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Migrados
Coordinado por Lola Hierro

Africanas en Madrid

Muchas migrantes en España quieren formarse, estudiar y abrir nuevos horizontes en sus vidas, pero encuentran numerosas trabas

Nina Strehl (Unsplash)
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Existe un lugar en Madrid donde las africanas tienen su propio lugar de encuentro. A él acuden mujeres de varios países con un objetivo común: “empoderarse y saltar las barreras” que existen en una sociedad que todavía las mira “con extrañeza", cuenta Nicole Ndongala, congoleña de nacimiento. Ella es la actual directora de este espacio de convivencia: la asociación Karibu. Según Ndongala, estas migrantes han tenido que recorrer un largo camino desde que dejaron sus países para sentir que forman parte de esta sociedad.

La escasez de vías legales para emigrar hace que muchas africanas tengan que arriesgar sus vidas en una patera para llegar aquí. Algunas huyen de matrimonios forzosos o de todo tipo de violencias y persecuciones. Todas aspiran a una vida en mejores condiciones, a veces junto a sus hijos e hijas.

Las que no solicitan asilo al llegar (porque han emigrado por otros motivos, por falta de información para hacerlo o porque no se identifican a sí mismas como potenciales refugiadas aunque lo sean) son acogidas en recursos de atención humanitaria de ONG destinados a personas vulnerables. Pero los plazos de acogida son muy breves, de tres a seis meses, e insuficientes para adaptarse al país. Las que solicitan asilo, con el sistema de acogida de protección internacional colapsado (en 2018 hubo 55.000 solicitudes mientras que las plazas de acogida rondan tan solo las 8.000), también tienen dificultades para salir adelante.

Cuando los recursos de otras ONG se agotan, Karibu mantiene su apoyo. Esta asociación, que lleva en pie desde hace 25 años gracias al empeño del sacerdote Antonio Díaz de Feijoo, que trabajó media vida en África, las recibe con los brazos abiertos. En sus instalaciones, siempre vivas por la presencia de voluntarias, se hace un acompañamiento individualizado de cada persona y se le ofrece las orientaciones necesarias para empezar una vida en Madrid.

Aunque el respaldo que reciben es importante, Antonio explica la principal dificultad de las mujeres africanas para ganar autonomía: “el acceso a la formación”. Los cursos de formación para el empleo dirigidos a inmigrantes están financiados por fondos europeos y tienen una dotación económica suficiente. Sin embargo, solo son accesibles para quienes estén en situación regular, lo que supone una barrera para muchas aspirantes.

Los cursos de formación solo son accesibles para quienes estén en situación regular, lo que supone una barrera para muchas aspirantes

Así, casi la única salida que les queda es el trabajo doméstico, donde las horas trabajadas de más y los salarios reducidos son la norma. Mientras que limpian las casas, cocinan o cuidan de las familias para que la sociedad siga funcionando como hasta ahora, hay muchas mujeres africanas que quieren formarse, estudiar y abrir nuevos horizontes en sus vidas.

Hace tiempo que la Comisión Europea reconoció que las personas migrantes “contribuyen positivamente a las cuentas públicas cuando hay una integración temprana, que incluye la educación y el acceso al mercado laboral”. Sin embargo, pese a las recomendaciones de la OCDE para favorecer la integración de las personas migrantes independientemente de su situación administrativa, estas mujeres están excluidas de una formación que les ayudaría a tener más oportunidades en sus vidas. Y esto también tiene un coste para la sociedad.

Las africanas que se reúnen en Karibu siguen fortaleciéndose para lograr más autonomía y luchar contra los prejuicios o, simplemente, contra el desconocimiento y las barreras culturales. Nicole sí pudo formarse y todo el apoyo que recibió de Karibu ahora revierte en la asociación. Porque según ella, claro ejemplo de superación personal, “cuando te empoderas, aunque la sociedad no te vea como una más, tu sabes que sí lo eres”.

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