Las fronteras que todavía tiene que cruzar el feminismo
Activistas contra la violencia sexual en Sudamérica, África y Oriente Medio abogan por “adaptar” la lucha a cada cultura para obtener “un buen resultado”
El clamor feminista de los últimos años en países europeos como España resuena más allá del viejo continente, pero aún son muchas las fronteras por derribar. Así lo reconocieron la semana pasada algunas de las voces más respetadas de la lucha por los derechos de las mujeres en Sudamérica, África y Oriente Medio, reunidas en A Coruña para participar en Acampa 2019, un gran encuentro de debate y creación sobre la crisis de los refugiados que se celebra en esta ciudad gallega desde hace tres años. Activistas de larga trayectoria como Asha Ismail o Caddy Adzuba piden al feminismo europeo que sea “más inclusivo” y que las “formas” de actuación se adapten a cada cultura para obtener “un buen resultado”. Esto es lo que reclaman cuatro reconocidas activistas.
Impulso desde el otro lado del Atlántico
La periodista colombiana Jineth Bedoya es una superviviente de la violencia sexual que se propuso “transformar el dolor sufrido”. Puso en marcha la iniciativa No es hora de callar, que ha arropado a 7.000 víctimas en sus denuncias de violaciones ante la Justicia de su país.
Cuenta que al ver cómo las mujeres “paralizaban España” el 8-M, ella y el resto de feministas colombianas llegaron a pensar que podrían replicar el éxito a 8.000 kilómetros, pero “la reacción fue muy pobre”. Pide al movimiento en Europa que “aliente mucho más a las mujeres del otro lado del Atlántico” porque en América Latina su “situación es muy difícil”.
Apoyo contra una agresión que cambia la vida
A la somalí de Kenia Asha Ismail, que lleva 30 años peleando contra la mutilación genital femenina que ella misma sufrió a los cinco años, le gustaría ver en las manifestaciones feministas “una gran pancarta” contra esta agresión que marca de por vida a tantas mujeres del planeta.
“El feminismo europeo debería ser más inclusivo”, apunta la promotora de la organización Save a Girl, Save a Generation, que dedica su vida también a promover la educación de las niñas y evitar los matrimonios forzados.
Mirar con empatía las luchas transfronterizas
Caddy Adzuba, periodista y jurista de la República Democrática del Congo que recibió en 2014 el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia por sus esfuerzos para combatir la violencia sexual, apunta que el “feminismo global” ha dado sobre todo “esperanza” a las ciudadanas africanas. “Ha tenido efectos positivos pero no gran impacto”, admite Adzuba, quien aboga por que el movimiento trabaje “respetando la cultura y las tradiciones de cada país”.
“Todas las mujeres debemos trabajar juntas pero debemos también tener cuidado con la forma en la que lo hacemos, que no deben ser la misma en todos los sitios. Hay que adaptarse a cada cultura para tener un buen resultado”, defiende.
Apoyo en la esfera política
Maya Al-Rahabi, médica, escritora y voz de la organización Mujeres Sirias, señala que en su país, donde la población femenina es víctima tanto de la dictadura como del ISIS, las mujeres luchan por sus derechos aunque no hayan celebrado grandes manifestaciones y cifra en 8.000 el número actual de presas políticas.
Sobre el feminismo occidental, Al-Rahabi alerta del “daño” que le puede hacer la extrema derecha ahora que ha accedido al poder en diversos puntos de Europa, incluida España.
La tercera edición de Acampa por la Paz y el Derecho al Refugio, una iniciativa impulsada en A Coruña por una treintena de ONG e instituciones, estuvo dedicada a la “dureza añadida” que la migración y la guerra tiene para las mujeres. Además de recrear un campo de refugiados en pleno centro de la ciudad, el encuentro incluyó debates, proyecciones audiovisuales y exposiciones fotográficas de Anna Surinyach, Lorena Ros, Judith Prat, Natalia Sancha, Olmo Calvo, Santi Palacios o Mónica González.
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