Una cosa es mover piezas y otra jugar al ajedrez
Se dice que este juego ayuda a no pasarse de frenada ante una situación de ventaja y a pensar con objetividad cuando uno se mete en un lío
La comparación entre el ajedrez y la política es un lugar común inevitable. Aunque no se practique, el juego de reyes es como esas canciones que vienen inmediatamente a la cabeza en determinadas situaciones. Normalmente, son las complicadas y resulta curioso, porque se trata de un juego donde la única ventana abierta al azar es la imprevisibilidad del ser humano. No hay dados que rueden, ni cartas que se repartan, ni bolas que giren en una ruleta. En realidad, es muy claro y hasta previsible, mientras que la política no es ni clara ni previsible. Que les digan a los europeos de 1919 cómo iba a ser su vida, por ejemplo, hasta 1950. Hoy pasa lo mismo.
Por ejemplo, los informes sobre previsiones de todo tipo que se publican son como esos libros de aperturas ajedrecísticas donde todo está muy claro: la apertura inglesa, el ataque Nimzovich-Larsen, la defensa siciliana… luego llega el ser humano que mueve las piezas, hace cualquier cosa inesperada y desbarata todo. La gran cuestión estriba en discernir ante ese movimiento si el jugador es un genio o no tiene ni idea. Normalmente, al siguiente movimiento similar la segunda opción es la que se impone.
Se dice que el ajedrez ayuda a no pasarse de frenada ante una situación de ventaja y a pensar con objetividad cuando uno se mete en un lío. Atendiendo a esto, vivimos un momento en el que se observa a jugadores que confunden constantemente los movimientos con saber jugar. Así en la partida simultánea Trump contra todos asistimos a una incesante ruptura de las reglas que hacen pensar que el presidente de EE UU, en vez mover sus piezas —naturalmente las blancas— cree jugar al póker Texas Holdem. La última: tras las matanzas de Ohio y El Paso propone vigilar los videojuegos y no las armas. Señor presidente, que esto no va de cargarse al peón. Mientras, en la partida Brexit o Brexit, Boris Johnson quiere que las piezas vuelvan a la posición de salida y nos olvidemos del reloj. ¡Vaya, como en un videojuego! En la partida patria Un Ejecutivo para gobernarlos a todos, algunos acaban de descubrir que en el ajedrez el rey también se mueve. Y Pekín con Hong Kong no debería olvidar la frase de Steinitz: “El peón es la causa más frecuente de la derrota”.
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