Ana Tijoux: “Yo estaba feliz rapeando, pero la fama me enajenó”

Verdad, justicia y memoria retumban en sus letras. Pura reivindicación social a golpe de hip-hop de una cantante que fue señalada por David Byrne e Iggy Pop. Crónica de cuatro días tras los pasos de esta desbordante artista chileno-francesa.

PODCAST | ANA TIJOUX: RAP, FEMINISMO Y EL ESTALLIDO SOCIAL EN CHILE
Con Leila Guerriero conocemos a la rapera chilena Ana Tijoux y sus letras cargadas de activismo. Y recorremos la nueva gastronomía: alta cocina de pueblo con hortalizas rescatadas del olvido.
PARA QUE ANA Tijoux esté ahora a orillas de una avenida de Santiago de Chile con un vaso de café en la mano esperando, bajo la luz floja de un sol mortecino, atravesar la calle y caminar hasta la sala del barrio de Bellavista donde, junto a su banda, ensayará el show con el que va a despedirse de Chile antes de instalarse en Francia, muchas cosas tuvieron que suceder en un pasado cercano —nació en 1977— en el que hay exilio, torturas, abandonos, un parto sin anestesia, agentes de inteligencia interrogándola cuando tenía seis años, una casa en Lille y un edificio en París con pasillos repletos de jeringas de adictos a la heroína, clases de danza y de kung-fu, una plaza gélida en Chile, un pijama, un grupo de amigos que están presos o muertos. Los nexos entre todas esas cosas son, para ella (pómulos de Nefertiti, las finas argollas de los aros tocándole las mejillas como si fueran las patas que un pájaro moja en un estanque dorado), hechos fantasmales que se mueven detrás de una cortina de tiempo. Es cantante de rap, estuvo ocho veces nominada al Grammy, fue señalada por Thom Yorke, David Byrne, Iggy Pop. En sus letras habla de verdad, justicia, memoria, y señala al olvido como una tragedia. Sin embargo, acerca de su propio pasado, dice una y otra vez: “No sé. Tengo lagunas. No me acuerdo. Nunca se habla en mi familia de esas cosas”.



“Volví a Chile, donde todo el mundo era muy creyente y yo soy atea, y acá eso era sacrilegio”
“Improvisa tú’, me dijeron. Y lo hice. Cuando terminé, silencio infernal. Y luego: ‘Bueeena’. Y ahí empezó”
“Empecé a dividir las palabras por sílabas y sonidos. Ahí dije: ‘Chuta: yo tengo una huevada con las palabras”
“Yo estaba feliz rapeando, pero me pegó pésimo la fama. Me enajenó. Así que me fui”

Sobre la firma

Periodista argentina, su trabajo se publica en diversos medios de América Latina y Europa. Es autora de los libros: 'Los suicidas del fin del mundo', 'Frutos extraños', 'Una historia sencilla', 'Opus Gelber', 'Teoría de la gravedad' y 'La otra guerra', entre otros. Colabora en la Cadena SER. En EL PAÍS escribe columnas, crónicas y perfiles.