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Columna
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Se abre la sesión

El Congreso de los Diputados que ayer inauguraba legislatura recogía los restos de todos los naufragios y algunas paradojas

Oriol Junqueras saluda a Pedro Sánchez a su llegada a la sesión constitutiva de la nueva Cámara Baja. 
 
 
 
 
 
 POLITICA 
 Eduardo Parra - Europa Press
Oriol Junqueras saluda a Pedro Sánchez a su llegada a la sesión constitutiva de la nueva Cámara Baja. POLITICA Eduardo Parra - Europa Press Eduardo Parra (Europa Press)

A la espera de que el Rey desembarque para inaugurar formalmente la legislatura decimotercera de la democracia española, unos apuntes urgentes sobre el paso del tiempo y el pleno de constitución de las Cortes de ayer.

Hace tres años, los diputados de Podemos metieron en la carrera de San Jerónimo la indignación que habíamos visto en las calles por el reparto desequilibrado de los costes de la crisis. Pero en este tiempo, muchas de las proclamas consideradas entonces antisistema —“la desigualdad mata a la democracia”, por ejemplo— han acabado siendo mainstreet del FMI, la OCDE o el Banco Mundial. Todos comparten ahora el diagnóstico aunque no han encontrado todavía la fórmula que haga cambiar alguna cosa —un poquito menos de [HY0]desigualdad— ,[/HY0] para que nada cambie en el fondo. Ya ni nos acordamos de las horas de radio y televisión que llenaron las “pintas y las pretensiones revolucionarias” de sus señorías moradas.

Los diputados más veteranos de esta democracia española dicen que nos falta memoria. Que en las Cortes de la Transición el ciclón de la calle entró —en la forma y en el fondo— con la misma fuerza en el hemiciclo. Seguro, pero en medio han estado los 30 años de medio tacón y corbata del turnismo bipartidista. 30 años en los que creímos que la pelea había terminado. Que ya siempre iríamos a mejor y a nuestros hijos les esperaba un mundo más justo y benéfico aún que el nuestro.

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Hoy sabemos que era mentira. Y hemos aprendido que los ricos de verdad han tenido prisa en marcar distancias con los demás. Los franceses de los fontaneros polacos, los alemanes de los griegos, los británicos de todos los continentales, algunos catalanes del resto de los españoles. Y que han utilizado sentimientos legítimos y muchas mentiras, con los resultados catastróficos que estamos viendo de la austeridad, el Brexit y el procés.

El Congreso de los Diputados que ayer inauguraba legislatura recogía los restos de todos los naufragios y algunas paradojas. En el hemiciclo más paritario de la historia, debutan un puñado de hombres asustados con los avances de la igualdad y de todas las diversidades. Quienes querían asaltar los cielos batallan por entrar en un Gobierno socialdemócrata. Los que quisieron romper con España consideran un éxito acudir, custodiados por la Policía, a las Cortes españolas.

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