¿Quién habla en nombre de la Tierra?
Ya en 1992, Al Gore, que tuvo acceso a información de primera mano, advertía al mundo sobre una verdad incómoda: nuestro modo de vida y nuestros planes de desarrollo eran incompatibles con la supervivencia de nuestro hábitat natural. Lejos de escuchar, el mundo ha mandado a la atmósfera en los últimos 30 años la mitad del dióxido de carbono que hay presente en la misma. Si los precios de las cosas que usamos reflejaran su coste medioambiental, todos veríamos lo pobres que somos. La riqueza de nuestras sociedades no tiene bases naturales sólidas sobre las que sostenerse y colapsará pronto. En 1992 no hicimos nada, ¿por qué ahora va a ser diferente?
Antonio Rosell Cervilla
Madrid
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