O Esquerra o el PP
Al Ibex puede convenirle más según qué pacto con el partido catalán —aunque levante obvios sarpullidos— que la otra alternativa teóricamente existente
Pues claro que hay una alternativa a la abstención de Esquerra: la luz verde del PP a la investidura de Pedro Sánchez. Con o sin acompañamiento de Ciudadanos. Y aún otra, las terceras elecciones, pero en estas mejor ni pensar. ¿Es mejor o peor la opción PP? Si España fuese Alemania, quedarían pocas dudas. Pero de momento no lo es: ni Baviera es Cataluña ni a la canciller Angela Merkel se le ocurriría jamás pactar con la ultraderecha parafascista.
En términos de estabilidad de la legislatura, también económica, el escenario PP podría revelarse como todavía más problemático, y ya es decir, que el de Esquerra.
Por tres motivos. Uno, frustraría cualquier encauzamiento de la cuestión catalana. Un acuerdo con los republicanos no lo garantiza, pero posibilita negociarlo a fondo dentro de la ley.
Dos, paralizaría las reformas y el presupuesto. Así que congelaría la economía. Al enajenar a los actuales aliados de los socialistas, imposibilitaría casi toda medida. Los conservadores serían más que reacios a votarla. Un botón: entre la bajada general de impuestos y su alza selectiva, puede haber un punto de encuentro: el programa conjunto del PSOE y Ciudadanos de 2016. Pero ahí no estaba el PP, ni siquiera el PP marianista.
Tres, frustración y parálisis abocarían a una legislatura más fugaz que efímera. Otra elección temprana con esos tensos mimbres sería materia nutriente para los socios ultras del PP.
Es lógico que a la gente de orden le inquiete un pacto con un partido como Esquerra, que, aunque de larga historia democrática, sucumbió en el periodo reciente a la tentación de la ilegalidad frontal. También, si de verdad es de orden, deben incomodarle las propuestas anticonstitucionales de la derecha, como el 155 permanente. Y nada es ontológicamente imposible: incomodaba el populismo de Podemos, sí, pero ahora se ha syrizado.
Fíjese la gente de orden en el Reino Unido: en el segundo trimestre del año, las compras de compañías británicas por extranjeras alcanzaron 20.790 millones de euros, el doble que en el periodo anterior, según su Oficina Nacional de Estadística.
Traducción: con un Gobierno frágil y un Estado desnortado, la protección implícita del poder político a la empresa autóctona se debilita, y es más fácil pasto de OPA. Al Banco Santander, a Iberdrola, a Ferrovial..., a todo el Ibex puede convenirle más según qué pacto con Esquerra —aunque levante obvios sarpullidos— que la otra alternativa teóricamente existente.
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