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Rupert Everett: “Nunca he estado de acuerdo con que solo los actores gais podamos hacer papeles gais”

Everett iba a ser la primera superestrella gay de Hollywood hasta que su carrera se truncó. Ahora disfruta de algo mejor: una provechosa madurez como actor y escritor que ironiza sobre sus fracasos

Rupert Everett
Jo Metson

“No sabes cuánto lo siento”, irrumpe el actor Rupert Everett (Inglaterra, 65 años), que llega media hora tarde a nuestra entrevista, y añade, claramente mortificado: “Mi agente me dio la hora equivocada”. Son las 10 de la mañana en el elegante barrio londinense de Bloomsbury. El café donde nos hemos citado está a la vuelta de la esquina del apartamento del actor y ha llegado corriendo, vestido con una vieja pelliza y pantalón de chándal. En seguida se muestra abierto y simpático, un poco cotilla, deliciosamente maligno y con ganas de hablar.

Para cualquiera que supere los 40, Everett es un famoso intérprete avalado por medio siglo de carrera. Su primer papel importante fue el del agente doble Guy Burgess en Otro país: corría 1984 y el mundo se desmayó ante aquel joven galán con cuello de cisne y labios sensuales. A partir de entonces, comenzó a aparecer en películas y obras de teatro muy bien recibidas, en un ascenso que parecía destinado a eclosionar en 1997 con su papel junto a Julia Roberts en La boda de mi mejor amigo. Como hombre abiertamente homosexual, aquel personaje —un joven gay, guapo, irónico y esnob— parecía destinado a lanzarle al estrellato. Pero las cosas se torcieron solo tres años después con Algo casi perfecto, un vehículo de Madonna coprotagonizado por Everett: el actor se enfrentó a la cantante, la crítica y el público rechazaron la película y la estrella del británico, de pronto, se apagó.

El trabajo empezó a escasear para Everett, ya encasillado en el mismo tipo de papel y durante años con la etiqueta de ser casi el único actor importante públicamente gay, y entonces comenzó a escribir. Primero publicó una serie de agudas autobiografías y ahora, gracias a su último libro, una colección de relatos cortos titulada The American No (Abacus, todavía no traducido al español), se ha consagrado como autor. Everett sabe vestir como ficción las conclusiones y las derrotas vitales que ha ido acumulando: El no americano trata, de hecho, sobre “ideas fracasadas”. El título alude a cómo le hacían sentir los productores estadounidenses cuando escuchaban sus propuestas, le soltaban un par de palabras cordiales y un apretón de manos para, al final, decirle que no.

Rupert Everett posa para ICON en su casa de Londres.
Rupert Everett posa para ICON en su casa de Londres. Jo Metson

Everett se ha convertido en un experto en papeles de corte aristocrático: astutos nobles, iconos históricos como Oscar Wilde o, según dice, excéntricos que no necesitan ser guapos. El año pasado interpretó al colorido Giorgio Barbieri en Emily en Paris, y tiene por estrenar la película Madfabulous, que cuenta la historia de Henry Paget, el glamuroso y extravagante marqués de Anglesey, que dilapidó su fortuna a principios del siglo pasado. El actor se levanta en busca de un sándwich de queso fundido y vuelve bajando las escaleras, todo brazos y piernas, con ese lúgubre acento de clase alta que retumba en todo el local: “¿Por dónde te gustaría empezar?”.

Dicen que el diablo está en los detalles y su último libro está lleno de ellos. ¿Siempre fue tan observador? Debe venir de la escuela de interpretación, siempre nos decían que nos fijáramos en la gente cuando íbamos en el autobús y cosas así. Como soy muy vago, eso es lo que me parecía más divertido de las clases. Pero siempre he sido curioso. Tengo mi propia mirada, me encanta interpretar a las personas y tengo buena memoria. No para lo que pasó ayer, claro, pero sí para lo que ocurrió hace 20 años.

Cosas de la edad. ¡La decrepitud!

Pero dicen que se encuentra en plenitud de facultades. ¿Cómo le suena? Creo que nací para ser viejo. Y creo que estoy hecho para ser un actor viejo. Hace poco recorté una página del libro de Shirley MacLaine que me pareció genial. A los 50, decidió —con muy buen criterio, porque es muy estrafalaria— dejar de intentar parecer más joven, como hace todo el mundo, e intentar ser más vieja. Yo me he propuesto lo mismo. Quiero interpretar a un personaje de 95 años y acordarme del guion. Lo haré muy bien, cosa que probablemente sea difícil para alguien que tenga 95 de verdad.

De modo que, en realidad, la edad no importa. En algunos sentidos creo que tengo más capacidad. Ofrezco buenas interpretaciones. Y quiero seguir haciéndolo.

Ha dicho que no le gusta ni mirarse al espejo ni que le hagan fotos. Exacto, si puedo evitarlo.

Durante años trabajó como modelo. Muchas veces. Era fácil.

Rupert Everett
Jo Metson

Ha conseguido transformar sus fracasos en éxitos. Al menos han quedado registrados. Creo que las cosas que me interesan están un poco desconectadas del mundo. Por ejemplo, me interesan mucho los documentales, pero no me han aceptado ninguna propuesta últimamente porque todo el mundo quiere hacer lo mismo y yo estoy cansado de los documentales de celebrities. No pasa nada. Supongo que soy un poco raro.

¿Le gusta dar entrevistas? Sí, es mejor que ir al psiquiatra. Puedes ordenar tus propios pensamientos. Reafirmarte.

Supongo que significa que la gente quiere oír lo que tiene que decir. Sí, eso es alentador, aunque hoy en día, obviamente, hacer entrevistas se ha convertido en una trampa. Te arriesgas a decir lo que no debes. Pero si no estás en las redes sociales, como es mi caso, es muy probable que desaparezcas. Así que, para mí, es importante seguir comunicándome de la única forma en que estoy preparado para hacerlo.

¿Qué opina de las redes sociales? Me aburren. Son horribles. No me gusta esa idea de exponerse ante el mundo, y tampoco creo que se ofrezca una imagen correcta. Es alienante. La gente intenta que su vida parezca algo que no es, como si estuvieran constantemente en promoción. Supongo que de esto tenemos la culpa los que pertenecemos al universo de los famosos. TikTok e Instagram nos han dado una visión del mundo muy extraña. Nos han hecho ingobernables.

¿Somos más extraños ahora? Creo que la sociedad se ha hecho vengativa, puritana y mal informada.

¿Por qué cree que es? La corrección política, que desembocó en lo woke. Este tipo de pensamiento neomarxista que se da en las universidades sobre cómo se supone que debemos ver el mundo... Los humanos somos violentos, en eso consistimos, y esa violencia se manifiesta en forma de venganzas y crueldad verbal.

Rupert Everett reclinado en el salón de su hogar en Londres.
Rupert Everett reclinado en el salón de su hogar en Londres.Jo Metson

Creo que en el pasado la gente disfrutaba leyendo sus entrevistas porque eran muy espontáneas y descaradas. Sí, y porque soy camp.

¿En algún momento le molestó que le vieran como una especie de polémico profesional? Creo que nunca he intentado escandalizar. Quizá hace 20 años salir del armario y ser gay se consideraba algo chocante. Más allá de eso, todo lo que he hecho ha sido decir alguna que otra cosa graciosa sobre alguien.

¿Como lo de comentar los lóbulos de Tom Cruise, o la falta de ellos? Ah, sí. Los lóbulos de Tom Cruise.

¿Sigue siendo un problema ser un actor públicamente gay? Ya no lo sé. Soy mayor. Cuando tienes mi edad, dejas de salir e interactuar con el mundo. Es evidente que las cosas son mucho más fáciles ahora, lo cual está muy bien. Ha habido muchos papeles para actores más jóvenes. ¡Lo malo es que hay 60.000 viejos pajarracos como yo compitiendo a duras penas por dos o tres personajes!

Las cosas han cambiado: ahora se ven actores heterosexuales que hacen de gais, como Josh O’Connor o incluso Tom Hardy. En el pasado los actores heterosexuales no querían interpretar esos personajes. Luego, de repente, empezaron a pensar: “¡Ah! Me encantaría hacer un papel gay”. Y entonces, ocurrió lo inevitable, que muchos gais dijeron que solo nosotros debíamos interpretar estos papeles. Pero yo nunca he estado de acuerdo con eso. Quien rueda una película tiene que poder decidir con quién quiere trabajar. No creo que se puedan dictar según qué cosas.

¿Qué actores le gustan? ¿Qué opina de Paul Mescal? ¡Me encanta! Me encanta Paul Mescal. Me encantó Desconocidos (2023). Hacía mucho tiempo que no me gustaba tanto una película, la vi dos veces seguidas, cosa que no había hecho en años. Ninguno de los dos protagonistas da ni un paso el falso. Y el padre, ¿cómo se llama, el de Billy Elliot?

Sobre la chimenea, recuerdos del actor Rupert Everett en su casa de Londres y la pintura Golden Day, de Ed Grey.
Sobre la chimenea, recuerdos del actor Rupert Everett en su casa de Londres y la pintura Golden Day, de Ed Grey.Jo Metson
Retrato de Kate Moss, obra de Baillie Walsh, en la casa londinense de Rupert Everett.
Retrato de Kate Moss, obra de Baillie Walsh, en la casa londinense de Rupert Everett.Jo Metson
Acuarelas porno de Michael Kirwan en un rincón de la casa de Rupert Everett en Londres.
Acuarelas porno de Michael Kirwan en un rincón de la casa de Rupert Everett en Londres.Jo Metson

Jamie Bell. ¡Jamie Bell! Está maravilloso. Y también me encanta ella, Claire Foy. Es una de mis películas favoritas, la adoré.

¿Hay cosas de las que se aburra de hablar? ¿De Madonna, por ejemplo? En realidad no tengo nada que decir. Además, embarra las cosas. Hay que tener cuidado. Yo estoy aquí para hablar de mí. Lo que ocurre con personajes como ella es que se apoderan de toda la narrativa de la entrevista. Así que, en ese sentido, exacto, no es la persona de la que más me apetece hablar.

¿Cuál es su relación con España? Me muero por trabajar más allí. Una de mis grandes decepciones es no haber rodado con Pedro Almodóvar en su día, o incluso ahora. Me encanta Pedro. Debería haber conseguido el papel de Tilda Swinton en La habitación de al lado.

Pedro, ¿estás escuchando? Incluso pensé en mudarme a España. Lo que pasa es que no podría vivir en Madrid porque cenan muy tarde y yo soy incapaz, no encaja con mi nueva vida tranquila. Pero me encanta Madrid, me encanta Sevilla y me encanta Barcelona. Incluso me encanta Marbella. Me veo viviendo en un pueblecito español algún día.

Tienen un envidiable estilo de vida. Y tienen tiempo para los demás. Pueden hablar durante una hora sobre algo mundano y hacerlo interesante.

¿Qué echa de menos de ser más joven? Echo de menos el Londres de los años setenta, tenía algo mágico. Recuerdo que cuando empecé a ir a bares gais, con 17 años, me daba cinco vueltas por el local, asegurándome de no encontrarme con gente que conocía. Me encantaba un pub llamado The Coleherne, en Earls Court. Cuando ibas a estos bares pasabas a formar parte del grupo de gente que se atrevía a ir. El público no solo era de cabezas rapadas, nuevos románticos u hombres de negocios de clase media, iba todo el mundo: delincuentes, clérigos, de todo. Fue una época emocionante.

Un busto del escritor ruso Maxim Gorky en la casa londinense de Rupert Everett.
Un busto del escritor ruso Maxim Gorky en la casa londinense de Rupert Everett.Jo Metson
Detalle de la casa de Rupert Everett en Londres: libros de Versace y 'Autobiografía de la reina', de Emma Tennant.
Detalle de la casa de Rupert Everett en Londres: libros de Versace y 'Autobiografía de la reina', de Emma Tennant. Jo Metson
El rincón del cóctel en la casa de Rupert Everett.
El rincón del cóctel en la casa de Rupert Everett.Jo Metson

Creo que los bares gais están un poco desvirtuados. No sé cómo serán hoy, pero de todas formas ya no quedan sitios donde ir.

Quizás ya no sean tan necesarios como antes. ¿Pero acaso existen?

Sí, pero en su mayor parte creo que son muy turísticos y poco retadores. No tengo ni idea. He pasado a un nuevo capítulo de mi vida. En cierto sentido, me encanta aquella época, pero no me identifico con el personaje que era entonces, aquel tipo sexualmente compulsivo que fui. Pero eso significa envejecer. Hasta ahora, estoy disfrutando de la nueva etapa. Es más tranquila y más reflexiva.

¿Supongo que la tranquilidad es necesaria para escribir? Sí, y a medida que envejeces baja la energía. Cuando eres joven tu cerebro nunca se cansa, no paras de disparar ideas. Pero ahora quiero pasar el día dando cabezadas como un perro viejo.

Y, sin embargo, está en su momento. ¡Ja! Es verdad que tengo muchas cosas entre manos: películas, series, el libro. Pero lo que eso significa es que tengo que volver a dar la cara, hablar con periodistas y responder de la forma más honesta y directa que pueda.


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