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Columna
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Franco… ¿electoralismo?

En este proceso, lo anómalo no es Sánchez, sino la estrategia de PP y C’s en lugar de sumar para acabar con esto rápido. En esto, ¿quién ha actuado por cálculos electorales?

Teodoro León Gross
Pedro Sanchez en un acto politico del PSC en Barcelona, el pasado 9 de octubre.
Pedro Sanchez en un acto politico del PSC en Barcelona, el pasado 9 de octubre. Massimiliano Minocri (EL PAÍS)

Definitivamente Sánchez ha puesto plazo para sacar a Franco del Valle de los Caídos y, sí, será en precampaña. Iglesias ya le ha pedido que no haga electoralismo atribuyéndose la exhumación del dictador como “munición electoral”. El PP ha acusado reiteradamente a Sánchez de hacer electoralismo con esto. Rivera otro tanto, acusándolo de “jugar con los huesos de Franco”. Todos parecen persuadidos de que la operación, si se consuma, será un éxito con rentabilidad electoral… de ahí que electoralismo y electoralista sean dos términos repetidos insistentemente como mantras para desacreditar ese éxito.

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Todo lo que hace este Gobierno, vaya por delante, sólo puede ser electoralismo. Y la razón es simple: desde que convocó las elecciones del 28-A, allá por el 15 de febrero, todavía en invierno, todo ha sido período preelectoral, electoral, postelectoral, y vuelta a empezar con la cita del 10-N. Con seguridad, el ciclo electoral va a prolongarse hasta el nuevo invierno. La mitad del tiempo que lleva Sánchez en La Moncloa, desde que cambió el colchón para alojarse allí, ha estado en campaña. Así que difícilmente hubiera podido hacer algo en 2019 que no se prestara a la acusación de electoralismo. Eso sí, no sólo él. Quienes acusan de electoralismo al presidente también están haciendo electoralismo. El ciclo electoral es para todos.

Sánchez ha añadido, en todo caso, el error descarado de actuar con electoralismo innecesario a propósito de la financiación autonómica. Sí, era innecesario anunciar esto en un mitin. A partir de ahí, no queda margen a la duda. Por decirlo gráficamente, o cinematográficamente, cualquier letrado yanqui diría en este punto: “No hay más preguntas, señoría”. El detalle del mitin basta para acusarlo de electoralismo. Una pifia tan mayúscula seguramente delata nervios con las encuestas. Más allá queda el enredo de utilizar a la Abogacía del Estado para que la Tesis del No, cuando convenía como instrumento de presión, se convirtiera en la Tesis del Sí, cuando convenía como instrumento electoral.

El electoralismo es una patología política. Circula por ahí una frase, atribuida a Bismarck, que sintetiza la cosa: “Un estadista piensa en las próximas generaciones; un político, en las próximas elecciones”. Los estadistas escasean; entretanto, el político actúa siempre haciendo cálculos. Y lo hacen los gobernantes y la oposición; pero sobre todo los gobernantes con el BOE. Juncker lo decía bien: “Sabemos lo que hay que hacer, pero no sabemos cómo ser reelegidos después de hacerlo”. Y, claro, ser reelegidos es lo primero. Por eso no siempre se hace lo que hay que hacer. De ahí lo sucedido con la financiación autonómica. Pero lo de Franco es otra cosa. Sánchez aspiraba a hacerlo desde el minuto uno; y la decisión se arrastra con recursos desde la fecha fijada: 10 de junio. Ha ido por derecho. En este proceso, lo anómalo no es Sánchez, sino la estrategia de PP y Ciudadanos en lugar de sumar para acabar con esto rápido. En esto, ¿quién ha actuado por cálculos electorales?

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Sobre la firma

Teodoro León Gross
Málaga, 1966. Columnista en El País desde 2017, también Joly, antes El Mundo y Vocento; comentarista en Cadena SER; director de Mesa de Análisis en Canal Sur. Profesor Titular de Comunicación (UMA), licenciado en Filología, doctor en Periodismo. Libros como El artículo de opinión o El periodismo débil... Investigador en el sistema de medios.

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