desconvocó cuando la plantilla y los propietarios de la empresa comprobaron que el número al que jugaban había sido premiado con el Gordo. Los trabajadores, que llevaban menos cantidad, consiguieron un pellizco y, finalmente, cobraron la extra; los propietarios, sin embargo, se estima que ganaron más de setecientos millones de pesetas, alrededor de cuatro millones de euros. Unos años después, en 1985, uno de los premios de la Lotería cayó en la Editorial Bruguera que, por entonces, no pasaba su mejor momento. “Me han tocado dos millones”, contaba uno de los trabajadores agraciados, “pero lo que más me alegra es que prácticamente todos los compañeros jugaban. Y, tal como estamos, el premio nos cae como agua de mayo”. A pesar de ese balón de oxígeno, la editorial cerraría sus puertas unos meses más tarde, en 1986.

– El Testigo de Jehová que se quedó sin Gordo porque sus creencias no le permiten participar en juegos de azar

Es difícil no comprar lotería de la empresa en la que se trabaja. El miedo a quedar fuera de un reparto de millones que puede marcar la diferencia entre seguir fichando todas las mañanas o dedicarse a la holganza, es superior al esfuerzo económico que supone adquirir el décimo. Que se lo digan si no a esos tres trabajadores de la Telefónica de Sevilla que, por estar de baja laboral dos de ellos y por haberse tomado el día libre el tercero justo cuando se repartieron los décimos, se quedaron sin ellos y no percibieron ni una peseta del Gordo de 1982, tal y como recogió en sus páginas el ABC. El resto de los empleados, sin embargo, pasearon a hombros por las instalaciones a Fernando Vázquez, que había elegido el número. Una cosa semejante sucedió en 1977 en la delegación madrileña de la Asociación Mercantil Española, en la que todos los trabajadores menos uno llevaban participaciones del Gordo. El que no fue agraciado, sin embargo, lo hizo consciente de ello: era Testigo de Jehová y esa religión no permite los juegos de azar.

– Le tocó el Gordo justo cuando le estaban multando y...

A lo largo de la historia del Sorteo Extraordinario de Navidad, los medios de comunicación han dado buena cuenta de cómo los agraciados han recibido la noticia de que les ha tocado el Gordo. Algunos han sufrido desmayos, otros amagos de infarto, otros más han estado a punto de tener un accidente de circulación e incluso hay documentadas contracciones de parto. Sin embargo, la reacción tal vez más curiosa fue la experimentada en 1970 por Manuel Peromarte, dueño de una granja de aves de Zaragoza, que se enteró de que le había tocado el Gordo –según se detalló en el ABC– mientras discutía con un policía que se disponía a multarle por haber dejado mal aparcada la furgoneta con la que repartía su mercancía. Ante semejante noticia, Manuel decidió pagar la multa en el momento y regalarle un pollo al agente.

– Cuando a la policía le tocó el Gordo con Santiago Carrillo

Hablando de agentes de la autoridad, hay que recordar que Santiago Carrillo fue detenido la tarde del 22 de diciembre de 1976, el mismo día del Sorteo Extraordinario de Navidad. El líder comunista, que estaba clandestino desde la Guerra Civil, fue capturado en las inmediaciones de la calle López de Hoyos de Madrid ataviado con su famosa peluca. Para la policía debió de ser como si le tocase el Gordo.

– Los fraudes en las participaciones, ese clásico

Los fraudes en las participaciones son casi tan habituales en el sorteo de Navidad como el que se caiga una bola cuando se están introduciendo en el bombo. Son muchos los casos de personas que deciden lucrarse vendiendo participaciones de un número que no han comprado, con la esperanza de que no toque y así nadie descubra el engaño. Uno de ellos fue Manuel Emilio Fernández Almagro que, en 1979, escribió en un talonario un número al azar y se dedicó a vender participaciones por Sevilla a 500 pesetas cada una hasta que fue detenido por la policía. En otra ocasión, el denunciado no fue el vendedor de las participaciones sino la administración de loterías. Sucedió en 1972, cuando Pascual Miralles, que había reservado 40.000 pesetas en décimos para dividir en participaciones, se encontró con la sorpresa de que, cuando fue a recogerlos, la administración barcelonesa de Vía Layetana donde los había apalabrado ya los había vendido. Para evitar problemas, Miralles denunció a la administración. Aunque la noticia tuvo repercusión durante las fechas del sorteo, pasada la fiebre navideña, los medios no volvieron a informar del desenlace.

– Las administraciones de lotería como recompensas del Régimen

En las informaciones sobre el Sorteo Extraordinario de Navidad se solía mencionar la identidad de los propietarios de las administraciones de lotería, unos negocios que, en muchos casos, sirvieron al régimen franquista para pagar favores o compensar a viudas de militares del bando nacional fallecidos en la Guerra. De este modo, buceando en la hemeroteca es posible encontrar administraciones a nombre de la hija del General García de la Herrán, militar que se levantó contra la República en el alzamiento de Sanjurjo de 1932 y que falleció posteriormente en el Cuartel de la Montaña en 1936; a nombre de la viuda de José Luis Pérez Mogena, chófer de Carrero Blanco que murió en el atentado junto al almirante; o a nombre del chófer de Franco que, después de 25 años de servicio para el dictador, fue recolocado en una administración en la mismísima Puerta del Sol de Madrid.

– La fantástica historia de El Triste

El Sorteo de Navidad ha ido transformándose al tiempo que cambiaba la sociedad. En las décadas pasadas, el bajo poder adquisitivo de los españoles hacía que fuera más frecuente adquirir participaciones de décimos que décimos completos. De igual forma, la precariedad laboral obligaba también a que muchas personas se ganasen la vida, o al menos un sobresueldo, vendiendo décimos o participaciones de manera ambulante, cargando una pequeña comisión al comprador. Ese era el caso de vendedores como El Tío Alfileres, que repartió el Gordo en 1986 o El Triste, que lo repartió en 1962. Antes de vender lotería y de ser El Triste, José Egea Rubio vendía verduras. Una de las clientas nunca le pagaba. “El fiado de un día y otro me ponía más serio de lo que soy. Ella, después de no soltar una peseta, me decía: ‘No se ponga triste, nombre; hay que ver lo triste que es usted”, relataba Egea a los periodistas. Y explicaba que ese año estaba menos triste porque las ventas del décimo que llevaba no habían sido buenas y, al llegar la fecha del sorteo, se tuvo que quedar con varios que no había conseguido vender. Y ese número salió premiado. Gracias a eso, lo que en un principio iban a ser pérdidas se convirtieron en varios millones de pesetas de beneficio.

– El hombre que se atrincheró en la administración al grito de: "Cuando no tenía nada nadie me hacía caso"

El Triste vivía en el tercer piso del número 12 la calle Abedul en el barrio sevillano de Torreblanca. Lejos de ocultar su identidad o de ser prudentes a la hora de tratar los datos personales de los agraciados para evitar robos, secuestros o cualquier otra amenaza, la prensa de los años 60, 70 y 80, así como los afortunados, no dudaban en proporcionar sus nombres y direcciones completas. Lo extraño era, justamente, ser prudente, como demuestra la anécdota acontecida con un agraciado con el Gordo de 1985, que se atrincheró en la administración de loterías donde había comprado su décimo y no quiso atender a la prensa alegando lo siguiente: “Cuando no tenía nada nadie le hacía ningún caso, y que ahora era él quien no quería saber nada con nadie”.

– Famosos afortunados

La lotería de Navidad no solo toca a personas anónimas. También ha habido famosos que han sido afortunados con el Gordo o algún premio menor. Sin llegar a los extremos de Ángel Matanzo, controvertido concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Madrid al que le tocaba casi todos los años, algunos de los afortunados han sido Ignacio Bayón, exministro de Industria y Energía con Adolfo Suárez y Calvo Sotelo; el torero Manuel Benítez El Cordobés; el actor Manolo Gómez Bur, o José Maya, dueño de la Editorial Sedmay, al que le tocaron alrededor de sesenta millones de pesetas en 1977, algunos de los cuales fueron repartidos entre amigos y colaboradores de la editorial.

– Cuando nadie compra un número por "feo", y toca

Otro clásico de la lotería de Navidad es afirmar que "un número es feo". Un detalle que dificulta su venta, aunque son muchos los casos en los que esos números poco agraciados han recibido importantes premios. En 2002, varias administraciones de Granada tuvieron problemas a la hora de vender el 00091 que, finalmente, ganó un cuarto premio. Lo mismo les sucedió un año más tarde a varias administraciones de Ourense, que devolvieron décimos del 02150 porque la gente pensaba que era un número feo y que acabó recibiendo un quinto premio. Cuando los décimos se devuelven a Loterías y Apuestas del Estado y no son reclamados por otra administración, el beneficiario del premio es la Agencia Tributaria, que no tiene que abonar la cantidad correspondiente. Sirva como consuelo que, en esos casos, ganamos todos.

– El abonado que se desabonó

Son abundantes también los casos de personas que, después de años jugando al mismo número y hartos de no obtener premio alguno, deciden abandonarlo justo el año en el que toca. Así le sucedió a un soriano, abonado al número 24.746 que, tras diez años de fidelidad, se dio de baja en agosto de 1987, apenas unos meses antes de que fuera agraciado con el segundo premio de ese año.

– Comprar lotería de Navidad en verano

Algunas de las crónicas de décadas pasadas que narran lo sucedido en la jornada del 22 de diciembre suelen resaltar como algo excepcional que los décimos premiados se habían adquirido en septiembre u octubre. Con ello dan a entender que, antiguamente, no era habitual adquirir los décimos con tanta antelación. Este hecho contrasta con la situación actual, en la que la venta de décimos para el Sorteo Extraordinario de Navidad comienza en pleno verano, aprovechando que la gente se desplaza de su residencia habitual para pasar las vacaciones en otra localidad y piensa eso de: “¿Y si cae aquí?”.

– Bromas que pueden provocar infartos

La lotería y todo lo relacionado con la fortuna es campo abonado para las supersticiones. Las agencias de noticias, por ejemplo, se hacían eco en 1977 de un directivo de banca de Bilbao que le había pedido a un amigo de Madrid que le comprase décimos del 34.571 y que se los enviase por correo, no sin antes pasárselos por la espalda a una persona jorobada. Quiso la suerte que el décimo fuera premiado con el Gordo y que esa superstición de bastante mal gusto lejos de olvidarse, se perpetuase. Más simpática fue la inocentada que Diario 16 preparó a sus lectores el 28 de diciembre de 1989. Esta era la noticia: “La Audiencia ordena repetir el sorteo de la lotería de Navidad por irregularidades en el recuento de bolas”. Para tranquilidad de los que habían obtenido premios el día 22 diciembre, todo era una broma.

– La polémica con el número que acertó el mago Anthony Blake

Es habitual que todos los años aparezcan en los medios futurólogos que aseguran saber cuál será el número premiado con el Gordo. En 1979, una pitonisa, de la que no trascendió su identidad, afirmó que el Gordo caería en Carmona, provincia de Sevilla, en el número 47.532, pero no acertó ni el reintegro. Hablando de reintegros, en 1986 Rappel vaticinó que el primer premio del sorteo acabaría en 2 y se vendería en Málaga. Para sorpresa de todo el mundo, el mago madrileño acertó, ya que ese año el Gordo cayó en el número 03772, algunas de cuyas series se vendieron en Archidona, provincia de Málaga. En 1988, un futurólogo del que los medios no dan su nombre afirmó en RTVE que caería un premio en Leganés. La predicción era tan etérea que, efectivamente, cayó un quinto premio en esa barriada madrileña. En 1991, Rappel volvió a acertar con otra vaga predicción que afirmaba que el Gordo caería en “unos grandes almacenes” y posteriormente muchos de los trabajadores de Galerías Preciados fueron agraciados con el premio. Sin embargo, en 1993, lo volvió a intentar atreviéndose a dar un número en concreto, el 46.156, y falló. En todo caso, nada de esto puede compararse a la performance desarrollada por Anthony Blake en colaboración con Antena 3 en 2002. El mentalista se comprometió a acertar el número del Gordo de ese año que, una vez escrito en un papel, fue introducido en una urna custodiada las 24 horas del día por seguridad privada y cámaras de la cadena de televisión que emitían la señal por internet. Cuando la urna fue abierta, el número coincidía pero, según informaciones del El Mundo, el papel original había sido cambiado por una persona de talla reducida oculta en la peana sobre la que estaba colocada la urna.

– Alto y Gordo

El número más alto en el que ha tocado el Gordo fue el 79.250. Sucedió en 2010 y, según recogió la prensa, también influyó la magia. En declaraciones a los medios, los responsables de la administración La Mexicana de Alcorcón afirmaron haber contratado a la Maestra Ayala, una médium que, durante dos meses, acudió al local de loterías para generar buenas vibraciones y atraer la suerte. Si bien la Maestra Ayala nunca se decantó por uno u otro número, sí que afirmó que el Gordo caería en ese local, y cayó.

– Contra la magia, estadística

Los responsables de la administración Loterías Pedrolo, de San Pedro del Pinatar (Murcia), convencieron a los vecinos de esa localidad para utilizar la estadística de cara a aumentar las posibilidades de que alguno de los grandes premios del Sorteo de Navidad de 2016 cayese en el pueblo, como informó RTVE. Para ello sugirieron los vecinos que iban a comprar lotería que adquirieran cada uno un número diferente, lo que incrementó las posibilidades en más de un 90%. Al final fueron más de 19.000 los décimos vendidos, que dejaron en San Pedro del Pinatar más de un millón y medio de euros repartidos entre un cuarto premio, dos quintos y varias pedreas.

– La fortuna en Fortuna

En 1964, el Gordo cayó en el pueblo murciano de Fortuna, algo que no deja de tener toda la lógica. Así lo contó La Verdad de Murcia. Los décimos fueron adquiridos por el alcalde del lugar, que los vendió en participaciones como forma de ayudar a la financiación del ayuntamiento.

– La lotería como motivo literario

Como es de esperar tratándose de una tradición tan arraigada en la sociedad española, la Lotería Nacional también ha formado parte de las obras literarias. Por un décimo de lotería capicúa de sietes y cincos, empeñó Max Estrella su capa para después morir aterido de frío en Luces de Bohemia. Por su parte, Francisco Casavella hizo que fuera el sorteo de Navidad, concretamente el del 22 de diciembre de 1975, el que cambiase la fortuna de la familia protagonista de Un enano español se suicida en Las Vegas. A partir de ese día, los Losada abandonarán su pequeño y oscuro piso para trasladarse a una casa en la avenida del Tibidabo. Un cambio de vida que afectará a los miembros de la familia de manera desigual. Mientras que Carlos, el hijo mayor, aprovechará la bonanza para convertirse en un gamberro y un jugador, Ignacio, el pequeño, se revelará como un estudiante modelo de arquitectura que está a punto de seguir su carrera profesional en Estados Unidos. Para saber si finalmente Ignacio toma el vuelo hacia ese futuro prometedor, acudan a su librería de confianza o a la biblioteca pública más cercana.

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