Lemebel: el hombre que llamó a las barricadas y cuyas proclamas se gritan hoy en las calles
Un documental recupera la figura del escritor y artista chileno que, casi cinco años después de su muerte, sigue de actualidad gracias a sus palabras, que se oyen en las protestas de Chile
Dos años antes de su muerte, cuando un cáncer de laringe ya le había afectado las cuerdas vocales, Pedro Lemebel (Santiago de Chile, 1952-2015) declaró al diario Clarín que la voz era importante para los homosexuales. “Siempre se reconocen por la voz… Y aunque tengo voz de muerta, estoy enferma de vida”, dijo con su habitual pasión.
Lemebel está de actualidad porque en las protestas que ponen en jaque el estado de las cosas en Chile, muchas proclamas están sacadas del autor de Loco afán. Le sobran a Lemebel versos y frases lapidarias para pintar todo Santiago, incluida una que le dedicó en 2009 al presidente conservador Sebastián Piñera: “Usted es puro número y cálculo, señor Piñi, poca reflexión, poco verbo, poca idea… Quiere hacernos creer que siempre fue demócrata, pero lo recordamos clarito sobándole el lomo a la dictadura”.
“Supe que ese escritor marica, mi héroe, podía estar en el bando de los perdedores pero que la victoria, la triste victoria que ofrece la literatura, sin duda era suya. Cuando todos los que lo han ninguneado estén perdidos en el albañal o en la nada, Pedro Lemebel será aún una estrella” Roberto Bolaño
Además, el documental Lemebel, dirigido por Joanna Reposi Garibaldi, ha recuperado la figura del escritor y artista visual, a quien siguió durante una década. El resultado ha sido recibido de forma desigual. Como suele ocurrir en estos casos, ha gustado más al público que a los amigos del artista, que han echado en falta voces menos edulcoradas de su biografía. Concretamente el periodista y activista Víctor Hugo Robles, conocido como El Che de los gays, ha lamentado el olvido de Gladys Marín, secretaria general del Partido Comunista de Chile y la mujer que le ayudó a superar la muerte de su adorada madre.
Lemebel fundó con el poeta Francisco Casas el colectivo Las Yeguas del Apocalipsis durante la dictadura. Debutaron con una performance en La Chascona, una de las tres residencias de Pablo Neruda, y desde entonces se convirtió en un referente con sus acciones político-culturales. Fue una figura incómoda dentro de las filas marxistas, que jamás comprendieron la fuerza transgresora de la pluma en la lucha de clases.
Roberto Bolaño, otro outsider que supo leer el futuro, le dedicó palabras generosas: “Supe que ese escritor marica, mi héroe, podía estar en el bando de los perdedores pero que la victoria, la triste victoria que ofrece la Literatura (escrita así, con mayúsculas), sin duda era suya. Cuando todos los que lo han ninguneado estén perdidos en el albañal o en la nada, Pedro Lemebel será aún una estrella”.
Es cierto que el documental se queda corto ante una figura compleja, rabiosa y tierna a partes iguales. Aun así, hay momentos impagables. La lectura en Harvard de su célebre manifiesto Hablo por mi diferencia (“No soy Pasolini pidiendo explicaciones / No soy Ginsberg expulsado de Cuba…”) pone los pelos de punta. También cuando tararea la canción de Jeanette Corazón de poeta (¡nunca lo cursi resultó tan incendiario!) mientras contempla sus fotografías de niño.
O cuando se documenta una de sus acciones más brutales en el edifico Ochagavía, un mastodonte que el gobierno de Allende tenía destinado para albergar el mayor hospital de América Latina y que acabó convertido en un esqueleto de cemento tras el golpe de Pinochet. Como un enorme vestigio de la utopía social del gobierno de Unidad Popular, Lemebel usó aquel símbolo arqueológico para llamar a esas barricadas que hoy claman su nombre.
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