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¿Quieres dar el pecho? Así se evitan los problemas más frecuentes

Amamantar tiene múltiples beneficios en la salud del bebé, pero a veces surgen complicaciones que se lo ponen difícil a las madres. Descubre cuáles y cómo estar preparada

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Carolina García

Nadie pone en duda que la lactancia materna es el mejor alimento para los bebés. Y la ciencia lo avala: según la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo más recomendable es dar este tipo de alimentación en exclusiva durante los seis primeros meses de vida del niño o niña, y de forma complementaria hasta por lo menos los dos años de vida. Sin duda, algo a tener en cuenta estos días, en los que se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna.

Entre los beneficios de esta práctica están que favorece el sistema inmune del bebé, protege contra la diarrea y “las enfermedades comunes de la infancia, como la neumonía, y también puede tener beneficios a largo plazo para la salud de la madre y el niño, como la reducción del riesgo de sobrepeso y obesidad en niños y adolescentes”, según la OMS.

Y no solo eso: “Amamantar a todos los bebés desde el minuto cero y hasta, por lo menos, los dos años, salvaría anualmente a más de 820.000 niños menores de cinco años”, subraya la OMS junto a Unicef. "Esto se debe", prosiguen, “a que comenzar a dar el pecho durante la primera hora de vida reduce el riesgo de que el recién nacido tenga una infección o esté malnutrido”. Y cada vez más centros sanitarios entienden la lactancia materna desde el minuto cero es fundamental. A pesar de que la leche tarda de dos a cinco días en subir, el calostro o “primera leche” también alimenta al bebé, ya que es rica en factores de protección. Una técnica fundamental para conseguir que madre e hijo se acoplen desde el nacimiento es la conocida como piel con piel, método que los estudios avalan como el más adecuado para fomentar la lactancia materna desde el nacimiento.

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Con todo esto, parece de insensatos no ponerse del lado de la lactancia materna. La decisión última es de la madre, pero también hay muchas que quieren hacerlo pero se enfrentan a diversos problemas que les impiden dar el pecho o que les causan cierto dolor y sufrimiento. ¿Cuáles son estos enemigos de la lactancia? ¿A qué nos enfrentamos las madres? Desde Medela, empresa dedicada a la lactancia desde hace más de 50 años, nos explican que existen cinco problemas que son habituales durante el periodo de lactancia, y a la vez ofrecen unas sencillas soluciones:

Producción insuficiente de leche

Algunas madres primerizas pueden tener dificultades para producir suficiente leche materna, por diversas cuestiones médicas como la pérdida excesiva de sangre (más de 500 mililitros) durante el parto o la presencia de fragmentos retenidos de la placenta que pueden retrasar la subida de la leche. Asimismo, los trastornos hormonales –como el síndrome de ovario poliquístico, tiroides o diabetes–, o la hipoplasia mamaria –falta de tejido glandular productor de leche en el pecho– pueden influir en que el suministro de leche de la madre sea reducido.

El modo en que el bebé se alimenta también afecta a la producción. Tras la subida de la leche, los pechos empiezan a producirla mediante un proceso de oferta y demanda, pues durante la primera semana tras el parto, el bebé querrá alimentarse cada dos o tres horas (entre 10 y 12 veces al día). Estas frecuencias contribuirán a iniciar y establecer el suministro de leche materna.

Es aconsejable mantener un mayor contacto piel con piel con el bebé antes y después de las tomas, a fin de estimular la hormona oxitocina, que es la responsable de que se produzca la eyección de la leche. Otras soluciones para aumentar la producción son llevar a cabo una alimentación a demanda, sin horarios; y si el bebé no bebe la suficiente durante la toma, utilizar un sacaleches para mantener un suministro regular. En este sentido, la extracción doble eleva el nivel de prolactina, la hormona encargada de la producción de la leche.

Exceso de producción

Por el contrario, en ocasiones las madres sienten que producen demasiada leche, especialmente durante las primeras semanas tras el parto. Entre la cuarta y sexta semana, los niveles de prolactina aumentarán cada vez que salga leche de los pechos, pues es en ese tiempo cuando los senos están aprendiendo la cantidad de leche materna que necesita el bebé y cuánto deben producir cada hora, por lo que es frecuente que se produzcan pérdidas excesivas, que los pechos se llenen rápidamente y que salgan chorros durante la eyección.

Ante esta situación, se aconseja extraer algo de leche materna de forma manual al iniciar cada toma para reducir la fuerza de la salida, utilizar una toallita o un paño de muselina para limpiar la salida brusca de la leche y colocar una copa en el otro pecho para recoger cualquier pérdida. La posición de la lactancia tumbada o la de cuna ayudarán a que el bebé pueda controlar mejor el flujo de leche.

Cabe recordar que solo debe utilizarse la leche recogida durante una toma, guardándola en un contenedor estéril; y en el caso de que el bebé no la tome justo después de recogerla, debe guardarse en el frigorífico y utilizarla antes de que pasen 24 horas.

Pérdidas de leche

Las pérdidas de leche durante los primeros días de la lactancia son muy habituales, especialmente tras la subida de la leche. Es probable que mientras el bebé tome de un pecho, la madre tenga pérdidas en el otro; lo mismo puede suceder cuando se tumbe hacia abajo para dormir o cuando algo estimule el reflejo de salida de la leche de forma accidental, como otro bebé llorando.

A pesar de que estas pérdidas suelen remitir después de las seis semanas, el uso de discos absorbentes desechables o lavables en el interior del sujetador servirá para absorber las pérdidas de leche y proteger la ropa de la madre durante el día y la noche. ·

Agarre deficiente del bebé

Para la obtención de leche mientras el bebé toma el pecho es necesario un buen agarre; no obstante, algunos recién nacidos tienen problemas para conseguirlo. Ello puede deberse a que no se sienten bien tras un parto complicado, porque el bebé haya nacido de forma prematura o porque las madres tengan pezones planos o invertidos.

Los bebés prematuros no presentan un patrón constante de movimiento de la lengua o de vacío durante la lactancia. El uso de una pezonera puede facilitar su proceso de alimentación oral, ofreciéndole un objetivo más firme y grande y contribuyendo al agarre del lactante al pecho, a la extracción de leche y a minimizar el dolor en el pezón. En el caso de que las madres tengan pezones planos o invertidos, el uso de formadores de pezones en el interior del sujetador aplicará una ligera presión que contribuirá a sacarlos hacia afuera, permitiendo la lactancia.

Dolor y sensibilidad en los pezones

Los pezones de la mayoría de mujeres suelen aumentar de tamaño y estar más sensibles durante el embarazo. Además, cuando el bebé comienza a alimentarse, puede tomar el pecho hasta 13 veces al día, y las tomas, alargarse hasta una hora, por lo que la saliva, la presión y la succión pueden provocar dolor en los pezones. La sensibilidad y el dolor suelen producirse, especialmente, tras la subida de la leche, y aunque no deberían persistir durante mucho tiempo, es importante tratarlos cuanto antes para evitar problemas como las grietas.

Para calmar el dolor y sensibilidad, se recomienda limpiar suavemente los pezones con algodones humedecidos en agua después de las tomas, a fin de eliminar cualquier suciedad, y secarlos al aire o frotarlos suavemente con una muselina o toallita muy limpia y suave, ya que en condiciones de humedad pueden producirse infecciones.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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