¿Quién toma decisiones en ciencia?
Un proyecto académico pretende visualizar la desigualdad entre géneros en la ciencia
Hace unos días, Francis Collins anunció que a partir de ahora sólo aceptará participar en eventos en los que haya equilibrio de género e inclusión de la diversidad entre sus ponentes. Collins es el actual director de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EEUU y ha dirigido el importante y transformador Proyecto Genoma Humano durante 9 años. Con un presupuesto de cerca de 40.000 millones de dólares, los NIH conforman la mayor agencia financiadora de investigación biomédica del mundo. ¿Por qué este anuncio por parte de un destacado y universal científico? ¿Por qué un poderoso e influyente dirigente en el ámbito de la biomedicina y el sistema de sanidad americano se molesta en hacer esta llamada pública? ¿Qué pasa con el equilibrio de género en el ámbito científico y médico?
Hay una jerga en el mundo científico que puede ilustrar parte de lo que está ocurriendo. Igual que en el ámbito general se ha popularizado el término mansplaining (hombres que explican cosas) para referirse al modelo masculino de hombre paternalista que da explicaciones a las mujeres, en el ámbito científico hay jergas similares. Los manels, terminología que deriva de la unión de man y panel, es una manera de denominar la presencia únicamente masculina en los paneles o reuniones de expertos científicos (donde se toman importantes decisiones científicas ligadas a financiación o a publicaciones); la manference, un término que deriva de man y de evidencia, se usa para referirse a la evidencia científica que sólo aporta conocimiento basado en el patrón masculino (y que por tanto no tiene en cuenta las diferencias en salud de las mujeres); y el himposium, que deriva de him y symposium se refiere a los eventos o simposios organizados, dirigidos, participados y orientados sólo o mayoritariamente a hombres.
Esta no es la primera vez que una voz prestigiosa del ámbito científico decide posicionarse en esta cuestión. Hace pocos meses, la revista médica The Lancet hizo pública una llamada de alerta pidiendo mayor equilibro de género sobre cómo se hace y quién hace ciencia. Esta revista pide autocrítica a las instituciones sobre la falta de presencia femenina en las decisiones sobre planificación, financiación y desarrollo científico. Y aplica la autocrítica a su propia progresión a lo largo de las últimas décadas. Hay muchos datos y análisis que muestran que la equidad no está penetrando en el ámbito científico como sería deseable. El hecho contrastado es que las mujeres tienen menos posibilidades de acceder a recursos públicos en ciencia –el mayor estudio conocido es canadiense y se toma una muestra de 24.000 solicitudes; las mujeres ocupan una posición de menor relevancia en las autorías de las publicaciones científicas y son menos citadas debido a sesgos implícitos. Además, están generalmente fuera de los espacios donde se toman las grandes decisiones de investigación: la brecha de género no sólo está presente como es conocido en las retribuciones salariales, sino que también se muestra en la tijera de género en los centros científicos (especialmente en biomedicina) y universidades: a pesar de la mayor presencia de estudiantes universitarias y mayor rendimiento académico en la mayoría de países, hay relativamente pocas catedráticas, hay brecha salarial en las contrataciones, retribuciones, financiación y ocupación en los puestos altos de la carrera científica y directiva.
En un intento de encontrar la clave que explique cómo abordar este problema, The Lancet describe un círculo vicioso, un laberinto sin salida según el cual la falta de financiación dificulta la carrera profesional y viceversa, imposibilitando más acceso a puestos relevantes en las autorías de los artículos o invitaciones a comités, conferencias y puestos relevantes donde se toman las decisiones. Entre muchas otras consecuencias, la desigualdad y la falta de diversidad en ciencia implica un avance más lento en el conocimiento relevante para mujeres (y otros grupos) y por tanto menos impacto en salud. ¿Qué nos perdemos? ¿Qué se pierde la ciencia, y por tanto la sociedad, con esta insuficiente inclusión? ¿Cómo pueden mejorar las preguntas científicas si se incluye mas mujeres? ¿cómo abordaría una ciencia más inclusiva cualquier pregunta científica actual?
Una estrategia institucional coordinada y orientada a las causas de las desigualdades de género es esencial
¿Cómo podemos cambiar esta tendencia?
De nuevo, es un círculo vicioso, pues hay estudios que demuestran que el avance femenino en la profesión científica es clave para el avance en conocimientos relevantes para las mujeres. Con una muestra de 1,5 millones de artículos científicos (publicados entre 2008 y 2015), se identificó que cuando hay alguna mujer entre sus autores es un 30% más probable que una investigación tenga en cuenta sexo y género. La exclusión de las mujeres como investigadoras y como objeto de estudio —y de toda persona que no siga el estándar masculino y blanco—, empobrece la ciencia. ¿Qué se puede hacer para provocar un giro de tendencia? En el Reino Unido y otros países anglosajones ha calado fuertemente el Athena Swan Charter for Women in Science. Esta carta de compromiso incluye un mayor soporte en las carreras científicas, mayor apreciación por la responsabilidad atribuida a las mujeres a los cuidados de sus familias, y más esfuerzos para retar los sesgos y discriminación por sexo o género. Los estudios de evaluación, aunque recientes, apuntan hacia un impacto positivo sobre todo en la toma de conciencia dentro de los centros y las universidades, aunque no suficiente para su sostenibilidad a largo plazo. Una estrategia institucional coordinada y orientada a las causas de las desigualdades de género es esencial, incluyendo cambios culturales, en políticas del estado de bienestar e incentivando a los hombres a aumentar su participación en el trabajo familiar. En este sentido, la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitarias (AQuAS) ha puesto en marcha un proyecto en colaboración con la Fundación Bancaria “la Caixa” a través del cual se pretende visibilizar las tijeras de género en los centros de investigación biomédica de Cataluña y, en paralelo, organizar jornadas de reflexión con los líderes de estos centros para avanzar conjuntamente en un análisis sobre qué nos perdemos como sociedad con una ciencia no inclusiva, qué tienen que cambiar los hombres y qué tienen que cambiar las mujeres.
Si las carreras y liderazgo científico no son inclusivas e igualitarias, la ciencia seguirá empobrecida y por tanto desvinculada de la sociedad en su conjunto. La ciencia y la investigación en salud no son compartimentos estancos al margen de la sociedad. Antes al contrario, la investigación científica como cualquier otra actividad debe condicionar y verse condicionada directamente por el contexto social. Tomar conciencia e identificar estas distorsiones nos dará impulso para transformar la ciencia en una verdadera herramienta de progreso para el conjunto de la sociedad.
César Velasco, Paula Adam y Eduard Güell son director, directora de investigación e investigador de la agencia AQuAS, respectivamente.
Si las carreras y liderazgo científico no son inclusivas e igualitarias la ciencia seguirá empobrecida y desvinculada de la sociedad en su conjunto
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