Seis cañones espectaculares (y fresquitos) para hacer a pie este verano
En estos días de calor abrasador no hay mejor lugar para hacer senderismo que los desfiladeros y cañones que los ríos han tallado a su paso. Aquí van seis de los más recomendables
Foz de Lumbier (Navarra)
De todas las hoces que los ríos que bajan del Pirineo tallaron en las sierras exteriores navarras la más llamativa es la Foz de Lumbier, un cañón formado por el río Irati muy cerca ya de su desembocadura en el Aragón. La fuerza del agua abrió entre los roquedos de Lumbier un estrecho y altivo desfiladero de poco más de un kilómetro de longitud que fue reino exclusivo de una de las mayores colonias de buitres y águilas del prePirineo hasta que el hombre lo horadó con un túnel por el que circulaba el ferrocarril Pamplona-Sangüesa. Esa vieja infraestructura ferroviaria se ha reconvertido ahora en la Vía Verde de la Foz, un camino lineal y muy fácil de hacer de 3,5 kilómetros, ida y vuelta, que empieza en el mismo aparcamiento. Un antiguo camino real cruzaba también el Irati por la desembocadura de la foz, pero quedó intransitable tras la Guerra de la Independencia, cuando las tropas francesas destruyeron el airoso puente del Diablo, cuyos restos pueden aún verse en la pared rocosa, a la izquierda del túnel.
Más información: Turismo de Navarra
Cañón del río Lobos (Soria)
Durante siglos, los ríos castellanos han horadado sobre la superficie de la meseta profundos y sinuosos cañones llamados hoces. Uno de los más llamativos y espectaculares de toda Castilla-León es el del río Lobos, en la provincia de Soria, un prodigio de la naturaleza con docenas de pináculos, farallones, meandros y grutas. Una senda que parte desde la ermita de San Bartolomé permite recorrer el fondo del cañón hasta el puente de los Siete Ojos disfrutando de los nenúfares que tapizan las pozas y de las docenas de buitres que vigilan desde lo alto de los roquedos. A la entrada del cañón queda El Burgo de Osma, una de las ciudades históricas y monumentales de Soria. El casco histórico gira en torno a la catedral (El Burgo es sede episcopal), el palacio episcopal, las murallas y sus muchas iglesias.
Más información: Junta de Castilla y León
Sierra de Guara (Huesca)
Famosa por los barrancos que la atraviesan, la sierra oscense de Guara es una de las mejores zonas de Europa para la práctica del barranquismo. El río Vero es una de las excursiones más sencillas y demandadas. Un cañón amplio y sin complicaciones técnicas que se puede hacer en familia con cualquiera de las muchas empresas de aire libre de la zona, aunque cuando se pone bravo puede dar disgustos, como ya ha sucedido en alguna ocasión. No olvidemos que el barraquismo es un deporte de riesgo. Pero Guara es también un ejemplo de sierra prepirenaica con fauna, flora y recursos naturales muy particulares. Y pueblos singulares. Rodellar, al pie de los cañones de los ríos Alcanadre y Mascún, es uno de los más encantadores, con sus sencillas casas de muros recios. También Adahuesca, donde está uno de los centros de interpretación e información de la sierra. Aunque el más famoso y visitado es Alquézar, cuyas calles retorcidas desprenden aromas de juderías y mercadillo medieval. El sector occidental, surcado por los cañones de los ríos Guatizalema y Flumen, es la porción menos conocida y con menor desarrollo turístico.
Más información: Turismo de Somontano
Caminito del Rey (Málaga)
El río Guadalhorce excavó un espectacular pasillo que divide las sierras de la Pizarra y de Huma, en el centro de la provincia de Málaga. Aunque su nombre oficial es desfiladero de los Gaitanes se le conocía popularmente como El Chorro y ahora más como el Caminito del Rey. ¿Por qué? Pues porque a través de esta garganta salvaje y profunda —declarada parque natural en 1989— se construyó a principios de siglo XX un canal de agua que servía a una central hidroeléctrica. Para construirlo y mantenerlo se hizo pegado al abismo, a más de 100 metros de altura, una senda de cemento por la que pasaban los operarios. La inauguró Alfonso XIII, de ahí el nombre. La obra quedó en desuso, y la pasarela, en ruinas y agujereada. Lo que no impedía que escaladores y senderistas valientes se internaran por ella (a veces con consecuencias mortales). En 2015 una inversión de dos millones de euros logró restaurar la pasarela, que se ha convertido ahora en la segunda atracción más visitada de Andalucía, solo por detrás de la Alhambra. En total son tres kilómetros de pasarela de madera y acero cosida a la roca.
Más información y reserva de entradas en Caminito del Rey (la demanda es muy alta y hay que pedir plaza con mucha antelación).
Cañones del Ebro (Burgos)
Por la curiosa comarca burgalesa de las Merindades se cuela el río Ebro, que nace un poco más arriba, en Fontibre, y lucha por abrirse paso tallando cañones entre estas cordilleras fronterizas entre Cantabria y Castilla. Uno de ellos es el desfiladero de los Hocinos por el que pasa la N-232 entre grandes paredes y bosques de encina y quejigos para ir en busca de Villarcayo. Tiene tres kilómetros de longitud, unos 100 metros de anchura media y 200 metros de altura. Los Hocinos está considerado por los biólogos como un magnífico ejemplo de confluencia de las dos grandes áreas bioclimáticas de la Península: la atlántica y la mediterránea. Basta con fijarse en el tupido bosque para comprobar que en la zona de solana crecen quejigos, encinas y enebros (mediterráneo) y en la de umbría, hayas, robles, boj y acebo (atlántica). Otro tramo encañonado y muy recomendable para hacer a pie son los 15 kilómetros de senda que separan Pesquera del Ebro y Orbaneja del Castillo (o viceversa), un trayecto espectacular entre bosques de ribera, pozas donde aún viven nutrias y cantiles verticales por los que sobrevuelan buitres leonados, águilas perdiceras y alimoches. Toda la zona está protegida como Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón.
Más información: Turismo de Burgos
La ruta del Cares (León/ Asturias)
De todos los ríos que barrenan la compacta caliza de los Picos de Europa solo uno se atrevió a cortarla por la mitad: el Cares. Con trabajo lento pero seguro el arroyo que nace en las alturas de los puertos de Pandetrave y Panderrueda esculpió tajos de vértigo y hundió sus aguas en abismos que aún hoy cortan el aliento. En 1916 la empresa hidroeléctrica Electra del Viesgo comenzó a excavar un túnel en la roca para llevar el agua del Cares a cota de altura durante unos nueve kilómetros hasta Puente Poncebos y allí provocar un salto de agua para la producción de electricidad. El canal se terminó en 1920 y todavía permanece en uso. Para su construcción y mantenimiento se talló también la amplia senda pegada al acantilado que se convirtió en uno de los principales atractivos del parque nacional de Picos de Europa. Es cierto que el tramo que lleva desde Caín de Abajo (León) hasta Puente Poncebos (Asturias) se convierte en una pura romería en periodos estivales y puentes, pero fuera de estas épocas es posible disfrutar en silencio de uno de los parajes más sorprendentes de toda la cordillera.
Más información: Ruta del Cares
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