El fracaso de la lucha contra las resistencias microbianas
España cuenta con un buen plan teórico, que, después de casi cuatro años, aún no ha sido aplicado
En España, es evidente que la resistencia bacteriana a los antibióticos es mucho menos importante que otros aspectos sanitarios. Klebsiella pneumoniae, productora de carbapenemasas, es un ejemplo paradigmático del incremento de la resistencia a los antibióticos en nuestro país. Las infecciones que produce esta bacteria multiplican por cuatro veces el riesgo de morir del paciente que las sufre. K. pneumoniae es solo una de las bacterias que se han vuelto resistentes a muchos de los antibióticos disponibles y que en conjunto constituyen "una de las mayores amenazas para la salud pública mundial", en palabras de la Directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La Asamblea General de las Naciones Unidas convocó el pasado 21 de septiembre a todos los países miembros para firmar por unanimidad el plan de lucha contra las resistencias. En la reciente reunión del G-20 en Hamburgo, también trataron este problema, conscientes de que de seguir así en el 2050 morirán 10 millones de personas cada año por estas infecciones, desbancando al cáncer como primera causa de muerte. En este panorama mundial aterrador, España ocupa uno de los primeros lugares del mundo en consumo de antibióticos y en resistencias microbianas, pero a juzgar por lo que hacemos, más bien parece lo contrario.
España ocupa uno de los primeros lugares del mundo en consumo de antibióticos y en resistencias microbianas
En España existe un plan de lucha contra las resistencias microbianas (PRAM), coordinado por el Ministerio de Sanidad y en el que participan las comunidades autónomas (CCAA). Presentado en noviembre de 2013, es un buen plan teórico, pero después de casi cuatro años, aún no ha sido aplicado, y no tiene un solo dato, ni lo va a tener mientras carezca de financiación. En los presupuestos recién aprobados por el Gobierno no existe partida para el PRAM. Por el contrario, los países de nuestro entorno, han dedicado partidas millonarias acordes a la magnitud del problema de salud que representan las infecciones por bacterias multirresistentes. Por ejemplo, en el Reino Unido, la resistencia a los antibióticos se ha convertido en prioridad nacional junto con la lucha contra el terrorismo. Italia también posee una financiación específica. Y la Asamblea Mundial de la Salud instó a los Estados miembros a desarrollar e implementar para el 2017 planes nacionales de acción en resistencia a los antimicrobianos que estén alineados con los objetivos del plan de acción global. Sin embargo, un plan de acción sin financiación se queda tan solo en un plan.
De manera paradójica, en un ejemplo de buen hacer, el Ministerio de Sanidad y las autoridades sanitarias de las CCAA han resuelto con éxito un problema de salud importante, la hepatitis C, mediante la combinación del liderazgo profesional para definir las intervenciones y el apoyo institucional con la financiación necesaria para llevarlas a cabo. Y en el consejo interterritorial del día 21 de junio han acordado ampliar la financiación hasta erradicar la infección, felicitémonos por ello. Desafortunadamente, en ese mismo consejo no se ha dedicado dinero al PRAM.
De seguir así, en el 2050 morirán 10 millones de personas cada año por estas infecciones, desbancando al cáncer como primera causa de muerte
Los políticos sanitarios del Ministerio y de las CCAA deben responder a los ciudadanos, son los responsables de su salud, y explicarles por qué no han destinado los fondos necesarios para luchar contra las bacterias multirresistentes.
Nuestro sistema sanitario se encuentra entre las instituciones más apreciadas por los ciudadanos, y es admirado internacionalmente. La universalidad y la equidad son su distintivo, hagámoslo valer también aquí, porque las muertes de los pacientes con infecciones por bacterias multirresistentes, son tan importantes como las causadas por cualquier otra enfermedad.
José Miguel Cisneros Herreros es presidente de la SEIMC
Jordi Vila Estapé es vicepresidente de la SEIMC director de la Iniciativa de Resistencias Antimicrobianas de ISGlobal.
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