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Indonesia planea cerrar la isla de Komodo para proteger a los dragones

Las autoridades quieren mantener a salvo a estos lagartos gigantes del aumento del turismo y del tráfico ilegal de ejemplares

Un dragón en la isla indonesia de Komodo.
Un dragón en la isla indonesia de Komodo.Romeo Gacad (AFP)

Indonesia está considerando cerrar temporalmente al turismo la isla de Komodo, hogar de los gigantes lagartos a los que da nombre: los famosos dragones de Komodo. Las autoridades están preocupados por el creciente número de visitantes (unos 10.000 al mes), pero sobre todo quieren evitar que se sigan robando ejemplares para su venta.

El último caso de tráfico ilegal se destapó la pasada semana. Cinco contrabandistas fueron arrestados con cinco ejemplares y docenas de otros animales salvajes. La policía informó de que hasta el momento habían vendido 41 dragones de Komodo a través de Facebook por unos 30.000 euros cada uno. Supuestamente estos animales se ofertan para uso medicinal

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El cierre previsto por las autoridades locales sería efectivo a partir de 2020 y no se aplicaría a las islas vecinas del este de Indonesia, donde también podemos observar a estos lagartos, los más grandes del mundo, que pueden llegar a medir tres metros y pesar entre 70 y 90 kilos. Se calcula que en la isla que les da nombre habitan 2.300 de los 5.000 ejemplares que hay en el mundo.

Durante el tiempo que la isla permanezca cerrada, se tratarán de recuperar las especies de plantas endémicas y de que las poblaciones de ciervos y cerdos, principales presas de los dragones, crezcan. "Tenemos que restaurar la fauna y la flora", afirma Marius Ardu Jelamu, que dirige la agencia de turismo local. Una vez que se reabra la isla a los visitantes la idea es restringir el número de personas que puedan visitarla y establecer reservas en línea para que se cumplan las cuotas que se establezcan de turistas. Los dragones también serán monitoreados para tratar de luchar contra el tráfico ilegal.

El pasado año el gobernador de la provincia de las islas menores de la Sonda Orientales, donde vive esta especie en peligro, propuso que la entrada al parque nacional fuese de 500 dólares (unos 445 euros) para reducir el turismo. Lo que supondría haber multiplicado el precio por cincuenta. Finalmente esta medida no se adoptó. 

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