La última invención de la marca de lujo que nunca necesitó un monograma

Hace un par de semanas el Maxi Cabat, primer diseño de Daniel Lee para Bottega Veneta, se había agotado en la mayoría de las tiendas a las que llegó. Es un bolso grande y rectangular, hecho con anchas tiras de cuero trenzadas, y con dos asas: como la versión lujosa y cool de un capazo para hacer la compra. Algo cotidiano, pero radical. Una descripción que también encaja con la precolección O/I 2019, debut oficial de Lee en los percheros de esta refinada casa italiana.

Hay jerséis de cachemir con cortes estratégicos, bombers, mochilas de nailon con aire futurista, perfectos, sastrería recia y afilada… incluso pantalones de cuero con trenzado en la pernera, como de leather de alto mantenimiento.

También sneakers con guiños senderistas, botas engomadas, sellos de plata y gruesas cadenas. La colección de Daniel Lee es utilitaria, masculina, dura y sexi, pero también suave, esencial y con impecable factura artesana.

Un vestuario completo con vocación de integrarse en nuestro armario. Que no es más que la misión primigenia de esta firma que cuando nació, en 1966, olvidó diseñar un monograma para colocar en sus bolsos. Las iniciales de sus clientes, decían, eran suficientes.