Kutchan, Hokkaido, Japón (Roadside Lights III).
Imagínese a alguien usando esta máquina expendedora. En serio, inténtelo. Quizás un viajero cansado que se detiene en el arcén y se apea del coche. Se le ha antojado un refresco. Camina hacia la luz, sintiendo cómo la nieve le cala los zapatos. Se quita los guantes, introduce las monedas y con los dedos entumecidos pulsa la combinación alfanumérica. Imagínese el estrépito de la lata al caer. Ahora el silencio de después. Es difícil, ¿verdad? Eso mismo debió de pensar Eiji Ohashi, el autor de esta fotografía. Ha plasmado el panorama que ha dejado la proliferación de máquinas expendedoras en Japón en su serie de publicaciones Roadside Lights (editorial Case). Hay cinco millones de ellas en todo el país, una por cada 23 personas. El álbum está compuesto por una serie de fotos de neveras resplandecientes en paisajes inverosímiles: llanuras nevadas, playas desiertas, descampados baldíos o volcanes dormidos, como el que se ve al fondo, conocido como monte Yotei. En el límite entre un set publicitario y una postal surrealista.