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La batalla contra el abuso de antibióticos en los animales y plantas que comemos

Nos va la salud en ello. Urge eliminar el exceso y mal uso de estos medicamentos en personas, ganado y plantas para frenar la resistencia, una tarea compleja que exige el compromiso de Gobiernos, sector privado y sociedad civil

Leyenda en la que se lee: "Cuando las medicinas no funcionan".
Leyenda en la que se lee: "Cuando las medicinas no funcionan".Alessandra Benedetti (FAO)
Ángeles Lucas

Como esos supervillanos que se crecen con la energía del superhéroe, los microbios aumentan su resistencia a los antibióticos y se hacen más fuertes cuanto más se usan. Es decir, cuantos más se suministren a las personas, el ganado, las aves, los peces, las plantas o las mascotas, más se irá perdiendo el efecto deseado contra las infecciones o enfermedades, y más vulnerable terminaremos siendo a las bacterias. Ahora, cerca de 700.000 personas mueren por ser resistentes a los antibióticos, y está previsto que este fenómeno se cobre más de 10 millones de vidas en 2050 y desbanque al cáncer como primera causa de muerte. “Es un tema muy urgente en el que tenemos que actuar de la mano. Necesitamos asociarnos y necesitamos al sector privado. Y también que la sociedad civil desempeñe un papel importante”, declaró María Helena Semedo, directora adjunta de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) durante el panel Recomendaciones del Grupo de Coordinación de Resistencia Antimicrobiana (IACG) de la ONU, celebrado durante el consejo de la FAO en Roma.

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“Hasta el momento, los antibióticos se han utilizado como cura y prevención, pero también hay que reducir su uso y abuso. Por ejemplo, con prácticas de higiene”, ha planteado la directora adjunta, que ha insistido en dar con soluciones alternativas, viables y accesibles para toda la sociedad. "Tenemos que trabajar con innovación, y en las vacunas, y en soluciones accesibles para todos. Si no, será una cuestión puntera para los científicos, pero que no llegará a todos", insistió. "Hay que plantear un equilibrio entre el acceso a los antibióticos y el exceso de su uso. Y hay que invertir en ello con otras personas, con otros países, y que se cumplan sus planes de acción nacionales", pide Sally David, jefa de la oficina médica en Inglaterra del IACG, que insta a retirar estimuladores de crecimiento para los animales e implantar "buenos" controles de prevención de inyecciones.

Las palabras difícil y complejo son las que más se repiten en el panel. Cada acción tiene una repercusión. Por ejemplo, si se restringe el uso de antibióticos, los animales pueden enfermar, y perjudicar a la seguridad alimentaria y a los medios de vida de las familias. Y si un país legisla para que se limite su uso, y en cambio otro descontrola su disposición, puede a corto plazo perjudicar a unos y beneficiar a otros. Y si detrás están las multinacionales y compañías que venden los productos, con sus intereses económicos, y se hacen normas para regularlos, pueden disminuir sus ganancias... "No hay que dejar de usar los antibióticos, pero sí hacerlo con moderación. Y para eso hace falta formación, educación y ayudas", resume Phyllis Martha Klorkor Mends, representante de Ghana en la FAO.

Las recomendaciones las explican también para las personas iletradas a través de representaciones teatrales

Cuenta que en su país se ha lanzado una plan nacional avalado con legislación para alcanzar los objetivos sanitarios. Y que en el que participan distintos ministerios además de un equipo interministerial que trabaja en los Objetivos de Desarrollo Sostenible que supervisa que las medidas sean eficaces. "El éxito se basa en la buena gobernanza y en un liderazgo sólido. Se han realizado formaciones para los miembros de una plataforma multisectorial para resistencia antimicrobiana y se ha capacitado a defensores locales que abogan por ello, con asociaciones y alianzas estratégicas entre distintos actores", detalla. Esto significa que miembros de las comunidades de diferentes zonas del país han aprendido a gestionar los antibióticos y se lo explican en la lengua local a los ganaderos, pastores o granjeros.

"Hay quien abre una cápsula de antibiótico, la disuelve en el agua, la mueve un poco y ya todas las aves lo beben de ahí. Pero hay que hacer ver que la que está enferma se cura al principio, las demás no lo necesitaban y si lo hacen así, la siguiente vez ya no funciona. Es como un abuso de drogas", señala Klorkor, que explica que también tienen que aconsejar que los antibióticos que se compren sean de uso veterinario. "A veces compran los destinados a humanos porque pueden ser más económicos". Cuenta que estas recomendaciones las explican también para las personas iletradas a través de representaciones teatrales. "Para quien sabe leer puede valer un folleto, en mi país hay muchas lenguas locales, pero hay población que no sabe leer, por eso es importante mostrarlo con gestos o dibujos", apunta como propuesta detallada la representante en Ghana.

Klorkor asegura que también se han reforzado las infraestructuras de los laboratorios para aplicar las normativas, que los altos cargos de los hospitales han recibido formación sobre antimicrobianos y que se han servido de la plataforma React África para hacer talleres de sensibilización y para pedir asesoramiento prorfesional antes de empezar a utilizar los antibióticos. "Uno de los problemas encontrados en estos años han sido los procesos políticos incompletos, por eso mantener el impulso es una cuestión necesaria. También necesitamos más personal para formaciones", añade la experta, que detalla que se ha formado a los periodistas para evitar el sensacionalismo del tema en los medios de comunicación y apunta que ha sido clave la participación temprana de la sociedad civil.

“No hay que dejar de usar todos los antibióticos, pero sí hacerlo con moderación. Y para eso hace falta formación, educación y ayudas”,  resumen en la FAO

"Habrá que confiar en el poder de los consumidores, es la respuesta rápida. El camino es difícil sin una solución política, pero es un proceso complejo. Requiere soluciones complicadas y que los países se respalden entre ellos, algunos lo harán, pero otros serán más resistentes", apunta Jens Mattson, director general del Instituto Nacional Veterinario de Suecia, un país que abandera esta lucha, que cuenta con una declaración de la ONU aprobada en 2016 y con el trabajo del grupo de Grupo de Coordinación de Resistencia Antimicrobiana (IACG), que trata los avances y desafíos de esta amenaza y que en la próxima asamblea general de la ONU deberá presentar un informe sobre el estado de la cuestión.

"Es necesaria la unidad, hay que tener una sola voz y una sola acción aunque participen distintos actores. En Indonesia contamos con un plan de acción nacional integral y multisector", insiste Gustav Daud Sirait, representante de la FAO en el país asiático, que resalta también la importancia de la sociedad civil. "Intentamos sensibilizar a estudiantes y profesores de facultades de Veterinaria en 11 universidades de Indonesia, que a través de un juramento tienen que dar protección a los anumales y seres humanos", ejemplifica Sirait, que detalla que hay "cientos de ingredientes" como vacunas, probióticos o aceites esenciales que podrían sustituir los antibióticos como sustancias para hacer crecer a los animales. "Hay que exportar las posibilidades de progreso", concluye.

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Sobre la firma

Ángeles Lucas
Es editora de Sociedad. Antes en Portada, Internacional, Planeta Futuro y Andalucía. Ha escrito reportajes sobre medio ambiente y derechos humanos desde más de 10 países y colaboró tres años con BBC Mundo. Realizó la exposición fotográfica ‘La tierra es un solo país’. Másteres de EL PAÍS, y de Antropología de la Universidad de Sevilla.

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